LUNES 4 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Informe republicano

 

* Elba Esther Gordillo *

El viernes pasado el presidente Ernesto Zedillo entregó a la 58 Legislatura del Congreso de la Unión su último Informe de Gobierno. Allí mismo dirigió un mensaje a la nación que refleja el estilo sobrio, republicano, que imprimió a su mandato.

La revisión a fondo del ejercicio de gobierno exigirá adentrarse en los volúmenes que contiene el sexto Informe y sus anexos, pero importa destacar ahora la visión del titular del Poder Ejecutivo sobre el perfil de México en el último tramo del siglo XX y sus rasgos a comienzos del XXI.

Destacan de manera primordial: la superación de la crisis económica y la recuperación del crecimiento; la inserción plena de nuestro país en la era de la globalización y la normalidad democrática en la esfera político-electoral.

El país rompe el círculo perverso de crisis económicas-crisis políticas que acompañó, desde 1968, los últimos treinta años de historia nacional. No sin severos costos, gobierno y sociedad logramos remontar una de las crisis económicas más severas que haya experimentado el país, crisis que nos puso al borde de una situación extrema.

De manera semejante, los esfuerzos del poder público, los actores económicos y la sociedad nos permitieron dar a la economía estabilidad en sus principales componentes (índice de precios, tasas de interés, paridad cambiaria), como sustento para un crecimiento sostenido que se manifiesta no solamente en los índices cuantitativos de producción, exportación, riqueza generada, y reservas internacionales, sino también en la generación de fuentes de trabajo.

En el plano internacional, México se ha integrado a las transformaciones que caracterizan al mundo de nuestros días. Nuestro país es la nación con mayor número de convenios comerciales, lo cual deberá dotarnos de un margen de maniobra frente a las intensas relaciones económico-comerciales que sostenemos con Estados Unidos, las cuales además incluyen otros temas delicados de la agenda bilateral, entre los cuales sobresale, en primerísimo término, la defensa de los derechos humanos de nuestros connacionales en aquel país.

El mensaje de Ernesto Zedillo permite dar cuenta de las realizaciones de un gobierno y un régimen que culminan una era para dar paso a otra. En un momento de definiciones, el régimen posrevolucionario y el partido que lo encabezó, el Revolucionario Institucional, estuvieron a la altura de este tiempo: con madurez y civilidad ofrecieron, y lo seguirán haciendo, nuevos aportes a la construcción del México del siglo XXI.

Frente a los avances en el terreno de la democracia, el capítulo social permanece como la gran asignatura pendiente. La polarización de México en dos países: el de los triunfadores (los protagonistas de la modernidad, vinculados al sector externo) y el de los perdedores (un vasto México, el de los "inviables") tiene que ser el tema prioritario de la agenda nacional de los próximos años.

En materia de seguridad pública --lo reconoció el Presidente-- a los esfuerzos institucionales no ha correspondido la eficacia.

Muchos hubiéramos querido escuchar, desde esa tribuna, la visión presidencial sobre temas extremadamente sensibles para los mexicanos: Fobaproa, narcotráfico, y muchos más que cuestionan la validez de nuestras instituciones.

Pero, más allá del mensaje político e, incluso, del Informe, el presidente Zedillo gobernó con apego a la ley, con austeridad y honestidad, resistió la tentación de usar la fuerza pública para enfrentar conflictos que pusieron a prueba la paciencia del Ejecutivo ("la violencia legítima", monopolio del Estado, según Weber) y despojó a la Presidencia de los adornos monárquicos, lo que no es poca cosa.

Como en todo ejercicio de gobierno hay claroscuros, pero en los juicios últimos lo que cuenta son los saldos, y el saldo democrático y el ejercicio republicano del poder dotan de respeto y reconocimiento al presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. *

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