SABADO 2 DE SEPTIEMBRE DE 2000
* Sólo el PAN y el gabinete lo ovacionaron
El silencio tricolor fue la despedida para Ernesto Zedillo
* Afirma que buscará un empleo para mantener a su familia
Arturo Cano * La ''sana distancia'' termina en silencio. Los priístas callan precisamente para no otorgar. Y Ernesto Zedillo se va con el aplauso solitario de los abultados grupos parlamentarios del PAN y sus aliados verdes.
La ovación panista brota cuando el presidente Zedillo dice: ''La mayoría del voto eligió a Vicente Fox Quesada, de la Alianza por el Cambio, como presidente de la República''. Una parte de los legisladores de Acción Nacional incluso se ponen de pie y hacen la ''V'' de la victoria que machacaron a lo largo de toda la campaña. Aplauden también los miembros del gabinete presidencial. Y nadie más.
Algunos priístas se hunden en sus asientos, otros se mantienen firmes y serios. Ninguno intenta batir las palmas. La ''sana distancia''cobra forma. ''El PRI perdió la elección presidencial pero no está aniquilado'', había advertido Beatriz Paredes poco antes. Perdieron y no se mueven. Perdieron y no aplauden. Su adiós a Zedillo es el silencio.
Es la expresión, en todo caso, de los ''sentimientos paradójicos'' que describe la diputada Beatriz Paredes: entre el respaldo de seis años a un presidente ''que entrega un país con paz social'' y ''significativos avances'' en varios renglones y el sabor de la derrota. La diputada tlaxcalteca no compromete ningún apoyo postrero al Presidente que se va: ''El proceso de decantamiento de esta nueva realidad política todavía tiene su curso, así como la justipreciación sobre el deber cumplido por parte del régimen. Será el paso del tiempo el que precise la justa valoración''.
El tiempo vuela en estos tiempos de alternancia, como debe apreciar Zedillo allá arriba, en la tribuna, cuando ve aplaudir a los panistas y quietos a sus compañeros de partido.
''En la explicación de los resultados electorales, asumo sin cortapisas la responsabilidad que pudiese haber tenido el desempeño del gobierno'', dice Zedillo poco después.
Claro, los priístas tampoco protestan, con excepción de un solitario diputado desconocido, que durante breves momentos se pone de pie y da la espalda al Presidente, mientras éste habla de sus logros económicos.
En diciembre de 1994 los priístas le aplaudieron con ganas al hombre que hoy se despide. El perredista Ramón Sosamontes lo atajó: ''Te aplaudiremos en los hechos''. Zedillo respondió firmemente: ''En los hechos me aplaudirán''. No es así. Como otras veces, algunos legisladores del PRD sacan carteles de protesta. ''Mentiras'', se lee en el que se mantiene más tiempo a la vista del Presidente. Las protestas perredistas también, vale decirlo, son más discretas que otros años.
Un hecho no muy feliz
''Es un hecho muy feliz que esos 'muchos Méxicos' entre el río Bravo y el Suchiate, entre el océano Pacífico y el Atlántico, en las montañas, los desiertos, el Altiplano y las costas, convivan entre ellos, intercambien modos de ser, influencias y aficiones, se apoyen y vivan estrechamente unidos'' (Ernesto Zedillo en televisión, en el programa ''México: Una Construcción Milenaria'', 31 de diciembre de 1999).
No es un hecho feliz, y así lo recuerdan en las intervenciones previas al Informe los diputados opositores, que en la mayor parte de esos ''muchos Méxicos'' nunca se hayan cumplido las promesas del candidato Ernesto Zedillo.
Así lo recuerdan en sus discursos los integrantes de las fracciones de la chiquillada partidista y también el perredista Martí Batres: ''El gran saldo del gobierno saliente es la pobreza, la caída de los salarios, la desesperación de los campesinos que mueren al cruzar la frontera norte, es la ironía trágica de quien prometió bienestar para las familias''.
El Presidente toca el punto en su capítulo social, el segundo en importancia después de, claro, las cifras de la macroeconomía.
Las inversiones y los esfuerzos gubernamentales en materia social son, como en los otros cinco informes, los más grandes e importantes de nuestra historia. Más salud, más educación, dinero como nunca y la estrella de la corona sexenal: el Progresa.
Por supuesto que en apoyo a su jefe, el secretario Carlos Jarque explica en una entrevista tras otra que 14 millones de mexicanos están a punto de dar el salto de la pobreza extrema a la pobreza a secas. Aunque de los 13.6 millones de pobres extremos que presumió Carlos Salinas a fines de 1993, el gobierno de Zedillo llevó la cifra a 27 millones. Vuelta a los mejores momentos del salinismo en todo caso.
Los pobres están pero otros temas no aparecen. ƑPor qué el Presidente no quiere abordar otra vez el conflicto de Chiapas (ausente en los informes desde 1997), el escándalo del Fobaproa, la penetración del narco en las fuerzas armadas?
No aparece por ningún lado, tampoco, el tema del hoy desaparecido Oscar Espinosa Villarreal, quien en diciembre de 1994 escuchó como miembro del flamante gabinete esta frase de Zedillo: ''El gobierno no es lugar para amasar fortunas''.
