VIERNES 22 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť CLASE POLITICA

Miguel Angel Rivera Ť "No obstante los avances y entendiendo que el combate a la pobreza en nuestro país es un problema complejo, el cual no podrá ser superado si no se ataca permanentemente, es necesario que se defina una política social de Estado, que ubique al desarrollo social como la más alta prioridad de la actuación del gobierno, mismo que está obligado a garantizar el combate a la pobreza por encima de circunstancias económicas y políticas".

Lo anterior fue expresado ayer en la Cámara de Diputados por el priísta David Penchyna Grub, de Atotonilco el Grande, Hidalgo, al fijar la posición de su partido en materia de desarrollo social ante el secretario del ramo, Carlos Jarque Uribe, quien compareció para defender la actuación del gobierno federal en esa materia.

Como le ocurrió un día antes al secretario de Hacienda, José Angel Gurría, en el Senado, el titular de Desarrollo Social comprobó que ya quedaron atrás las épocas del respaldo incondicional de los legisladores del PRI. Ahora la posición de los representantes del tricolor no se puede calificar de oposición abierta, pero sí es más crítica.

Así, Penchyna hizo un recuento de las deudas de los gobiernos priístas con los más pobres:

"No obstante que se han incrementado los recursos destinados a los programas sociales, la pobreza ha seguido en aumento. Además, no se ha logrado disminuir los índices de marginación, que por condiciones geográficas, étnicas, económicas, políticas y sociales, no sólo laceran nuestras conciencias, sino que han generado inconformidad y han puesto en riesgo la paz social, convirtiéndose en un problema de Estado.

"El lugar de nacimiento de un mexicano no debe ser la condición que defina su futuro y el de su familia. Todos merecemos las mismas oportunidades. Hoy, la mala fortuna de nacer en una región marginada del país está condenando a millones de compatriotas a heredar la condición de pobreza y miseria de sus padres.

"Los resultados macroeconómicos nacionales que han merecido reconocimiento internacional deben ser congruentes con los indicadores de distribu- ción del ingreso y los niveles de bienestar. No podemos celebrar cifras macroeconómicas positivas que no se reflejen en la calidad de vida y en la igualdad de oportunidades de los nuestros.

"La migración del campo a la ciudad no se ha logrado contener y aquéllos que viven en grandes ciudades, aunque cuenten con más servicios, no tienen una mejor calidad de vida".

En esa novedosa actitud de reconocer lo positivo y admitir lo negativo, el diputado priísta también resaltó los logros del régimen en materia de desarrollo social:

"El gasto social en términos absolutos es el más alto en los últimos 20 años.

"Como proporción del gasto programable, seis de cada diez pesos se destinan al gasto social. La cifra más alta en la historia.

"El gasto social como proporción del PIB pasó de 93 a 96 centavos de cada 10 pesos.

Diputados de los otros partidos también hicieron críticas a la política social del gobierno mexicano. Con todo respeto, eso no es ninguna primicia. La novedad es que aunque matizados, surgen los comentarios críticos de una bancada que durante muchos años se dedicó sólo a la alabanza sin medida. En donde seguramente no deben estar muy contentos es en los altos círculos del gobierno que está a punto de entrega la estafeta.

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