LUNES 4 DE SEPTIEMBRE DE 2000

* Orquesta y coros borraron los resquicios de voz del baladista José José


El prícipe de la canción, destronado; ni gavilán ni paloma, sólo jilguerillo

* El implacable público, benigno con su artista * Noche de nostalgia en el teatro Blanquita

Jaime Whaley * Por ganas no quedó, pero los despojos vocales de José José no estuvieron a la altura de la expectativa generada.

Durante una presentación, el sábado, de su corta temporada en el teatro Blanquita, que registró un lleno total, el llamado Príncipe de la canción quedó poco menos que en plebeyo, bastante alejado de la majestuosa calidad por la que se significó en los comienzos de su carrera, allá, a fines de los sesenta.

Comido, más bien devorado por la orquesta que lo acompaña, José José no fue ni gavilán ni paloma sino que se quedó en remedo de jilguero, aunque, a ratos ųhay que reconocerloų, se le escurrió un chorrito de aquella voz.

Sin embargo, la respuesta del público, que pacientemente hizo cola durante más de una hora para adquirir sus boletos, ya fuera en la oquedad de la taquilla o ante los revendedores, estos últimos uno de los jose-jose-2-jpg signos distintivos de los espectáculos que patrocina la empresa OCESA y que en esta ocasión, generosamente, nada más duplicaron el precio, fue apoteósica: demostró que al cantante no lo ha embarcado, aún, en la nave del olvido.

Aplausos, claveles, rosas, papeles ųseguramente con alguna peticiónų, palabras de aliento y hasta una vela de cera envuelta en celofán le llovieron al cantante cuando rubricó su actuación con El triste.

Fueron casi 50 minutos de nostalgia indudablemente, en los que brotaron temas que por momentos fueron coreados, válgase la redundancia, por el monumental y heterogéneo coro del que resaltó una voz, allá en la parte alta lateral del primer piso, a la que se le escapó un gallito cuando en un momento de trágica emoción, José José prácticamente gesticulaba.

La ausencia de voz empero no es obstáculo para que el baladista maneje bien el escenario. Se planta ahí y empieza la hora de las complacencias; sólo aclara que acaba de llegar de Los Angeles y ya salen las ocho beldades del ballet del Blanquita, que a principio del espectáculo hicieron una conjunción de Eros y la patria; salieron muy desvestiditas, pero eso sí, con sombrero de charro para recordarnos que estamos en septiembre.

O tú o yo, Amar o querer, Quién puede ser, ''...fui de todooo y sin medidaaa...'', José José, en actitud profesional, dándose cuenta de que la voz ya no es lo que era, bajita la mano solicita a sus coros ųlas hermanitas Salinas, las presentaría despuésų le bajen a los fondos para no ser borrado por completo, pues ya con lo de la orquesta, dirigida por Rodrigo Alvarez, es suficiente

Te extraño, rolón ųcomo lo catalogan algunos románticosų de Armando Manzanero, tema con el que le dio un giro a su carrera, es recibido con sepulcral silencio y sigue Lo dudo y esa otra de poética letra, ''...porque el sentimiento es uno y ceniza la palabra, el amor acaba...''.

En fin, el público, que es juez implacable, también sabe perdonar y eso es lo que ha hecho en esta velada que comenzó, como ya se apuntó, con el cuadrito mexicano, y luego vino la presencia de Sandra Montoya, cantante vernácula, que aparece con su vestido ampón blanco con adornitos de nopales en lentejuelas en el faldón, y ya le quita el violín a un mariachi y ella lo ejecuta aceptablemente.

Oskar, polifacético imitador, hace las caracterizaciones de Raúl Di Blasio, Chamín Correa y Santana, para dejarle el turno a Sol Moreno, también del género folclórico y de voz pequeña pero privilegiada, y así queda listo el tablado para que el baladista entre en acción.

Hay canciones de letra premonitoria: ''...Lo que un día fue ya no será'' y ''...me moriría si te vas...'' y se fue... la voz.