JUEVES 7 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 


* Vilma Fuentes *

Vacaciones culturales en Francia

Desde hace poco más de 25 años que radico en París, no sé si a causa de la suerte o de la fatalidad, he visto extenderse eso que se llama la vida cultural a lo ancho y a lo largo de Francia. Tal vez a causa de una economía de paz que reina en Europa occidental y a una tradición típicamente francesa que no puede negarse, el presupuesto encontró en la cultura una manera de crear al mismo tiempo empleos, beneficios y atractivos. Sin pretender dar ejemplos, y menos aún resultados económicos, podría asegurar que la llamada ''cultura'', incluso subvencionada, también produce dinero, como bien lo saben los comerciantes, las oficinas de turismo y otros administradores públicos y privados.

Pero si todas esas actividades alrededor del libro, la pintura, el cine, el teatro, la música y otras artes como la culinaria o la de la moda, se expanden durante el año laboral ųen Francia va de septiembre a junioų, tienen su apogeo en los meses de verano.

En efecto, el francés ha inventado un deporte mágico, casi milagroso: la cultura.

No basta con desentumirse el cuerpo con el nado, el remo, la caminata, el alpinismo o cualquiera otra acrobacia. Los largos invernanles meses de boulot-dodo-metro (chamba-sueño-metro) necesitan también la compensación de la inteligencia. No en vano se han escuchado las mismas informaciones en la televisión o la radio, leído de prisa los títulos, acaso un artículo, en Le Monde, Le Figaro o Libération.

Así, durante el verano, esos tres meses de vacaciones escalonadas, cuando los habitantes de los países nórdicos, y los mismos franceses de regiones del norte, bajan en busca de un sol menos inconstante y de un calor más seguro, las ciudades del sur han ido inventando diversas actividades y otros anzuelos para atraer al turismo. En efecto, Ƒacaso no circulan por el territorio francés más de 60 millones de turistas en busca de los deportes que ofrecen la oportunidad de practicar, con un buen clima, el mar, la montaña o el campo? Como también, cada vez más numerosos, los viajeros que desean visitar castillos, catedrales, capillas, museos; asistir a exposiciones, piezas de teatro y otros espectáculos; escuchar óperas y conciertos, participar en festivales de todo género que se multiplican año tras año y de ciudad en ciudad en Francia.

La proliferación cultural veraniega tendría necesidad de expertos multitudinarios para elegir en ese extenso abanico cultural, que va del arte de la cocina al de la poesía, del desfile de moda al circo, de las marionetas a la ópera, del blues al teatro del absurdo... o de la cocina de flores a la de yerbas. Se escoge, entonces, al azar ųy el entusiasmo efímero o la decepción sin remedio, dos caras de la misma moneda, son muchas veces el resultado.

El pesimismo de un autor francés, quien veía en esta proliferación una nueva forma de la censura, más sutil que la de cualquier antigua dictadura, puesto que impide por exceso la posibilidad de escoger al ocultar bajo la multitud de malas obras la buena ųteoría que tiene sus razones y debe reflexionarseų, me recuerda la insólita experiencia de la censura soviética, la cual desaparecía los libros al mismo tiempo que los hacía copiar por los empleados del KGB para sus archivos. Una manera de conservar como cualquiera otra.

En efecto, aunque me acusen de optimismo, seguiré creyendo con Rilke que un buen poema subsiste a un naufragio.

Asimismo, no deja de ser enigmática y esclarecedora la exposición del Museo de Bellas Artes de Dijon, acaso el más antiguo de Francia. Fundado por el pintor François Devoyes, en 1787, con vocación exclusivamente pedagógica, bajo la protección del príncipe de Condé, el museo recibirá durante la Revolución las obras confiscadas a los aristócratas emigrados y a la Iglesia. Vendrán después los tesoros artísticos provenientes de las conquistas napoleónicas. šEl arte es accesible al público, en fin! Y las colas crecerán año con año.

Las vacaciones culturales son obligatorias: nadie que se precie de pensar, aunque no sea en el precio de una obra de Van Gogh, podrá escapar a una visita a un museo, a una exposición, a una representación musical o de teatro.

Y sin embargo, entre el célebre Festival d'Avignon, consagrado a la música y al teatro ųdonde Guadalupe Bocanegra interpretó en francés y español el monólogo de Enrique Pineda, Viva la Frida Kahlo; el de la ciudad de Arlés, dedicado a la fotografía ųdonde se dio la primera plaza a las 110 imágenes de Tina Modotti sobre México, 50 de las cuales se exhibían por vez primera; el espectáculo de los voladores de Papantla en diversos lugares; las instalaciones puestas en la ciudad de Lyon en colaboración con la galería Inés Amor y otras actividades en las que participó con su labor el Centro Cultural de México en París ųhoy a cargo de Lucía García Noriega, pero cuya creación es una historia que algún día me veré obligada a contarų y sí, todas éstas y otras actvidades aseguraron la presencia de México de manera exitosa durante el verano. Más que el tequila, a la moda pero escaso, y la cerveza Corona de moda desde hace algunos años. ƑNo la bebía en público el candidato Chirac, hoy presidente, de quien se dice que sigue ofreciéndola en privado?