DOMINGO 10 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť La libertad de información, fundamental para la democracia, dice
Sugiere Góngora acudir a tribunales si hay inconformidad con los medios
Ť El presidente de la SCJN rechaza comentarios de quienes critican a la prensa
Jesús Aranda Ť La libertad de los medios de comunicación es fundamental para un país democrático, señala convencido el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Genaro David Góngora Pimentel. Puntualiza que "toda actitud de cualquier autoridad inclinada a entorpecer la libre manifestación de las ideas es contraria a los ideales proclamados en ese gran movimiento revolucionario que luchó por implantar en el país un régimen de justicia social".
Entrevistado en sus oficinas del máximo tribunal de justicia del país, Góngora Pimentel rechaza los comentarios de quienes se quejan porque la prensa, la radio y la televisión condenan a presuntos culpables antes de que se emita el fallo judicial correspondiente.
En el contexto de la controversia generada por el suicidio del ex subsecretario de Comercio y Fomento Industrial Raúl Ramos Tercero, el presidente de la Corte precisó que cuando algún ciudadano se sienta perjudicado por la acción de los medios informativos "puede acudir a los tribunales", y es más, "ya lo han hecho".
Góngora Pimentel calla un momento y le pide a uno de sus colaboradores que le traiga el informe de la SCJN del año 1933. Sin mayor problema localiza la página deseada y lee en voz alta:
"...El periodista es el gran luchador que, haciéndose eco de los anhelos que cuando menos, según su sentir, palpitan en la vida del pueblo, pugna por su triunfo sembrando las ideas que juzga más adecuadas para lograrlo..., desprovisto de infalibilidad, como todo ser humano, no siempre será acertado en la elección de los medios que emplea para llegar a alcanzar lo que él juzga el ideal, ni tendrá en todo tiempo una visión clara de ese ideal, existirá a veces alguna falta moral que lo lleve por caminos extraviados, y quizá no sepa corresponder a la alta misión que le está confiada, pero en todo caso su propia actividad y firmeza de ánimo servirán siempre cuando menos para despertar energías apagadas.
"Creará oportunidades para la depuración de la doctrina que tendrá que traducirse en un mayor avance de las instituciones, claro es que su acción esencialmente difusora tendrá que ser peligrosa para aquellos actos o principios cuya propia debilidad no les permita sufrir una amplia discusión, también es cierto que habrá circunstancias en las que su propio poder exija un combate vigoroso que contrarreste su acción perniciosa por mal encaminada cuando lo esté, pero sin duda alguna que, en ningún régimen de libertad esa lucha contra su acción, por gravemente dañosa y perjudicial que ésta se suponga, quedará justificada si se lleva a cabo matando la fuente de energía que lleva consigo".
Y alzando la voz, continúa con la lectura: "porque mayores males resultarán con el ahogamiento de las ideas, perenne origen de todos los abusos del poder; debido a esto, una de las garantías individuales por las que más se ha luchado en nuestro medio social es la consignada en el artículo séptimo de la Constitución General de la República, complementada con la que señala el artículo sexto del mismo código fundamental; su existencia ha sido proclamada desde las primeras constituciones y aunque la forma liberal con que se la protege ha sufrido, en gobiernos de tendencias dictatoriales, algunos opacamientos, su reintegración en el código de 1917 ha sido considerada como uno de los mayores y más prestigiados triunfos que pudo alcanzar el pueblo mexicano en su marcha evolutiva y en su lucha inflexible contra tendencias retrógradas".
De manera que, "toda actitud de cualquier autoridad inclinada a entorpecer la libre manifestación de las ideas es considerada contraria a los ideales proclamados en ese gran movimiento revolucionario que lucha por implantar en el país un régimen de la más pura justicia social".
Levanta la vista, cierra el libro y enfatiza: "Yo estoy de acuerdo con eso".
