MARTES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 

Ť Luis Hernández Navarro Ť

Tan cerca, tan lejos

El triunfo de Vicente Fox ha sido presentado como una prueba de que el zapatismo ya no tiene razón de ser. Si el EZLN se levantó en contra del autoritarismo del gobierno del PRI --se dice--, la derrota del tricolor hace inecesaria su lucha. Si no recapacitan pronto --se insiste--, los rebeldes quedarán irremediablemente aislados.

Sucede, sin embargo, que Fox no ha asumido la Presidencia de la República, y que sus promesas de gobierno son, por el momento, sólo palabras. No ha pasado aún la prueba de los hechos. Y, por el contrario, como fue evidente a lo largo de la campaña electoral, parece ser un personaje público que cambia con extraordinaria facilidad lo que dice y ofrece.

Pareciera ser, además, que por lo pronto el aislamiento del zapatismo es más un deseo de sus detractores que una realidad. El nerviosismo del PAN y de la próxima administración gubernamental ante el silencio de los insurgentes es más que obvio. Chiapas sigue siendo un asunto central de la agenda política nacional, sin que el EZLN haya fijado públicamente su posición ante el próximo régimen. La figura de Marcos es mucho más conocida internacionalmente que la del futuro presidente, por más que las elites políticas reconozcan en la victoria de Fox un paso de México a la democracia.

Sin ir más lejos, entre el 10 y el 17 de septiembre se realizaron en Dinamarca y Suecia ciclos de conferencias, conciertos y reuniones sobre el conflicto en Chiapas y la lucha indígena. Centenares de jóvenes, estudiantes y profesionistas en los dos países, convocados por organizaciones no gubernamentales como Tinku, comités de solidaridad como Durito y varias universidades, escucharon atentamente la situación actual por la que atraviesa México y el futuro de la autonomía indígena, al tiempo que debatieron sobre el tipo de colaboración que quieren tener con el proceso de paz y las comunidades rebeldes. El motor y cemento de esa convocatoria se llama zapatismo.

Las sociedades europeas viven un profundo y complejo proceso de definiciones alrededor del multiculturalismo y la globalización. Nacionalistas y europeizantes discuten en torno al perfil del continente y la redefinición de las fronteras nacionales. Un agrio debate está en marcha entre quienes dan la bienvenida a migrantes provenientes de naciones con tradiciones culturales distintas (el Islam o los países africanos) y aquéllos que consideran que estos flujos nacionales son un peligro para su identidad, las redes de bienestar social, la democracia y el empleo. La pretensión de diversos pueblos originarios de constituir sus propios Estados constituye una fuente de conflicto permanente y en ocasiones es enfrentada con propuestas de autonomía o de secesión pacífica. Dinamarca tiene con Groenlandia un acuerdo de autonomía que escandalizaría a los Burgoa Orihuela y sus discípulos, mientras que checos y eslovacos acordaron una separación y formación pacíficas de dos Estados nacionales distintos.

Una parte de la juventud europea y un buen número de sus intelectuales ven en el lenguaje y las propuestas zapatistas sobre la diversidad, la autonomía, el poder y la resistencia al neoliberalismo, elementos originales y valiosos en la elaboración de propuestas para enfrentar los retos de sus sociedades. En esos pueblos existe una larga tradición de solidaridad con las luchas del tercer mundo: después del golpe militar en Chile abrieron sus fronteras a los refugiados políticos; la resistencia sueca a la guerra de Vietnam fue notable; y su apoyo a la rebelión indígena no surge de la culpa o de la incapacidad de transformar sus sociedades, sino de que ven en ella una causa justa y valiosa en su propia lucha.

Cientos de esos jovenes han visitado México y han pasado meses en campamentos de paz. La experiencia vivida los ha marcado profundamente. Su información sobre el país es amplia, profunda y actual. Al regreso a sus países han organizado talleres y encuentros para contar lo que vieron y aprendieron. No tienen pensado detener sus viajes solidarios en los próximos meses, sino todo lo contrario. Ven con escepticismo al gobierno de Fox y no se hacen muchas ilusiones de que las cosas mejorarán en el corto plazo para los rebeldes.

ƑQué los anima para que estando lejos se encuentren en realidad tan cerca de México? Tal y como señaló con un dejo de malestar y desprecio Julio César Martínez, un mexicano de Tijuana que estudia en Suecia y que estuvo presente en una enorme reunión de solidaridad con la lucha de Chiapas realizada el 16 de septiembre en la Casa de la Cultura de Estocolmo: "Estos que están aquí son unos radicales... Lo único que tienen en común con los zapatistas es su ideología". Sólo eso.