Zedillo se cura en salud sobre las omisiones y remite al país al Informe escrito que entrega al panista García Cervantes. Busquen lo demás, nos dice Zedillo, en los anexos ''y no en este mensaje, donde se hallan extensamente tratados otros temas, muchos otros temas, de interés general''.
El primero de esos temas es Zedillo por Zedillo o cuál es mi idea de la Presidencia de la República.
Y ahí el Presidente se sumerge en explicaciones sobre su renuncia a ''todo poder extraconstitucional'', sobre su desprecio al ''patrimonialismo'' que en sus antecesores produjo ''graves desviaciones y abusos''. Y ahí también explica al país que el Presidente ''no tiene ni reconoce amigos ni familiares'' y reitera que luego de dejar la Presidencia buscará un empleo ''para apoyar el sustento de su familia''.
En el capítulo Zedillo por Zedillo también encontramos a un presidente que habla con la verdad, y cuando se equivoca lo hace por exceso de confianza, que rechaza el uso de la represión ''aun ante claras provocaciones''.
A un Zedillo que se define ''sin ambigüedades'': ''Soy liberal en lo político y en lo económico'', pero que reconoce la importancia de las instituciones públicas en su vida, pues ellas le permitieron ''igualar mis oportunidades de salud, educación y formación con las de otras personas''.
Y claro, el infaltable y extenso capítulo que arranca en ''una de las más severas crisis'' económicas que hemos padecido y finaliza con explicaciones didácticas sobre cómo las decisiones presidenciales evitaron que ''el costo social'' fuera mucho más alto. Larga es, para no romper la imagen que los mexicanos tienen de su Presidente saliente, la explicación de los misterios de la macroeconomía.
El momento autocrítico
El único momento autocrítico que se permite Zedillo es en el tema de la inseguridad pública. Dice el Presidente: a) ''Con gran pesar reconozco que el Estado aún no ha cumplido esta demanda de los mexicanos''; b) ''Por lo pronto, admito con pena que es muy justificada la insatisfacción social por este problema''; c) ''Con toda franqueza reconozco que el retraso y la magnitud de este problema son graves; mucho muy graves''.
ƑFue reiterativo el doctor Zedillo? La frase a) fue dicha en el V Informe, en 1999; la b) este 1 de septiembre, en el VI Informe y la c) en el II, en 1995. Como se ve, la incapacidad gubernamental para combatir la delincuencia ha sido la autocrítica favorita del sexenio. Y en este último Informe, la única que lleva al Presidente a declarar que ''no sería honesto ni correcto declararme satisfecho por lo alcanzado''.
''La magnitud y complejidad del problema han sido más grandes que el efecto de nuestros esfuerzos, si bien no hemos permanecido pasivos'', dijo Zedillo en 1997. ''Nunca estuvimos con los brazos cruzados'', repite en su despedida.
Tres aplausos azules, tres
Tres veces aplauden los panistas a Zedillo. Tres veces hacen mutis los priístas. Una cuando menciona a Vicente Fox. Otra cuando subraya que al fin, gracias a la reforma electoral que él prometió, todos están satisfechos ''con la forma'' ųy repiteų, ''con la forma en que se llevan a cabo las elecciones, independientemente de sus resultados''.
Una más cuando Zedillo dice que al margen de ganadores y perdedores apesadumbrados ''México ha completado su camino hacia la democracia''.
Y es la democracia, explica Zedillo, la puerta al desarrollo social del país: ''Debe servir para apoyar la solución definitiva de conflictos que mucho han dolido a todos los mexicanos''.
Entonces sale el peine: ''Estoy absolutamente convencido de que una consecuencia del nuevo pluralismo democrático y de la alternancia en el gobierno como posibilidad efectiva, debiera ser una construcción menos lenta y sinuosa que hasta ahora, de los acuerdos políticos indispensables para continuar la transformación de nuestro país''.
ƑSe refiere a una Cámara de Diputados que le rechazó iniciativas? ƑO simplemente se trata del desprecio de un ''no político'', como lo ven muchos de sus compañeros de partido, a la complejidad de la búsqueda de consensos?
La medida de la historia
Seis años después. Ya no el Zedillo que el primero de diciembre de 1994 arengaba: ''Ese México próspero y justo en que soñamos está a nuestro alcance. Que se diga de nosotros que nos atrevimos a soñar muy alto y supimos convertir ese sueño en realidad''. Zedillo es otro a punto de concluir su mandato: un gobernante que reconoce, ''con humildad y realismo'' que los ''avances que se pueden conseguir en un sexenio resultan irremediablemente limitados''.
''Somos un país que no mide su historia en años, ni en siglos, sino en milenios. Los desastres naturales y los errores humanos han golpeado nuestra casa pero no la han derrumbado. Jamás podrían", narraba el Presidente el último día de 1999.
Bueno, mirado así, quizá el sexenio que se va fue sólo ųcomo calificó alguna vez Zedillo al alzamiento zapatistaų un ''incidente de la historia''.