SABADO 2 DE SEPTIEMBRE DE 2000

* La violencia no debe ser recurso para alcanzar la justicia social, advirtió


Completó México su camino hacia la democracia, aseguró Zedillo

* La nueva etapa abre oportunidades para todos, señaló en su sexto Informe de gobierno

Rosa Elvira Vargas * Seguro de que logró desterrar del ejercicio presidencial todo patrimonialismo y que actuó bajo el principio de que el titular del Poder Ejecutivo "no tiene y no reconoce amigos ni familiares", Ernesto Zedillo se presentó por última vez ante el Congreso de la Unión en un mensaje en el que resaltó que en estos seis años percibió como salario sólo lo que anualmente aprobó la Cámara de Diputados y que, por ello, "felizmente seré un ex presidente que deberá trabajar para apoyar el sustento de su familia".

En sólo 40 minutos y ante un auditorio al que su texto mantuvo impávido casi todo el tiempo, Zedillo Ponce de León abrió con una amplia exposición sobre el estilo que utilizó para gobernar el país, asegurando que renunció a todo poder extraconstitucional y que la investidura presidencial nunca le hizo olvidar que la porta "temporalmente, un ser humano más" acotado por la ley y por los otros poderes.

Planteó que el gobernante, "antes que notable y notado, debe ser útil".

Dijo que en estos años prefirió el riesgo de equivocarse por exceso de confianza que por exceso de sospecha, y subrayó la sobriedad con la que se condujo, así como la práctica de la "mayor tolerancia posible", e incluso el exceso en la misma para gobernar. Para ilustrar, reiteró su renuencia a usar la represión en la solución de conflictos sociales, "aun ante claras provocaciones".

Liberal en lo político y en lo económico

Legisladores, invitados especiales y periodistas escucharon al presidente Zedillo definirse como un liberal "en lo político y en lo económico", y leer sin inflexiones las 25 cuartillas de su mensaje, durante el cual el mayor de los cuatro aplausos que recibió provino de la bancada panista cuando se refirió al triunfo de Vicente Fox como presidente.

Indicó que al cabo de la jornada del 2 de julio, "unos ganaron y otros perdimos", y leyó un párrafo sin duda dirigido a sus compañeros priístas: "En la explicación de los resultados electorales, asumo sin cortapisas la responsabilidad que pudiese haber tenido el desempeño del gobierno".

Acotó que la explicación de los resultados no puede estar completa si no se considera que en cualquier competencia, máxime si es política, debe tomarse en cuenta también lo hecho por los vencedores. Pero sin menoscabo de satisfacciones y sin ignorar "la tristeza y la pesadumbre de quienes resultamos derrotados", es deber de todos asumir un hecho: México ha completado su camino hacia la democracia.

Y en aras de esa democracia por la que trabajó su gobierno, ahora más que nunca "la amenaza de la violencia no es, no puede ser, un recurso legítimo para luchar por la justicia social. Para éste, como para cualquier propósito político, los únicos medios válidos y útiles son los que ofrecen la ley y la democracia".

En ese punto los integrantes de la bancada del PRD mostraron un cartel donde se leía: "Zedillo, te vas con las manos manchadas de sangre indígena: Acteal, El Bosque, Aguas Blancas", pero el mandatario no se inmutó.

Estableció que ante la condición de "nueva convivencia" entre las fuerzas políticas que hay en el país, es necesario hacer prevalecer el diálogo sobre el monólogo, la racionalidad política sobre la pasión política, el acuerdo sobre el desacuerdo.

Se dijo "absolutamente convencido" de que el pluralismo político y la alternancia en el gobierno permitirán una construcción "menos lenta y sinuosa que hasta ahora, de los acuerdos políticos indispensables".

En ese apartado, Ernesto Zedillo pareció estar hablando de situaciones que a él le dificultaron algunos proyectos: "Confío firmemente en que la democracia servirá para que el próximo gobierno no deje de cumplir, por falta de apoyo de cualquiera de las fuerzas políticas, ninguna de las tareas conferidas."

La democracia, abundó, debe servir para impulsar, no para obstaculizar las muchas reformas y transformaciones necesarias a fin de asegurar la permanencia del crecimiento dinámico y sostenido de la economía, como medio indispensable del combate a la pobreza y a la desigualdad de oportunidades. Debe servir "para apoyar la solución definitiva de conflictos que mucho han dolido a todos los mexicanos".

