DOMINGO 3 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť La semana política en Estados Unidos

Ť Dios y la política, o la política divina, en esta campaña electoral

Ť Cada aspirante quiere aparecer mucho más religioso que su rival

Ť Alertan que es una tendencia insaludable en un país tan diverso

David Brooks, corresponsal, Nueva York, 2 de septiembre Ť Los estadunidenses deberían "renovar la dedicación de nuestra nación y de nosotros mismos a Dios y el propósito de Dios", declaró esta semana el candidato demócrata a la vicepresidencia, Joseph Lieberman. George Bush, el aspirante presidencial republicano, ha dicho que su filosofo preferido es Jesucristo, y todos concluyen sus discursos con "Dios les bendiga" o "Dios bendiga a América".

Los principales candidatos a la Casa Blanca han subrayado la supuesta necesidad de una mayor presencia de los "valores" religiosos en la vida pública y política de Estados Unidos, y esta semana Lieberman destacó esta posición, lo que provocó, una vez más, el debate inconcluso sobre el vínculo entre la religión y la política, y la supuesta división constitucional entre la Iglesia y el Estado.

Notable también es que ahora los demócratas entren en este asunto, después de que durante más de una década los religiosos conservadores del Partido Republicano han sido los seguidores de promover los "valores" religiosos en la política nacional.

De hecho, los pronunciamientos de Lieberman, el primer candidato judío en una de las fórmulas electorales de uno de los dos principales partidos nacionales, alarmaron hasta a una de las principales organizaciones judías contra la discriminación, la Liga Antidifamatoria, que criticó sus posturas al señalar que la religión no debe tener lugar en la arena política.

Pero en un país donde la abrumadora mayoría insiste en su fe en Dios --según recientes encuestas del New York Times, 19 de cada 20 estadunidenses dicen creer en Dios--, los políticos parecen estar obligados a presentar sus opiniones divinas y comprobar su fe en Dios.

Algunos analistas creen que la población está incómoda por la aparente carencia de valores morales en el comportamiento de la clase política, así como por hechos como las balaceras en escuelas y otros acontecimientos que parecen indicar la falta de una brújula moral. Pero para algunos, es alarmante el afán de los políticos en presentarse como hombres religiosos.

Barry Lynn, director de Americanos Unidos por la Separación de Iglesia y Estado, comentó al New York Times que es una tendencia "insaludable" en un país tan diverso, y que lleva a un tipo de competencia espiritual en donde la competencia electoral se parece más bien a "un examen final en estudios bíblicos".

Para Ira Glasser, de la Unión Americana de Libertades Civiles, citado por el columnista Lars-Erik Nelson del Daily News, "la noción de que un gobierno puede decir que o uno es un creyente o uno no es moral, es claramente un problema de libertad de religión. No creo que Lieberman entienda lo que está diciendo. Era el tipo de cosas que escuchábamos sólo de los fundamentalistas de derecha".

Los evangelistas conservadores han indicado que se sienten "muy cómodos" con lo que proclama el senador Lieberman, y algunos liberales dicen que es bienvenido este intento de reunir la tradición liberal con la religiosa, rompiendo así un supuesto monopolio del que han gozado los conservadores al haber fusionado el concepto de religión con "derecha".

Lieberman se defiende ante las críticas insistiendo en que no es un asunto de legislación o programas políticos, sino sólo de expresar el papel "constructivo que puede jugar la fe en las vidas individuales y en las vidas de las comunidades".

Por el momento, Lieberman se incorpora a la lista de políticos divinos, o divinos políticos, entre ellos los reverendos conservadores Pat Robertson (fundador de la Coalición Cristiana, fuerza política del Partido Republicano) y el derechista Jerry Falwell, entre otros. Y, como Lieberman, todos han impulsado sus carreras e influencia política con fondos que provienen de las diferentes sectas protestantes, judías y las demás.

El aceite que hace funcionar aquí la maquinaria política electoral estadunidense se llama dinero. El dinero que donan los sectores religiosos forma parte importante de este combustible. Pero aquí no hay contradicción tampoco. Hasta el dinero tiene un mensaje divino en esta nación. En cada billete de un dólar se imprime la consigna "en Dios confiamos".

Además, hay avances políticos en este país. De una nación que sólo coronaba a protestantes como presidente y vicepresidente de la unión, en los 60 se logró abrir la puerta al palacio a un católico, John F. Kennedy. Ahora, con la selección del judío Lieberman como compañero de fórmula de un bautista sureño, el vicepresidente Al Gore, se declara una nueva era de tolerancia. Con tanto progreso, Ƒpodrá llegar el día en que asuma el poder un gobierno musulmán en Estados Unidos?