VIERNES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť Gilberto López y Rivas Ť

 

Gobiernos de corazón latiendo a la izquierda

en su tercer Informe de Gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles enfatizó las diferencias que han caracterizado la gestión del Partido de la Revolución Democrática en la capital del país: ejercicio del poder con eficiencia y responsabilidad, estrategia de sustentabilidad, enfrentamiento del modelo económico predominante con base en la equidad, gobernar para la seguridad, con la gente, desde y para la democracia.

A pesar del estado de desastre en el que se recibió la administración en 1997, de todas las campañas de medios en contra, del sabotaje del gobierno federal y de los partidos que negaron los financiamientos requeridos y los presupuestos suficientes para la ciudad, a pesar de los avatares y errores de la inexperiencia y el aprendizaje de los nuevos funcionarios, la mayoría de la ciudadanía el 2 de julio ratificó con su voto la continuidad de un gobierno de izquierda que profundice las políticas iniciadas por Cuauhtémoc Cárdenas.

Por ello es necesario seguir identificando los requerimientos de un gobierno de esta naturaleza en el periodo que se inicia con la toma de posesión de los jefes delegaciones el próximo primero de octubre, y el recambio a realizar en el gobierno de la ciudad el 5 de diciembre. Con la publicación de los 40 primeros compromisos de Andrés Manuel López Obrador ya se han definido algunas de las políticas públicas que pretenden seguir diferenciando los gobiernos de izquierda en el caso preciso del Distrito Federal.

En la delegación de Tlalpan, por ejemplo, después de ganadas las elecciones se inició un proceso de acercamiento con los comités vecinales, primero a partir de una visita en sus territorios y, posteriormente, con base en talleres zonales en los que se realizó un autodiagnóstico sobre la situación interna de los mismos, sus relaciones con el gobierno delegacional y con las propias comunidades vecinales. La idea central es reactivar los comités vecinales y prepararlos para un trabajo de acompañamiento de las acciones de gobierno que den mayor coherencia y permanencia al requisito de gobernar con la gente. En estos talleres, el jefe delegacional adquirió el compromiso de efectuar con todos los funcionarios, al menos cada tres meses, reuniones zonales denominadas: De cara a los comités vecinales, en las que se dé la rendición de cuentas, la supervisión ciudadana y, si es necesario, la revocación de mandato.

También se pondrá en práctica la elaboración del presupuesto anual desde abajo y con orientación social, a partir del próximo año, tomando en cuenta experiencias de ciudades brasileñas, uruguayas y centroamericanas gobernadas por la izquierda, en las que el presupuesto participativo es una realidad.

La formación del gobierno a partir de un riguroso proceso de selección individual, en el que no entran cuotas de corrientes o grupos partidistas como tales para no reproducir los intereses, las divisiones y los cuerpos corporativos del partido en el interior del equipo gobernante, es también una necesidad de los gobiernos de la izquierda, sobre todo en un país que ha sufrido la terrible experiencia de un régimen de partido de Estado. El funcionario que comparta este compromiso debe ser aquel capaz de representar el interés general tras reconocer las desigualdades fácticas y asumirlas desde el principio de la equidad. Cuando nos enfrentamos a un gobierno cuyo mando es discrecional a favor de un grupúsculo o una facción, sea ésta de naturaleza política o económica, la lógica que animará la acción gubernamental será igualmente facciosa.

Si la lucha contra la corrupción se sitúa en un plano estratégico para este tipo de gobiernos, para un proyecto libertario es una cuestión de principios y de supervivencia política; sobre todo en un país donde este mal se ha hecho parte de la cultura nacional, y en donde las fronteras entre el patrimonio gubernamental y el personal desaparecen cuando se llega a un cargo público. Por ello la insistencia en torno a la austeridad republicana y la lucha contra la corrupción en todos los niveles y ámbitos que tienen que ver con la acción gubernamental: los sindicatos, el comercio informal, el transporte público, las licitaciones, la recolección de basura y los servicios urbanos, los cuerpos de seguridad, etcétera.

Es sumamente importante que en estos momentos de redefiniciones políticas e ideológicas, que involucran perspectivas distintas en torno a proyectos de nación, en una coyuntura en la que se discutirá eventualmente la reforma del Estado, la izquierda no eluda su responsabilidad histórica de defender un proyecto propio de gobierno incluyente, realmente democrático, cuya concepción rectora no sea ni una supuesta "neutralidad administrativa", que hace rutinaria la acción gubernamental e intenta quedar bien con todos, ni el "gobierno gerencial" que profundiza la desigualdad económica y social, sino una que, como señalara Rosario, siga "latiendo a la izquierda". Ť

 

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