MARTES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Auge y decadencia del oro verde

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La historia del henequén es contrastante. El oro verde comenzó su despunte al término de la Guerra de Castas (1847), cuando las haciendas azucareras, tabacaleras y algodoneras fueron arrasadas por el cruento enfrentamiento entre indígenas y dzules (blancos). Los empresarios de aquel tiempo voltearon sus ojos hacia la planta, debido a la demanda mundial de fibras duras. Para 1900 todos los hilos producidos en Estados Unidos eran elaborados con la fibra de henequén. Con la llegada en 1916 de empresas estadunidenses (principalmente la International Harvester Company) Yucatán dominaba el mercado mundial de fibras duras. 90 por ciento del consumo internacional era de producción yucateca y las exportaciones alcanzaron el límite histórico de 201 mil 990 toneladas anuales.

Sin embargo, el declive pronto comenzó. Al terminar la Primera Guerra Mundial la demanda de henequén se desplomó, los precios bajaron y empezó el surgimiento de otras fibras duras y sintéticas. En 1929, en la etapa depresiva mundial, Yucatán ya sólo cubría 53 por ciento de la demanda, mientras que el país registraba una creciente expropiación de tierras y el estado, la creación de ejidos henequeneros.

En el gobierno de Lázaro Cárdenas empezó a la par del reparto de tierras en Yucatán y se dividió a las haciendas henequeneras. En sólo dos años, Cárdenas repartió entre 50 mil ejidatarios 30 mil hectáreas de henequén y 450 mil más de terrenos incultos.

Entre bamboleos, propios del mercado internacional y una inadecuada planeación de la industria henequenera, el gobierno federal constituyó en 1961 Cordeleros de México (Cordemex), cuyo objetivo era manejar integralmente la industria del ramo. Pero el paso de los años mostró que Cordemex fue fuente de riqueza y trampolín político para unos cuantos, aunque los ejidatarios siguieron en la miseria.

Sin embargo, la decandencia del henequén siguió imparable. Entre 1970 y 1980 la producción cayó drásticamente de 146 mil a menos de 90 mil toneladas anuales, según cifras oficiales.

En el interinato de Víctor Cervera Pacheco (1984-1987) se elaboró el Programa de Reordenación Henequenera y Desarrollo Integral de Yucatán, con el objetivo de diversificar la economía y preparar el retiro gradual del Estado en la industria del otrora oro verde. Miles de campesinos terminaron de pescadores. El resultado: pobreza.

La ruina de esta actividad se registró en 1992, con el gobierno interino de Dulce María Sauri, al dejar el estado de subsidiar la producción, disolver Cordemex y liquidar a 38 mil ejidatarios. De esta forma, el henequén quedó sometido a la libre competencia del mercado, al trabajo de unas 14 mil personas y a la bendición de Dios. Sauri erogó, en su momento, 100 mil millones de viejos pesos para apoyar la actividad.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), de 1990 a 1993 la producción se contrajo de 35 mil a 27 mil toneladas anuales, en una superficie promedio de 53 mil hectáreas. En 1999 Yucatán logró producir 25 mil toneladas de fibra. Sin embargo, para los empresarios que utilizan el henequén en la confección de tapetes, cuerdas y otros derivados, la producción es insuficiente.

Homero Rodríguez Osorio, gerente de Tejidos de Henequén, resume los por qués de las importaciones del agave: "El costo es más barato y tiene mejor calidad que el material local". Para algunos investigadores, como Rodolfo Canto Sáenz, de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Yucatán, la demanda del producto subirá ligeramente. Otros insisten en que se apliquen aranceles a la importación.