MIERCOLES 6 DE SEPTIEMBRE DE 2000

 


* Emilio Pradilla Cobos *

Población y desarrollo urbano

Las cifras preliminares del Censo de Población 2000 indican que la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) tiene hoy 18 millones 400 mil habitantes, que su tasa de crecimiento anual promedio disminuye desde 1970, situándose en 1.4 por ciento entre 1995 y 2000, ligeramente por debajo de la nacional (1.6 por ciento), a pesar de lo cual su población total aumentó en 2.8 millones en los últimos diez años.

El Distrito Federal tiene 8.6 millones de habitantes, una tasa de crecimiento descendente desde 1960, creció entre 1995 y 2000 en 0.3 por ciento anual promedio, tasa mucho menor que la del país y la ZMVM, y recibió 400 mil habitantes más en la última década. Mientras el crecimiento de la población del DF se estabiliza en un nivel muy bajo, los municipios conurbados siguen creciendo a ritmos mayores a la media nacional y la metropolitana, y muy superiores a los del DF. Es una buena noticia para la capital del país, pero no lo es para la metrópoli y menos aún para los municipios conurbados del estado de México. La reducción del ritmo de crecimiento del DF y la ZMVM es muy positiva, pero no significa que la población deje de crecer.

Al interior del DF se observan diferencias importantes: las delegaciones más céntricas (Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Gustavo A. Madero, Azcapotzalco, Coyoacán e Iztacalco) pierden población en grados diversos, mientras en las periféricas, que disponen de suelo rural, crece a tasas mucho mayores a la media de la entidad.

La expulsión de población del centro, por el cambio de uso del suelo y los inmuebles de vivienda a comercio y servicios, presiona a la urbanización periférica en suelo de conservación, con graves costos para la sustentabilidad ambiental: eliminación de áreas de infiltración para recarga del acuífero, variación de los escurrimientos naturales y creación de cauces artificiales rápidos (calles) que concentran las aguas de lluvias sobre el drenaje elevando el riesgo de inundaciones; reducción de la masa verde para captura de carbono y generación de oxígeno, depredación de la fauna originaria y destrucción de áreas naturales recreativas. Mientras se despueblan zonas dotadas de infraestructura y servicios, se pueblan las de reserva ecológica y producción rural, con elevado costo para los individuos y el erario público.

Los desplazamientos territoriales de la población residente llevan a la subutilización de infraestructuras para servicios sociales, tales como locales educativos y de salud, en las áreas de vaciamiento, mientras en las de crecimiento periférico aumentan su déficit. Igualmente, el cambio en la estructura de edades de la población del DF, marcada por el envejecimiento, crea nuevas necesidades de servicios específicos para la tercera edad.

El vaciamiento poblacional de las áreas centrales no implica ausencia de actividad humana y urbana: diariamente llegan al DF entre 4 y 7 millones de personas provenientes de los municipios conurbados y otras localidades de los estados vecinos a trabajar, comprar y consumir, a realizar gestiones, acceder a servicios de educación, salud, turismo y recreación; consumen infraestructura y servicios, reciben subsidios, pero no causan tributo al fisco local, pues los impuestos de la actividad económica llegan sobre todo a las arcas federales. En servicios sociales