El máximo tribunal de justicia, como un reloj
Al inicio de la entrevista, el presidente de la Suprema Corte enseñó orgulloso tres antiguos relojes de péndulo, uno data de hace 150 años, otro de 95 y el más moderno, de 65 años. Todos ellos lucen ahora impecables, después de que por mucho tiempo permanecieron arrumbados y olvidados en las oficinas del presidente en turno del máximo tribunal.
Ahora trabaja así el Poder Judicial de la Federación, dice ufano, como reloj, todos los engranes trabajan perfectamente y en armonía.
-Hablando de los relojes, Ƒcómo se aceitó la maquinaria al interior del pleno para resolver el problema de Banco Unión?
-Como se trataba de un caso excepcional -fue el primer conflicto constitucional entre dos poderes federales, el Ejecutivo y el Legislativo-, nunca nos habíamos visto con un asunto así, varios ministros, yo creo que ocho o a lo mejor nueve, presentamos estudios sobre ese tema, estudios muy documentados y estuvimos recibiéndolos y estudiándolos. La tramitación de este asunto llevó mucho tiempo, meses, porque una vez que se corre el traslado a las partes, éstas presentan su contestación, la demanda, luego el periodo de ofrecimiento de pruebas, alegatos, luego una audiencia y eso hace que transcurra también el tiempo.
-ƑPero cómo se fue dando esta discusión, hubo siempre consenso en cuanto cuál era el tema central?
-Yo pienso que se llegó de una forma muy natural. Después de estudiar los trabajos que presentaron los ministros para sostener la obligación de informar a la Cámara en los asuntos relativos a los créditos, se encuentra en los artículos constitucionales que se dictaron que es obligatorio informar, y por lo tanto, es algo que debe obedecerse antes que el secreto bancario, cuya obligación de guardarlo se encuentra en una ley bancaria, obviamente, inferior a la Constitución, ese es el punto central de la controversia.
-Sin embargo, inicialmente se pensó que el asunto sería mucho más complicado, Ƒno?
-Sí, por las complicaciones técnicas de que los fideicomisos son entre particulares, además de los problemas técnicos para llegar a eso. Lo político no lo determinó, porque ante la opinión pública, parecía que así sería. La Corte resolvió hasta que pasaron las elecciones, precisamente para que no fuera utilizado como un argumento político, a favor o en contra de cualquiera de los partidos.
La nueva Ley de Amparo
-Pero esto sienta un precedente para la Corte, Ƒpara que se revalore su papel...?
-Creo que el papel de los jueces se va valorando y midiendo conforme van trabajando; en algunos casos la solución del juez está de acuerdo con el sentir popular, alimentado por los medios de comunicación, en ese caso es muy bienvenida la sentencia y en otros casos es al revés, pero el juez no debe guiar su actividad por el sentir popular, sino por lo que digan la Constitución y la ley, independientemente de lo que piense el público, por eso es un poder que no debe orientarse por las presiones externas, sino por su criterio de cómo debe de resolverse un conflicto; creo que para eso nos eligieron para aplicar la Constitución y la ley, independientemente de cualquier otro viento que sople.
-La Corte ha impulsado la creación de una nueva Ley de Amparo, Ƒpor qué el interés y la necesidad de que el Congreso la apruebe?
-Para mí, el proyecto debe salir, en su caso, con las reformas que consideren los legisladores, que son los que dicen la última palabra, porque restructura el sistema del amparo, lo hace más acorde con nuestra realidad del año 2000, la Ley de Amparo es de 1936 y a pesar de que ha sufrido modificaciones, no ha sido puesta al día, a la realidad social. Tal vez era adecuada para una sociedad que era casi agrícola en 1936, en tanto que los problemas fiscales, administrativos, de defensa de la competencia, monopólicos, etcétera, no existían en la forma tan complicada como ahora, que requieren más tiempo. Se trata de ponerla al día, de acuerdo con la época en que vivimos -concluye el ministro.