JUEVES 31 DE AGOSTO DE 2000
* Ricardo Robles O. *
Impaciencia ante Marcos
La pregunta y la reprobación implícita están en las declaraciones de los funcionarios, están en los medios escritos y hablados, y están en la gente. Cada vez se pregunta más hasta cuándo habrá que esperar una reacción de Marcos ante tantos y tan favorables cambios. Y casi siempre el tono de trasfondo es de censura, de reproche o desquite. Como quien dijera: Ya ven que no hay voluntad, no puede responder, ya no tiene argumentos, se ve que no hay buena fe.
Los medios de comunicación y las declaraciones iniciaron ese clima. Lo siguió la gente con frecuencia. En la gente que se informa solamente en los medios el asunto se explica. En los medios alguna explicación hay por su propensión al sensacionalismo y por los tributos que suelen otorgar al poder. En los funcionarios y sus corifeos se explica solamente por inercia política o carencia de análisis y raciocinio.
Seis años han pasado y hay dónde aprender de la experiencia. Muchas declaraciones zapatistas han hablado y hay dónde escuchar si se quiere saber.
En primer lugar, no se quiere aceptar que los promisorios cambios no han llegado aún y están bastante en duda. Las promesas de campaña van reculando paulatinamente. Todo se va matizando, puntualizando, acotando. El poder no quiere sino cambios que sean a su favor y los coqueteos o compromisos entre poderes van siendo claros. Los cambios necesarios, los verdaderos, serán sólo si todos los cuajamos, y los zapatistas lo han dicho en todos los tonos, especialmente en torno a la sociedad civil. Es de suponer que no estén deslumbrados por los supuestos cambios. No creo que vean en tales espejismos una exigencia para cambiar posturas, eso lo pensarán si hay cambios efectivos; en desmilitarización, por ejemplo.
En segundo lugar hay que considerar que la democracia no son las elecciones, aunque esa mala idea nos hayan vendido tanto en estas coyunturas de los tiempos. Son un paso hacia ella las elecciones claras, pero la democracia está en el horizonte, en el pueblo con voz atendida, en dignidades y diferencias respetadas, en pluriculturalidad asumida, en derechos que sean realidad cotidiana. La democracia está, de muchas formas, más allá de los votos. Los zapatistas la han formulado como mandar obedeciendo. Y eso nos queda lejos. Y por eso luchan ellos. No pienso que ellos crean que ya llegamos a la orilla después de la tormenta.
En tercer lugar, Marcos, como voz de las comunidades zapatistas, no va a hablar por sí mismo ni a decidir lo que hay que hacer. Lo han dicho los comandantes, lo dice él, y no se les quiere creer. En el fondo, quizá por racismo, por cultura de conquistadores, por complejo de señorío, pero en todo caso por falta de objetividad. Sobran las experiencias que un rudimentario análisis sabría discernir. Por ello, falsamente se espera la respuesta de Marcos, se busca a Marcos como interlocutor, se siente decepción si Marcos calla. Los zapatistas siguen hablando desde sus muertes, difamaciones e injusticias padecidas. Hablan desde los municipios autónomos, hablan en cada ataque que victima, hablan siempre pero no los oímos. Supongo que al ver las reacciones públicas reprobatorias de su silencio no se deben sentir más escuchados ni con más esperanzas de que recojamos su voz.
Finalmente, no parecemos ver que una respuesta zapatista ante esas invitaciones a un diálogo nuevo, o cualquier reacción suya ante los supuestos cambios, supone en el estilo y modo suyo, de ellos, una extensa consulta necesaria en las comunidades. Ellas son las madres del pensamiento zapatista, de su voz, de sus opciones, de su vida. Siempre lo han aclarado así los zapatistas con su palabra verdadera. Siempre se les han entorpecido esas consultas con ejércitos y policías y paramilitares y asedios. Se les estorba también ahora. Y queremos que respondan pronto. Vaya ironía. Estoy persuadido, y podríamos estarlo todos si quisiéramos. Los zapatistas consultarán como siempre, aguardarán los acuerdos comunitarios y sólo entonces hablarán, si es que hay algo qué decir.
Si nos empecinamos en mantener esos análisis en uso, engreídos, torpes y vendados de ojos, el silencio y la muerte ya van a nuestro cargo, y para largo.