SABADO 2 DE SEPTIEMBRE DE 2000
* Resucita el Kremlin el Consejo de Estado zarista
Otorga Putin un "premio de consuelo" a caciques regionales
* Los gobernantes de los 89 entes de Rusia integrarán ese órgano
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 1o. de septiembre * Creado hoy por decreto presidencial, el Consejo de Estado es una suerte de "premio de consuelo" para los dirigentes regionales que, conforme con la reforma del sistema de poder impulsada por Vladimir Putin, perderán su asiento en la Cámara alta del Parlamento ruso.
Y aunque el nuevo procedimiento de formación del Senado se hará efectivo sólo a partir del primero de enero del 2002, el abierto malestar de los caciques regionales por el recorte de sus facultades, en favor de una cada vez más acusada centralización del poder, hizo que Putin ofreciera una compensación inmediata.
Y el gobernante resucitó el Consejo de Estado, que existió en el imperio zarista de 1810 a 1917, como máximo órgano consultivo del Ejecutivo.
En una concesión adicional, el presidente Putin aceptó que los gobernantes de los 89 entes de la Federación Rusa, salvo Chechenia que no tiene un dirigente electo, formen parte del consejo, el cual se reunirá en el Kremlin al menos una vez cada trimestre.
Las cuestiones operativas recaerán en un presidium rotatorio integrado por representantes de cada uno de los siete superdistritos federales, instituidos como parte de la reforma, composición que se renovará cada medio año, en tanto que el propio Putin, y no otra figura política, encabezará el Consejo de Estado.
Si bien este organismo es una instancia no prevista en la Constitución y sus decisiones no tendrán carácter vinculante, en el papel resultan muy amplias las funciones que se le asignan.
Este órgano consultivo se propone:
--Discutir "los asuntos más importantes de Estado", sobre todo los relacionados con el área de competencia del centro y los entes federales, así como con el fortalecimiento del federalismo.
--Debatir las cuestiones que tienen que ver con el cumplimiento de la Constitución y la legislación federal por parte de todos los órganos de poder.
--Ayudar al presidente a resolver las controversias entre las instancias federales y las regionales.
--Analizar, a sugerencia del presidente, los decretos más relevantes para el Estado.
--Estudiar el proyecto de presupuesto federal y su cumplimiento por parte del gobierno ruso.
--Discutir las designaciones más relevantes en el ámbito federal.
--Debatir, a propuesta del presidente, cualquier otro asunto que revista importancia para el Estado.
El Consejo de Estado surge tres meses y medio después de que Putin anunció su intención de reducir el poder de los líderes regionales y, según los expertos, no es la última concesión a los líderes regionales.
En puerta está la posibilidad de que Putin cierre los ojos ante los artilugios legalistas que en algunas regiones permiten, de hecho, perpetuar en el poder a los principales caciques, que se niegan a respetar la norma federal de que nadie podrá ser relecto para más de dos periodos consecutivos.
Agosto negro
El propio Putin reaparece en la escena política rusa muy golpeado, tras lo que la prensa local denomina "agosto negro", en alusión a los desastres sucesivos que cimbraron este país: la explosión de una bomba en pleno centro de Moscú, la tragedia del submarino Kursk y el incendio en la torre de televisión de Ostankino.
En los tres casos, la actuación del jefe de Estado dejó mucho que desear, por decir lo menos. A pesar de que asumió un papel más activo en el siniestro de la torre, al menos no guardó silencio durante varios días, las declaraciones del jefe de bomberos de Moscú, Leonid Korotchik, significan un nuevo retroceso para Putin en términos de imagen interna.
Según Korotchik, los daños causados por el incendio fueron mucho mayores porque el presidente se tardó tres horas en dar la orden de cortar la electricidad.
Considerada una instalación estratégica, sólo el presidente puede dar esa orden que conlleva la suspensión inmediata de las transmisiones de todos los canales de la televisión rusa, algo que Putin se resistió a hacer hasta que el humo y las llamas se pudieron ver prácticamente desde cualquier punto de la ciudad.
A este paso, los rusos van a acabar culpando a Putin del pesado tránsito o de la lluvia que amenaza con estropear los últimos días de este verano.
Por ello, a partir de este sábado los canales de televisión controlados por el Estado reanudarán sus transmisiones normales, justo a tiempo para evitar la ira de millones de aficionados que ansían ver el partido de su selección nacional de futbol, encuentro que es eliminatorio para el próximo campeonato mundial.