Había advertido también que el arribo de la democracia plena no equivale a su consolidación, y para lograrla se requiere profundizar el aprendizaje, su abc, y convertirla en una forma de convivencia cotidiana.

A partir de esa convicción vendría una extensa ųy finalų cavilación respecto de lo que en esa condición democrática deben hacer en el país las diversas fuerzas políticas, empezando por la que ganó los comicios: consolidar la democracia y ponerla a trabajar para la consecución de los otros fines del desarrollo nacional y la realización de las tareas pendientes.

Se inicia, planteó Zedillo, una nueva etapa de democracia plena y ésta "no cierra oportunidades para nadie, las abre para todos". Es legítimo que cada persona, cada grupo, cada partido político tenga su propio proyecto, pero su realización "debe sujetarse a las reglas y a los propósitos de la democracia y, por lo mismo, al interés general".

Ya nadie puede asumirse eternamente en la oposición ni en el gobierno. "A todos conviene cuidar la casa. No sólo porque es de todos, sino porque ahora cualquiera puede ser responsable de ella", indicó.

Insistente en su práctica de cada 1o. de septiembre de no referirse directamente a los grandes temas y conflictos que interesan a la nación, porque "es en el Informe escrito, y no en este mensaje, donde se hallan extensamente tratados otros temas de interés general", Zedillo pasó por alto el escándalo que envuelve al Ejército, con el encarcelamiento de dos prominentes generales a quienes se vincula con el narcotráfico.

En cambio, destacó el rol que las fuerzas armadas han desempeñado en el auxilio a la población civil por los graves desastres naturales de los años recientes, y afirmó que para él "ha sido un altísimo honor servir como su comandante supremo y constatar, cada día, la lealtad a la nación, el profesionalismo y la entrega del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada de México".

Se escucharía en este punto (página 17 de un mensaje de 25 cuartillas) el primer aplauso de la concurrencia.

Un tema que el Presidente no soslayó en ninguno de sus informes y al que casi siempre se refirió en términos muy similares, apareció de nuevo en éste: la criminalidad sigue siendo un problema grave. Planteó que no sería honesto ni correcto declararse satisfecho por lo alcanzado en materia de seguridad pública, pues una vez que se ha recorrido un trecho, por más esfuerzo que se haya dedicado lo más importante es ver lo que falta por recorrer, reconocer lo mucho que todavía está por hacerse para llegar a la meta deseada.

"En particular deben reconocerse aquellos aspectos en los que, a pesar del esmero, la tarea ha resultado muy distante respecto a lo que nos propusimos", y ese sentir existe en toda la gente, respecto a la lucha contra el crimen y la inseguridad.

Parco en la exposición de cifras o en la enunciación de asuntos de la administración pública, el Presidente utilizó casi la tercera parte de su texto para hablar de sí mismo, de sus creencias, de sus formas de gobernar: "Suprimí diversos aspectos ceremoniales que consideré incongruentes con un ejercicio republicano de la Presidencia."

Dijo que trabajó cerca de la gente de todo el país, de todos los grupos sociales, credos y preferencias políticas; que respetó la crítica e informó a la ciudadanía de todas sus decisiones aunque adoptarlas fue una responsabilidad "enteramente mía".

Zedillo señaló que habló siempre con franqueza y sin exageración sobre los problemas del país, y que un gobernante no debe lamentarse nunca por la complejidad de los problemas: "He disfrutado llevar la investidura presidencial con sobriedad y cuidando su dignidad, pues representa el Poder Ejecutivo de todos los mexicanos."

Luego reafirmó su tesis sobre el papel que debe jugar el Estado "activo e intervencionista" para el logro de la justicia social, pues ųy de nuevo el toque autobiográficoų "al igual que la mayoría de los mexicanos siento, además, una profunda deuda personal con esas instituciones pues ellas se encargaron de igualar mis oportunidades de salud, educación y formación con las de otras personas para salir adelante en la vida".

Epílogo de lo anterior, de esa última comparecencia con los poderes plenos de su investidura, fue el coctel que el presidente Ernesto Zedillo ofreció en el salón de la Tesorería de Palacio Nacional a su gabinete e invitados especiales.