VIERNES 1o. DE SEPTIEMBRE DE 2000
* Julio Boltvinik *
As bajo la manga
Ernesto Zedillo pronunciará hoy el discurso más importante de su vida. Al presentar su último informe de gobierno estará apostando por un lugar en la historia. ƑQué tanto dependerá este lugar de lo que diga hoy? Aunque no se conoce el texto del Informe, podemos adivinar su tono y su intención. Sabemos que evaluará el sexenio y no el año. Hace casi dos semanas en su programa radiofónico, Zedillo presentó con gran alegría el regalo que la Cepal le ha hecho al publicar un cálculo milagroso sobre la pobreza en México en 1998. Como lo mostré la semana pasada, contra todas las evidencias la Cepal estima que la pobreza bajó en 5 puntos porcentuales en sólo dos años, entre 1996 y 1998. Zedillo señaló que, dada la continuidad del crecimiento económico durante 1999 y 2000, seguramente la pobreza continuó bajando durante estos dos últimos años. El cálculo de la Cepal, que sitúa la pobreza en México en 1998 en 47 por ciento de la población, la deja muy cerca de 45 prevaleciente según la misma institución en 1994. De esta manera, una baja adicional, incluso leve, podría significar que el gobierno de Zedillo cerraría con menos pobreza que con la que empezó. Incluso Zedillo podría echarle la culpa a Salinas del brutal aumento que la pobreza experimentó entre 1994 y 1996 (de 45 a 52 por ciento según la Cepal), argumentando que éste le heredó una economía sostenida con alfileres. De esta manera, en lo que es responsabilidad de Zedillo, habríamos tenido no sólo crecimiento económico sino también abatimiento de la pobreza. La promesa de bienestar para la familia se habría cumplido. El mensaje para el nuevo gobierno: el camino es perfecto, no te apartes de él, no hagas ningún cambio.
La pregunta que me hago hoy es si Zedillo presentará datos de pobreza para el 2000. Normalmente no estaría en condiciones de hacerlo, al menos no con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), la fuente usual para esas estimaciones en México. Estas encuestas se levantan cada dos años durante los meses de agosto a noviembre y las tareas posteriores toman varios meses. Zedillo tendría que cerrar su autoevaluación en 1998, año en el cual, a pesar del milagro de la Cepal, la pobreza sigue siendo más alta que en 1994. Para evitarlo, Zedillo encargó al INEGI que en el 2000 levantara no una sino dos encuestas nacionales de ingresos y gastos de los hogares. Una en el primer trimestre (enero-marzo) y otra en el tercer y usual trimestre. La segunda se está levantando en este momento. La primera ha sido procesada y sus resultados los tiene Zedillo. Este doble gasto, inútil, no habría ocurrido si el INEGI fuese autónomo, como ha venido exigiendo la sociedad desde hace varios años.
Zedillo sabe que los datos de ingresos de los hogares captados en una encuesta levantada en el primer trimestre no son comparables con los que se obtienen en una encuesta que se levanta en el tercer trimestre y que no debería usar los datos de esta encuesta como evidencia de una baja adicional en la pobreza entre 1998 y 2000. Veamos por qué. En el periodo normal de levantamiento de la ENIGH, los ingresos de diciembre, y en general de la alta temporada de fin de año, quedan excluidos. Al levantar una encuesta entre enero y marzo, en todos los hogares se incluirán ingresos de diciembre. Los ingresos extraordinarios de diciembre impiden que los datos sean comparables con los del tercer trimestre. Zedillo mandó hacer la encuesta a sabiendas que resultaría inútil, sólo para poder tener un as bajo la manga.
Los resultados de esta encuesta, que los mexicanos conoceremos oficialmente dentro de muchos meses, si se toman de manera literal, muestran dos cosas: 1) que los ingresos de todos los deciles (décimas partes ordenadas de menos a más ingresos) con la excepción del decil 1, el más pobre, son más altos que los captados en la ENIGH98. 2) que la desigualdad observada es mucho más alta en el segundo periodo. Lo correcto es no hacerle caso a ninguno de tales resultados porque, como dijimos, no son comparables. A pesar de ello, es probable que Zedillo presente resultados, naturalmente sólo los que le convienen.
Esperemos a ver si Zedillo usa el as que trae debajo de la manga o si, considerando que tiene de todas maneras muy buen juego, decide apostar en el póker de la historia sin usar el as oculto que, por lo que hemos dicho, es un as falso. El grado de error que la estacionalidad provoca puede inferirse si observamos los datos trimestrales del consumo privado en cuentas nacionales como un indicio de este fenómeno, podemos notar que, por ejemplo, el consumo privado en el cuarto trimestre de 1999 fue casi 7 por ciento más alto que el del tercer trimestre del mismo año y 4 por ciento más alto que el del primer trimestre de 2000. En otros años, por ejemplo en 1997-1998, la última diferencia fue de 6.2 por ciento. Debe notarse que el aumento captado por las ENIGH en el ingreso de los hogares entre 1996 y 1998 (con el cual construye Cepal su milagro) es de 8 por ciento. Es decir, las diferencias estacionales pueden ser casi tan importantes como la evolución a lo largo del tiempo, lo que invalida completamente la comparabilidad.
El consumo per cápita de 1999 es ligeramente más bajo que el de 1994 (10 mil 416 contra 10 mil 450 pesos de 1993). La rebanada promedio de pastel no ha aumentado y la desigualdad se ha ampliado. Estos datos de cuentas nacionales, aunados a los de caída salarial y aumento de la concentración del ingreso, son argumentos muy fuertes contra los milagros cepalinos y los ases bajo la manga. Al mirar el informe, mi vista estará puesta en la manga de Zedillo.