VIERNES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť El filme de González Iñárritu participa en el rubro de cine independiente
Amores perros dejó atónito al público donostiarra
Patricia Landino, especial para La Jornada, San Sebastián, 21 de septiembre Ť Esta noche el público de Donostia quedo atónito tras la proyección de Amores perros, cinta que participa en la sección de cine independiente del festival de San Sebastián. Primero, el auditorio se desbordó en aplausos y luego se quedó pegado a su butaca, sin poder articular pregunta alguna al director, Alejandro González Iñarritu, quien acompañado de los actores Goya Toledo y Gael García Bernal, participó en un coloquio con los espectadores.
Poco a poco salieron las dudas. Que si la ciudad de México es así o por qué se empeña en mostrar esa cara de una urbe que a los ojos del público resulta escalofriante.
''Es difícil contar una historia bonita en la ciudad de México, pero no quiere decir que no exista. Tampoco quiero hacer parecer que mi visión es fatalista y apocalíptica, pero si se vive hoy una situación inestable. Se viven las consecuencias políticas de un país que estuvo gobernando 71 años por un solo partido y existe un sentimiento de dolor", respondió González Iñarritu.
Sin embargo, matizó que ''la ciudad de México es fascinante, es eléctrica. Esto es una fábula, un pedazo del mosaico que forma nuestra realidad. A partir de vernos ahí podemos entender quiénes somos y qué está pasando dentro".
El dolor, sin nacionalidad
El negro, como se le conoce al novel director, expresó su nerviosismo ante un auditorio que agotó las entradas para ver Amores perros: ''Estoy acostumbrado a estar encerrado en una cabina de radio y no veía tantos ojos mirándome. También se dijo emocionado por cumplir la promesa que le hizo a su esposa cuando estuvieron de visita en San Sebastián hace cinco años: ''Le dije que algún día iba a traer una película a esta ciudad y aquí estoy". Su esposa y la familia del realizador estaban entre el público.
Más relajado, González Iñárritu abundó sobre los elementos que le impulsaron a rodar su película: ''Tenía el espíritu de contar una historia de una ciudad que se mueve en distintas claves. Algunos de ellos son personajes sumidos en la claustrofobia. Fue un experimento para saber qué iba a pasar. Quería hablar de una ciudad tan contrastante y expresar el dolor que ahí se vive, aunque para el dolor no hay nacionalidad. No hay ni ricos, ni pobres".
A la pregunta de si sufre cuando ve la cinta, contestó: ''Siempre hay un nexo emocional. Cada vez la veo en distintas dimensiones y a veces la sufro, pero hoy con un aplauso así, no se puede más que gozar".