LUNES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť CIUDAD PERDIDA

Ť Miguel Angel Velázquez Ť

Ť La soberbia hizo perder a panistas

Ť El PRI no cantan mal las rancheras

Sólo hubo un momento y fue casi imperceptible. La puerilidad de un representante de Acción Nacional, hijo del ITAM, pero próxima contratación del Bronx legislativo, hizo que Rosario Robles apretara las mandíbulas y contara hasta diez.

Un reportero adscrito a la Asamblea Legislativa explicó la respuesta de la jefa de Gobierno: "Leeee dijo, miiisógino; leeee dijo, que leeeyera; leeee dijo, igggnorante".

Y es que el púber legislador, quien no se aprendió la pregunta pensada y hasta redactada, dicen los enterados, por José Luis Luege, jefe panista en el DF, después de trastabillar y tratar de entender el cuestionamiento, fue digamos, nalgueado verbalmente por la jefa de Gobierno.

Era el último informe del primer gobierno electo del Distrito Federal y los panistas, prestos a menoscabar la historia, porque la memoria los acusa y porque así es más fácil "pellizcar la soberanía" buscaron, desde la soberbia triunfadora con Fox, la venganza por la derrota en la propia Asamblea, pero fue inútil. Una vez más perdieron.

En el PRI las cosas fueron diferentes. Desde muy temprano, en el segundo piso del edificio de Allende y Donceles se reunieron para discutir su postura frente a la jefa de Gobierno.

Cuauhtémoc Gutiérrez exigía a los miembros de su bancada montar una estrategia de real oposición y alguien más agregó al descubrimiento del líder de los pepenadores que había que exhibir pancartas con preguntas y reclamos hacia el gobierno de Rosario Robles, pero Gutiérrez le enmendó la plana y exigió que fueran mantas donde se inscribieran los desacuerdos priístas.

María de los Angeles Moreno puso orden, recordó que apenas la semana pasada se hicieron acuerdos entre los partidos y entre ellos mismos y que no era el momento para iniciar pleitos inútiles.

Gutiérrez abandonó el lugar enfurecido y se fue a meter en la curul donde guardó un silencio impuesto que promete revanchas en contra de MAM y los seguidores del rijoso.

Porque allí en el interior del PRI las cosas no están resueltas. Las diferencias son enormes y construyen escenarios de conflicto. Nadie puede salvar al PRI del DF, dicen los propios priístas, después de escuchar al legislador Marco Michel en un discurso trasnochado y reciclado.

Y es que Michel, además, es repudiado hasta por sus propios compañeros, tanto que la famosa carta donde un grupo de militantes se deslinda del PRI-DF y donde aparecía el nombre del legislador fue vetada por varios militantes de mucha importancia mientras el nombre de este priísta estuviera impreso.

Pero es que durante el informe hubo algunos nerviosos. El jefe de la policía, Alejandro Gertz, iba y venía de un lado a otro para no sentarse ni un poco cerca del Procurador capitalino, Samuel del Villar que ni siquiera se percató del enojo del jefe policiaco.

En una de esas, Gertz halló a Ramón Sosamontes, ayudante hace algún tiempo del ex procurador, Ignacio Morales Lechuga y ahora encargado de la Policía Auxiliar, empezaron la plática y está se prolongo por más de media hora, hasta que hubo necesidad de entrar al recinto.

Gertz, con la mirada puesta en cualquier parte para evitar el saludo al procurador, fue a sentarse junto al Secretario de Turismo, Agustín Arrollo, que a izquierda tenía a Del Villar.

Había quienes pasaron el rato tranquilos, el Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del DF, leía su periódico mientras la jefa de gobierno hacía su informe y algunas filas más allá, Francisco Solís quien era ayudante del inefable panista Jesús Galván, estrenaba su cargo de legislador hojeando algún diario y Humberto, "el invasor" Serrano, tirado en la curul ponía cara de what? en todo momento.

Total el último informe del primer gobierno electo en la ciudad de México, midió y explicó en boca de la Jefa de Gobierno los por qué de este periodo diferente.

En el palco central, el jefe de Gobierno electo, Andrés Manuel López Obrador, y allí como testigo sólido, Cuauhtémoc Cárdenas, de negro y oro, atento al tablero de aquel ajedrez donde después de seis horas, Rosario Robles movió al final para decretar el jaque mate.

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