JUEVES 21 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Octavio Rodríguez Araujo Ť
Tecnocracia y soberbia
En aquellos tiempos en que el PRI gobernaba, se simulaban consultas con la sociedad y negociaciones con los trabajadores, en realidad con los dirigentes del subsistema corporativo, y estos dirigentes se encargaban no de atender los reclamos de sus representados pero sí de controlarlos y de ofrecerles algo a cambio de los apoyos que los trabajadores (rurales y urbanos) brindaban a los gobiernos de ese partido. También, para parecer plurales y democráticos, invitaban a intelectuales de oposición a quienes se oía con atención aunque después se les ignorara olímpicamente, especialmente si no se dejaban cooptar.
Durante el ya largo periodo de gobiernos tecnocrático-neoliberales de cobertura priísta, los intelectuales de oposición fueron marginados y el corporativismo en las organizaciones sociales disminuyó considerablemente hasta entrar en crisis. Hoy en día, en la víspera del gobierno también tecnocrático de Vicente Fox, la sociedad, si bien participa más que antes, está menos organizada, tiene menos líderes que negocien por ella y se encuentra, a pesar de todo lo criticable que sea el corporativismo, menos representada o, si se prefiere, más vulnerable a las políticas de gobierno y empresariales. Se diría entonces que esta condición de la sociedad no es importante puesto que es tendencia de los gobiernos que se precian de ser liberales (y se supone que es la posición del PAN y de sus gobernantes actuales y en vías de ser): atender los reclamos de la sociedad e incluso propiciar su participación. Pero no es el caso.
Dos significativos ejemplos saltan a la vista: el mismo presidente electo y el gobernador electo de Morelos (Sergio Estrada Cajigal). Ambos se reúnen solamente con personalidades afines y, a veces --y por necesidad objetiva--, con dirigentes opositores o con gobernantes de partidos distintos. En Morelos se critica a Estrada Cajigal de no tomar en cuenta a la población en general y ni siquiera a intelectuales o líderes de opinión que pudieran tener diferencias con él como próximo gobernador. Se dice, y hay fundamento en esto, que la soberbia se ha apoderado de Estrada Cajigal. Fox hace lo mismo, como se demuestra, entre otros muchos ejemplos, con sus reuniones con intelectuales afines al neoliberalismo y que simpatizaron o colaboraron con los gobiernos de Salinas y de Zedillo, y no con la oposición. Es decir, se trata de reuniones donde los futuros gobernantes "panistas" quieren oír lo que les conviene o lo que de antemano saben que apuntalará sus proyectos, pues con tales interlocutores no hay tema del que tengan que convencer: están en la misma frecuencia con pequeñas diferencias de forma o de matiz.
En otros términos, los futuros gobernantes panistas han demostrado absoluto desdén por el pueblo y por las llamadas personalidades intelectuales, artísticas y profesionales que no tienen coincidencias (sino más bien diferencias) con aquéllos. En realidad ni a Fox ni a Estrada Cajigal les interesa oír opiniones y propuestas distintas a las que ya tienen, sino más bien buscan el apoyo de quienes de antemano saben que no los van a criticar.
Uno de los problemas de los tecnócratas en el gobierno, sean panistas o priístas, es que están convencidos de que sus proyectos son los únicos válidos y que, por lo mismo, se deben imponer a la población independientemente de que ésta piense de otra manera o tenga razones para objetarlos. En este sentido no son iguales el tecnócrata liberal y el político liberal, aunque ambos comulguen con la misma ideología política. El político, sea liberal o partidario de la intervención estatal, busca la legitimidad de su parcela de poder en el consenso y en el convencimiento. El tecnócrata, en cambio, piensa que quienes no tienen diploma de expertos no saben nada y que están ahí para que se les diga lo que les conviene con base en un modelo que matemáticamente o en un laboratorio de simulación probó sus bondades. Peor aún, los tecnócratas panistas de la nueva ola, los triunfadores del 2000, son más soberbios que quienes les empedraron el camino, entre otras razones porque creen que haber derrotado al PRI y al PRD les abrió de par en par y para siempre las puertas del Olimpo y que, por lo mismo, sólo deberán tratar con sus semejantes. Ignoran, como es común en los tecnócratas, las enseñanzas del pasado: la soberbia siempre ha sido castigada, tanto en la historia real como en la mitología, y olvidan, como le ocurre a todos los soberbios, que su triunfo del 2 de julio es apenas el principio de la alternancia y que ésta los puede alcanzar en muy poco tiempo.