DOMINGO 17 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Encabezó el grito de Independencia en la ranchería de San Cristóbal


''Si nos dejan llegar'', el próximo año estaremos en el Zócalo: Fox

Ť Entonó una frase de El rey y convivió con los lugareños en la verbena popular

Juan Manuel Venegas, enviado, Rancho de San Cristóbal, Gto., 15 de septiembre Ť ''šSi no nos han tirado de la silla, sí, ahí estaremos!'', el próximo año, dando el grito en el Zócalo. Quizás fue sólo una broma, pero la planteó, espontáneo, dos veces: ''si nos dejan llegar, por supuesto, ahí será''.

Camina Fox Quesada por las callecitas de San Cristóbal. Pasan las 10 de la noche y en unos minutos más encabezará aquí la tradicional ceremonia del popular grito del 15 de septiembre. Uno se le acerca, busca la plática, la simple conversación:

-Ya el próximo año será en el Zócalo, señor Fox.

Y la frase, la respuesta que sólo él sabe por qué la dijo: ''Si nos dejan llegar...''

Es la noche de San Cristóbal. La fiesta con la que, algunos aseguran, este pequeño rancho del municipio de San Francisco del Rincón ''pasará a la historia del país''.

Gobierno de nuevas esperanzas

Esta noche Fox se movió entre las imágenes del pasado y del futuro.

Como cuando arrancó campaña aquel 18 de noviembre de 1999 en Dolores Hidalgo, hoy nuevamente hizo sonar, simbólicamente, las campanas de la independencia. Pero lo que siguió no fue ya la arenga de campaña; ahora fue el compromiso, la visión del futuro gobernante: ''a partir del primero de diciembre, sin duda, empezaremos una nueva etapa en la historia de nuestro país; un nuevo gobierno y nuevas esperanzas que esperamos cristalizar''.

Aquella imagen de Fox en el atrio de la histórica iglesia de Dolores, que tanta molestia causó en el oficialismo priísta por recurrir a los símbolos patrios en su campaña, vino a la memoria en la lluviosa noche de este viernes en San Cristóbal. Y es que si bien en esta ocasión lo que se escuchó fue la campana del pequeño y, hasta hace unos meses, desconocido templo sancristobalense, el protagonista que jala de la cuerda sigue, al menos así lo dice, empeñado en cambiar la historia. No tiene dudas, insiste, los mexicanos ''estamos listos para despegar en este ya iniciado siglo XXI''.

Y en esta noche de los símbolos, previendo un futuro por el que ''bien vale la pena trabajar'' (Fox dixit), un lugareño se atreve a pronosticar: a partir de hoy, la ranchería de San Cristóbal pasará también a la historia, porque esa campana ''marca para siempre (sic) el fin de los gobiernos del PRI''. Reta: ''šya lo verá... ya lo verá!''.

San Cristóbal, bajo custodia

El caserío del kilómetro 12.5 de la carretera Arandas-Jalisco amaneció custodiado por más de cien soldados -todos vestidos de civil- coordinados por el Estado Mayor Presidencial. Desplegados en las cuatro entradas del rancho de la familia Fox, ningún desconocido entró sin pasar por revisión personal y arco detector de metales.

Los militares se encargaron, incluso, de supervisar la instalación de los pocos puestos de fritangas y juegos que por la noche y ante la incesante lluvia fueron también refugio de los visitantes.

A decir de algunos, el despliege se ordenó ''pensando'' en que la noche del grito sería con plaza llena y se contaría con la presencia de invitados especiales, o sea, políticos del primer círculo foxista. fox-vicente-grito-jpg

Pero la realidad fue otra. Si bien algunas familias de León, San Francisco y de la vecina región jalisciense de Los Altos se dejaron venir, lo cierto es que la plaza sancristobalense apenas se vio medio llena. Tampoco llegaron los integrantes de la nueva clase política del foxismo.

Fue un acto discreto y sencillo; austero y pueblerino. Bajo absoluto control sus habitantes de una ley seca que se decretó desde la mañana de este viernes y se prolongaría hasta el día siguiente.

Desde muy temprano todo estaba listo para que el presidente electo de México protagonizara los festejos por el aniversario del inicio de la Independencia nacional. Simbólicamente, en los hechos, arrancaría aquí la era del foxismo por venir.

La fiesta del pueblo empezó pasadas las 19 horas, con la amenización que corrió a cargo de grupos de niños de la escuela primaria Ignacio Allende (bailaron y se vistieron de todo) y, en la parte pesada (literalmente pesada), por la banda El trancazo que, además de malos músicos, resultaron despistados y maleducados en su triste afán de ser chistosos.

Despistados porque estando en Guanajuato y queriendo ''halagar'' a un guanajuatense, empezaron entonando... El sinaloense; y cuando el solista del grupo quiso quedar bien con el futuro mandatario, con su voz chillona soltó algo que quiso ser broma: "ƑY cómo me dirijo a usted? Ƒcomo Chente o como señor Vicente?". Nadie sonrió.

Tampoco cuando, a fuerza de querer congraciarse, se plantó frente al mandatario electo y prácticamente le pegó el micrófono en la boca para que lo acompañara con El rey. Con dinero y sin dinero, apenas se alcanzó a escuchar... El tipo entendió que no era su noche y a la siguiente canción mejor se retiró con todo y sus cuates del trancazo.

Fox había salido unos minutos después de las 10 de la noche de la casa de su madre, Mercedes Quesada. De ahí también salió un centenar de invitados provenientes de las familias acomodadas leonesas, a las que se les reservó un alineado sillerío en el centro de la plaza. Cercado por vallas metálicas del Estado Mayor Presidencial, nadie más tuvo acceso a la zona restringida para los amigos de los Fox. Para ellos tampoco hubo ley seca; a varios se les vio, muy alegres, con su cuba o tequila en mano.

Suertudos, tampoco se mojaron, porque en la hora que no llovió, fue el mismo tiempo que duró la ''ceremonia oficial del grito'' en San Cristóbal.

Unos momentos se les separó Fox que, alentado por la presencia de la prensa y la pausa de Tláloc, recorrió los puestos de las enlodadas y encharcadas calles. ''Muy contento y satisfecho, me siento a todo dar; ya he dicho que cuando vengo aquí, al rancho, me siento en absoluta tranquilidad'', comentaba mientras saludaba, firmaba autógrafos y posaba con sus seguidores para la foto...

Ahí va el presidente electo, como en campaña, besando y abrazando a los niños que se atreviesan a su paso...

-Ya el año que entra será en el Zócalo -se le busca.

-ƑQué? -reacciona.

-Pues el grito...

-šAh bueno! šEso si nos dejan llegar! -rie discreto y levanta las cejas.

-Y quién se lo va a impedir, hombre, šel próximo año es en el Zócalo!

-Bueno -sigue sonriendo Fox-, si para entonces no nos han tirado de la silla, sí, ahí estaremos...

La plática no puede continuar. Entre la gente que busca al presidente electo y los escoltas que a todos empujan resulta imposible mantenerla.

Fox se dirige al centro de la fiesta. La niña Beatriz Castro Anguiano, abanderada de la escolta de la primaria Ignacio Allende, le entregaría más tarde el lienzo que ondeará mientras lanza los vivas a los héroes que nos dieron patria...

La campana sonará. Lo dicho, antes y después, ahí quedará.