JUEVES 21 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Adolfo Sánchez Rebolledo Ť
Cavallo o la impunidad
El día que Pinochet fue detenido por la policía londinense cumpliendo una orden de captura emitida por el ahora famoso juez Garzón, el mundo volvió a reflexionar sobre la naturaleza de las dictaduras chilena y argentina, cuyos crímenes y horrores quedaron hasta cierto punto sepultados por una forma sutil de olvido tras la recuperación de la democracia.
Gracias a los tenaces esfuerzos de Garzón, asesorado por un equipo profesional que vivió de cerca la historia de terror, escrita con plena impunidad por los militares, lo ocurrido durante esos años salió a la luz, pero esta vez para perseguir a los responsables. Ocurrió entonces lo inimaginable: el mundo contempló al general Pinochet tras las rejas invisibles de The Clinic, esperando largos meses la extradición a España de la que pudo librarse gracias a un tecnicismo de última hora.
Lejos estábamos nosotros de creer que algún día veríamos reeditarse en México, guardadas las proporciones (que en esto también existen), aquella oscura página londinense en la persona de un temible militar con cara angelical a quien se le atribuyen varios de los más vergonzosos actos cometidos por la dictadura argentina en defensa de los "valores de la sociedad occidental". Pero ése es exactamente el caso.
La detención en circunstancias insólitas de Ricardo Miguel Cavallo es una victoria, una vez más, de la memoria contra la impunidad, victoria inicial que esta vez debe acreditarse a las autoridades mexicanas.
Debido a las leyes de punto final u obediencia debida, Cavallo logró sustraerse a la justicia en su propio país y hacer una vida normal en el mundo de los negocios. Una vez retirado de la Marina, el ex oficial en cierto modo borró su propia historia recreando una personalidad adecuada para actuar con reconocida habilidad bajo las normas de la globalización.
Su presencia en México, justo al frente del Renave, pasó desapercibida incluso para aquéllos cuya tarea consiste en comprobar que los ciudadanos extranjeros eviten intervenir en asuntos que competen sólo a los mexicanos.
Sin embargo, nadie detectó su presencia en México. Bajo el camuflaje perfecto del Renave, Cavallo se dio el lujo incluso de polemizar públicamente con los gobernadores que rechazaron, con razones poco atendibles, es cierto, el pago por el registro de vehículos, lo cual resulta por lo menos extraño en un país siempre tan sensible a las críticas que vienen de fuera. ƑEs que no hay manera de verificar los antecedentes del personal ejecutivo que viene a instalarse en nuestro país?
Herminio Blanco ha dicho que no había nada sospechoso, pues estaban en orden todos los papeles de la concesionaria que nombró a Cavallo como su director. Sin embargo, con esta lógica, las autoridades podrán lavarse las manos si algún día alguien descubre que bajo la apariencia de una compañía legal actúa el crimen organizado.
Por lo pronto, el caso Cavallo se despliega con una estela de incredulidad y muerte que este país no merece. Mientras se recibe la solicitud de extradición, que en buena lid México debe atender positivamente, el gobierno tiene que saldar las cuentas con este episodio, incluyendo una información completa y creíble de lo ocurrido que recoja el resultado de las auditorías y las investigaciones judiciales pertinentes.
Con todo, conviene recordar que el hombre que está bajo custodia de las autoridades mexicanas es un genocida. No se vaya a creer que su peor crimen fue dirigir el Renave. Ojo, Herminio.