VIERNES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť Horacio Labastida Ť

ƑQué significa la Independencia?

cuando el caudillo Morelos redactó el punto 23 de los Sentimientos de la Nación, invitando a solemnizar el 16 de septiembre como día de nuestra Independencia, no imaginó que en los años del presidencialismo autoritario, tal celebración transformaríase en rutina ajena a la profunda connotación del amanecer de nuestra vida libre. Luego de concluir el septenio revolucionario con la Constitución de 1917, y de establecerse el régimen Obregón-Calles, ajeno a la grandeza del artículo 27 de ese código supremo, la alta burocracia ha hecho del día de la Independencia una comedia despojada de sus nobles valores originales.

Con una monotonía cada vez más insoportable, la organización oficial del 16 de septiembre se representa en tres actos, de los cuales el tercero resulta aleccionador. En el primer acto aparece la marcha de los jóvenes militares que conducen y rinden honores a la bandera; en el segundo, el Presidente de la República la recibe de los cadetes, y marcha, enhiesto, al balcón principal del antiguo Palacio de los Virreyes; y en el tercero, último, lanza vivas a nuestros maravillosos insurgentes, al país, toca la simbólica campana que Hidalgo hizo sonar la noche libertaria, ondea el lábaro y, generalmente acompañado de su familia, sonríe a la multitud congregada en la enorme explanada del Zócalo de la ciudad, y entonces surge el instante paradójico, porque se trata de un momento único en los seis años de la administración, en el cual el jefe del Ejecutivo está de cara a una multitud que juega con su propia espontaneidad al apercibirse de los motivos patrios que la reúnen, y dispuesta a expresar sin tapujos la verdad que niega la mentira encarnada en una autoridad acaudaladora de la elite millonaria y empobrecedora de la masa trabajadora. En este instante, repetimos, el teatro montado para conmemorar la Independencia desnuda a quien se asume personero de Hidalgo, al escucharse las rechiflas y las frases agresivas de las víctimas del acto gubernamental. Es decir, la gran falsedad del ritual repetido más o menos setenta y tres veces entre el gobierno obregonista y el zedillista, cae al suelo y se hace añicos por el grito de rabia que lanza un padre de familia agobiado por la miseria de su hogar.

Sin embargo, mientras los bien elegidos acompañantes del Presidente a las veces devoran exquisitas viandas servidas en los comedores del palacio, las masas ciudadanas expresan alegrías, agitan con entusiasmo banderas de papel y entre palabras limpias recuerdan al padre Hidalgo, al cura Morelos, a la noble Corregidora queretana, a Vicente Guerrero, a Ignacio Allende y a los inolvidables hermanos Hermenegildo y José Antonio Galeana, cuya conducta honra a guerrerenses y mexicanos. Y cabe de inmediato preguntar qué es lo que enciende la conciencia de esa gigantesca muchedumbre que año tras año, llueva o truene, acude al Zócalo y a las plazas de los barrios y delegaciones vecinales. ƑCuáles son las connotaciones históricas, sociales y políticas que inflaman el alma del pueblo entre el 15 y el 16 de septiembre?

El Grito de Dolores fue convocatoria a la Independencia, y el significado de la Independencia se halla bien expuesto en los célebres Sentimientos de la Nación que Morelos sujetó a la consideración del Congreso Constituyente de Chilpancingo (1813). El primer significado está en los puntos 1 y 5 del documento, que declaran la desvinculación de México respecto de la monarquía española, y al pueblo sujeto de la soberanía nacional; ésta, la soberanía, dimana inmediatamente del pueblo, asevera el mencionado punto 5, pues la soberanía es configurante de la nación y del Estado. Y este sentimiento de libertad e independencia es lo que regocija a las gentes al recordar lo que ocurrió en Dolores. Pero no era suficiente declarar la democracia; urgía determinar qué tipo de democracia importa a los mexicanos; y el punto 12 esclarece las cosas al afirmar que la buena ley es superior a todo hombre, y que la ley buena exige que el Estado adopte medidas y genere condiciones que moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto. O sea, la democracia para que sea democracia debe ser democracia justa, y ésta, la justicia, purga la corrupción y hace florecer la probidad social. Y esto es también lo que aplauden las gentes cada 15 de septiembre. En otros puntos de los Sentimientos... se reconocen los derechos humanos como las facultades que protegen y garantizan la dignidad del hombre. Y esto es motivo del aplauso de las masas.

En resumen, el pueblo honestamente y con fe en el porvenir solemniza el 16 de septiembre, de acuerdo con lo que Morelos solicitó a las generaciones del futuro.