MIERCOLES 6 DE SEPTIEMBRE DE 2000
* Ricardo Legorreta será homenajeado en el Palacio de Bellas Artes
La moda me causa pánico por ser un juego que deviene dictadura
* La mercadotecnia es el peligro mayor de la arquitectura de México y el mundo, alerta
* En el país no podemos tirar el dinero por la alcantarilla; hay que edificar cosas que perduren
Miryam Audiffred * A punto de cumplir 70 años y con toda una vida de amar y tratar de aprehender la arquitectura, Ricardo Legorreta todavía descubre en su profesión cosas que lo atemorizan y dejan sin aliento.
El arquitecto está a unas horas de recibir un homenaje en la sala principal del Palacio de Bellas Artes y, no ob stante el reconocimiento público a su labor en México y el extranjero, no duda en comentar que en varias ocasiones ha sentido la tentación de repetirse. Y es que el éxito muchas veces puede ser una limitación. Por eso, este hombre que ha dejado su impronta en casas, plazas públicas, hoteles, catedrales, bibliotecas, fábricas, escuelas, museos y hasta clubes deportivos, señala que siempre es difícil saber hasta dónde llega la innovación del quehacer arquitectónico.
''Estoy seguro de que un arquitecto debe volver a usar aquello que está bien y funciona porque nadie puede inventar una nueva arquitectura cada semana, pero también creo que es indispensable estar abierto a cualquier evolución para no dejar de caminar hacia adelante.
''Además, me parece que no hay nada de malo en resolver las cosas de la misma forma siempre y cuando no tengas una mejor oportunidad."
En el extranjero, sin alardes
Nacido en la capital de la República y poseedor de una especial capacidad para jugar con la cualidad cambiante de la luz, Ricardo Legorreta señala que uno de los grandes peligros de la arquitectura mexicana y mundial es la mercadotecnia.
En este sentido confiesa que su postura es tan clara que puede resumirse en una frase: ''Le tengo pánico a la moda".
Creador del hotel Camino Real del Distrito Federal, añade que el peligro de la moda en la arquitectura radica en gran parte en que ésta existe debido al deseo de ''destacar simplemente por destacar" en las revistas y en ese mundo ''tan particular de los arquitectos" sin pensar en las consecuencias.
''La moda es un juego que al final de cuentas se erige en una dictadura impresionante ųaclaraų. Además, en un país como México no podemos darnos el lujo de tirar el dinero por la alcantarilla al hacer edificios que a los tres años sean obsoletos. En vez de eso, hay que construir cosas serias que perduren.''
Ricardo Legorreta es el primer mexicano en obtener la medalla de oro que otorga cada año el Instituto Americano de Arquitectos, reconocimiento que ųde acuerdo con el juradoų le fue conferido por ''su particular forma de concebir y hacer arquitectura con un estilo intrépido en el que se conjugan los valores de la modernidad con las tradiciones indígenas de su país natal".
El arquitecto mexicano ha dado muestras indiscutibles de esa capacidad para conseguir el equilibrio entre el pasado y el presente en muchos lugares del planeta, mediante edificaciones como la Biblioteca de San Antonio y el Edificio IBM, en Solana, ambos en Texas.
En sus palabras, realizar una obra en el extranjero constituye un ''reto muy particular", pues hay que respetar el entorno. ''No puedes llegar en plan de conquistador, sino conseguir una adaptación total manteniendo la esencia y esto implica una lucha por no dejar de ser tú mismo y respetar al país que te pide que aportes algo", explica.
Además, señala que aún existen muchos clichés en torno de la arquitectura mexicana. Por ejemplo, menciona que en el oeste de Estados Unidos se imaginan nuestros edificios como una construcción ''española deformada".
Legorreta ideó la estructura del pabellón de México que se presenta en la Expo Hannover 2000 y fue en esa misma ciudad alemana donde declaró a los medios de comunicación del viejo continente que los empresarios, los políticos y los propios arquitectos mexicanos son responsables de los desastres arquitectónicos que proliferan en la capital.
Al respecto, comenta que estos sectores olvidan que la arquitectura tiene como función esencial servir a la sociedad y hacer una mejor ciudad. ''Actualmente existe una serie de manipulaciones delicadas. Nunca falta el señor que registra un estacionamiento en un lugar donde no puede funcionar ni el arquitecto que acepta ejecutar una obra sin importarle ocasionar problemas de tránsito, o el político que hace cualquier cosa con tal de decir que impulsó un importante trabajo arquitectónico".
Un romántico empedernido
A muchos años de distancia de aquel preparatoriano que se lanzó a la aventura de diseñar una escuela primaria en Chimalhuacán, Legorreta se considera un romántico empedernido al que no le gusta dormirse en sus laureles.
Está seguro de que el mayor acierto de su vida es trabajar con una gran pasión y en equipo. Por lo pronto, tiene la ilusión y el compromiso de participar de manera activa en la solución de la problemática de la vivienda de interés social.
''Desde el nombre me choca, me molesta tanto que prefiero hablar de vivienda para toda la gente ųexpresa el creador del Marco de Monterreyų. Curiosamente, hice esta declaración cuando me dieron la medalla de oro en el Instituto Americano de Arquitectos y no me llamaron de México sino de España, donde ahora realizo un proyecto de este tipo".
Legorreta confía a plenitud en las nuevas generaciones, no teme a la globalización, mira a México como un país de arquitectos y piensa que más allá de los muros de piedra, tabique y aplanados hay construcciones que con sus colores, su alegría y su misterio evocan al ser mexicano.
No cree en una corriente arquitectónica nacional y, además, piensa que ya nadie pretende construir ''edificios con alma anglosajona".
ƑLas ventajas de su profesión? ''Nunca puedes llegar a la cima porque tus errores los sigues viendo. Cada edificio que construyes se encarga de recordarte todo lo que has hecho mal.
''Por eso, ningún arquitecto es capaz de tener el ego hasta el cielo. Yo, tendría pánico de que me catalagoran de ególatra".
(El homenaje a Ricardo Legorreta se celebrará hoy, a las 20:00 horas, en la sala principal del Palacio de Bellas Artes. Participan Angeles Mastretta, Mario Lavista y Juan Soriano.)