MIERCOLES 13 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť El programa buscaría el desarrollo integral del sureste mexicano


Firmó con gobernadores la Declaración de San José

Juan Manuel Venegas, enviado, San José, 12 de septiembre Ť El presidente electo, Vicente Fox Quesada, y los gobernadores de Tabasco, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Campeche, Chiapas, Quintana Roo y Yucatán, firmaron hoy aquí la Declaración de San José, que los compromete a emprender, de manera conjunta y coordinada, el Plan Integral de Desarrollo para la Región Sur-Sureste de México.

Este es el primer paso para extender, en el corto plazo, el proyecto hacía los países centroamericanos, subrayó el futuro mandatario quien, en el colofón de este "triunfo político", se definió como "un profesional" en el ejercicio del gobierno.

Y es que la reunión para la firma del acuerdo, más allá de que se lograra, estuvo marcada, todo el tiempo, por el significado político del hecho de ver sentados, en la misma mesa y en un ambiente "cordial", a los llamados duros del alicaído priísmo con el hombre que, precisamente, les endosó el sello de la derrota.

Aquí estaban, respondiendo a la convocatoria de Fox, el tabasqueño Roberto Madrazo; el chiapaneco Roberto Albores; el yucateco Víctor Cervera; el campechano Antonio González Curi; el poblano Melquiades Morales; el quintanarroense Joaquín Hendricks, y los secretarios de Desarrollo Económico de Oaxaca y Veracruz, José Moreno Sada y Everardo Souza, representantes respectivamente de José Murat y Miguel Alemán Velasco.

El salón Chaperno del Instituto de Biodiversidad de San José -donde se firmó el convenio de cooperación- fue mudo testigo de un acto que, coincidieron todos los protagonistas, refleja los nuevos tiempos de la política.

Las escenas que se vieron, hasta hace unos meses eran impensables: Cervera Pacheco -aquel que regalaba bicicletas para que los jóvenes yucatecos no fueran a los mítines de Fox- conversaba muy sonriente con el duranguense Rodolfo Elizondo; se palmeaban y, finalmente, se abrazaban. Se quedaban de ver.

El mismo Elizondo, en gustoso papel de operador político del foxismo, juntaba a Albores -"yo nunca estuve contra Fox", dijo- con quien será su sucesor, Pablo Salazar Mendiguchía. Como si fuera réferi, los agarraba de los hombros, mientras, voz casi en murmullo, algo acordaban los chiapanecos, con el asentimiento del panista.

Más todavía, Morales y González Curi felicitaban a Santiago Creel y le agradecían la invitación a Centroamérica. Presumían su ánimo de colaboración. Signo de los nuevos tiempos, también, ver cómo los representantes de Murat y Alemán buscaban afanosamente acercarse a Eduardo Sojo, coordinador de la mesa económica para la transición, para solicitarle no perder el contacto y seguir conversando sobre el acuerdo firmado.

Y como colofón: el durísimo Madrazo -aspirante a dirigir al PRI y encabezar su "reposicionamiento"- y Fox Quesada, sellaban, fundidos en un abrazo y un fuerte apretón de manos, el "histórico encuentro".

No hay diferencias, tampoco "estira y afloja" con Fox, comentaría el gobernador de Tabasco, "y no tiene por qué haberlas cuando hablamos del progreso en favor de la gente y, para nosotros, la gente es primero y después son las diferencias de carácter partidista".

Los sonrientes Elizondo y Creel destacarían la trascendencia del acuerdo, no sólo para el desarrollo de la región "más pobre del país", sino para la consolidación del diálogo y el consenso como los instrumentos básicos del ejercicio del gobierno.

"Rotundo triunfo para la democracia en México", calificaría Elizondo.

Y Fox Quesada remataría: "Soy militante activo del PAN y luchador por la democracia, pero en la tarea de gobierno, soy un profesional. Mi gobierno no distinguirá colores y tendré acceso y comunicación con todos los gobernadores, diputados y alcaldes...".

Les dijo a los priístas: "No habrá en mi gobierno ni entenados, ni olvidados ni privilegiados... Todos tendrán el mismo trato. La única distinción que voy a hacer es entre corrupción y honestidad". No será tampoco, agregó el panista Vicente Fox Quesada, un presidente "que llegará a cobrar facturas..."

 

Los puntos del acuerdo:

prioridad a las comunidades indígenas

 

La Declaración de San José se traduce en diez puntos. Los presentó Fox Quesada:

"Construir una política integral de desarrollo para la región sur-sureste de México; impulsar un esquema coordinado de acción entre el gobierno federal y los gobiernos estatales y municipales en la promoción del desarrollo sustentable; impulsar la vocación económica específica de cada región y de cada estado; desarrollar la infraestructura que la vocación específica requiera con compromisos presupuestales concretos; buscar orientar la inversión pública, a fin de detonar los esquemas de desarrollo económico y social; aumentar la productividad agrícola y las oportunidades de empleo en las zonas urbanas y rurales.

"Fortalecer el desarrollo humano de los habitantes de la región, dando especial atención a los grupos más desprotegidos, con la prioridad de formar capital humano; integrar a todos los componentes de la sociedad en un esfuerzo incluyente, plural y democrático, y coadyuvar a un desarrollo que fortalezca las tradiciones culturales de la región y los derechos de las comunidades indígenas, como actores principales de este proceso de desarrollo".

Se buscará sumar, dice el convenio, la participación de los municipios, la sociedad civil y al sector privado a todos los programas y proyectos del plan para el sureste.

Y a la lectura del acuerdo siguió un largo, fuerte aplauso...