LUNES 4 DE SEPTIEMBRE DE 2000
* El gobierno federal no resolvió el problema
"Enfermedades de la pobreza" matan cada año a 20 mil niños
* La desnutrición, un mal económico, no educativo: investigadora
Carolina Gómez Mena * Pese a que es responsabilidad del Estado garantizar la autosuficiencia y la seguridad alimenticia, y que tiene en su poder uno de los supuestos mejores instrumentos para revertir el subconsumo y la desnutrición, es decir, el salario mínimo, la política llevada a cabo en este ámbito por la actual administración federal no ha dado respuesta efectiva al problema.
Según datos del área de investigación de la Universidad Obrera de México (UOM), en el país 4.5 millones de familias enfrentan el hambre y la desnutrición, y a raíz de esto cada año 20 mil niños mueren por enfermedades derivadas de la falta de una alimentación adecuada o por las llamadas "enfermedades de la pobreza".
Asimismo, el Instituto de Estudios de la Revolución Democrática (IERD), dirigido por el ex senador Jorge Calderón, dio a conocer que tan sólo en las zonas rurales de los 12 estados con mayor índice de marginación, más de 42 por ciento de los niños en edad prescolar padece algún grado de desnutrición, lo que según este organismo refleja que México "incumplió" durante este sexenio las metas fijadas en la Cumbre Mundial de la Infancia en materia de nutrición.
Después de que el IERD realizó un amplio análisis del impacto de las políticas neoliberales en la población ųcita el economistaų y de acuerdo con el índice de desarrollo humano establecido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), México ocupa el lugar 50 entre los 175 países analizados a nivel mundial, esto con base en los indicadores de educación, expectativa de vida, disponibilidad de servicios básicos e ingreso per cápita.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en nuestro país 53.1 por ciento de la población consume calorías por debajo de los estándares recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y esto sería consecuencia de que 36 por ciento de los hogares nacionales muestran niveles de pobreza. Estos datos son avalado por el Instituto Nacional de Nutrición que establece que 66 por ciento de municipios, en donde habitan 30 millones de personas, poseen altos niveles de subnutrición y que 40 por ciento de los mexicanos basa su ingesta diaria tan sólo en el consumo de tortilla, vísceras, frijoles y huevo. De ellos, 15 por ciento consume una dieta compuesta únicamente por tortilla, tubérculos y chile.
En el Distrito Federal la situación tampoco es mejor, pues según datos de la Comisión de Desarrollo Social de la ALDF, uno de cada 20 menores que habita en la capital está mal alimentado, lo que significa que 117 mil niños sufren algún grado de desnutrición. La misma Secretaría de Salud (Ssa) reconoció a principios de julio pasado que 30 por ciento de los infantes mexicanos menores de cinco años experimentan diversos grados de desnutrición.
De acuerdo con un estudio realizado por Laura Juárez, coordinadora del área de investigación de la UOM, existe una estrecha relación entre la subalimentación y la caída de los salarios, por lo que la desnutrición en México no sería una consecuencia de la falta de educación nutricional ni de hábitos alimenticios erróneos o desabasto, sino, "en esencia, un problema de pobreza".
Explica que la seguridad alimentaria no sólo se refiere a la solvencia de una nación para producir los alimentos que consume, sino que también incluye la capacidad de la población para acceder a éstos. En el punto, México tiene serias dificultades, porque desde diciembre de 1994, señaló Manuel Monreal, director de la UOM, el poder adquisitivo de los trabajadores experimentó una merma de más de 40 por ciento.
De acuerdo con la canasta básica nutricional (CBN), estimada por la UOM, el salario mínimo no satisface las necesidades básicas de calorías y proteínas para la correcta nutrición de una familia urbana promedio de cinco integrantes. Laura Juárez explica en el texto que desde la devaluación de 1994 a mayo de 2000, las percepciones económicas de los trabajadores sólo cubren en promedio 2 mil 200 calorías y 70 gramos de proteínas, lo que significa un déficit nutricional familiar de 8 mil 662 calorías y 274 proteínas.