MIERCOLES 30 DE AGOSTO DE 2000

Ť El Plan Colombia, estrategia para librar una guerra aérea estilo Kosovo


Crean red de bases para la hegemonía militar de EU

Carlos Fazio Ť Estados Unidos está dando los últimos retoques para librar en Colombia una guerra aérea estilo Kosovo. Para ello, ha venido instalando una red de bases militares en países vecinos, a una prudente distancia del teatro de operaciones. Las principales son las de Manta (Ecuador), Aruba y Curazao. Como complemento logístico, el Pentágono ha hecho de la base aérea de Tres Esquinas, en Caquetá, al sur de Colombia, un centro inexpugnable.

La red de bases es uno de los componentes esenciales del Plan Colombia, estrategia de guerra encubierta con proyectos de desarrollo económico y social. El plan, como una fase más de la llamada "guerra a la coca" de Washington, será echado a andar este miércoles por el presidente estadunidense, Bill Clinton, en Cartagena de Indias.

La presencia de Clinton "en uno de los países más peligrosos del mundo" ha sido considerada como una notable muestra de "coraje" del ocupante de la Casa Blanca, similar a la de un comandante en jefe "en el campo de batalla".

En rigor, la calculada audacia del presidente Clinton, en plena contienda electoral y con el candidato demócrata, Albert Gore, abajo en las encuestas, es un mensaje claro a los estadunidenses de que su presidente sí es "duro" contra el narcotráfico. Porque como alguna vez dijo Tip O'Neil, legendario líder demócrata en el Capitolio, "toda política es hacia adentro".

Estados Unidos contribuirá con mil 574 millones de dólares a la exacerbación de la guerra en Colombia. Encubierto como parte de la estrategia antinarcóticos, el programa está llamado a "tomar el control del sur de Colombia", zona de cultivo de coca. Esa región es controlada por la guerrilla de las FARC, por lo que el plan de Bill Clinton no puede ocultar que se trata de una guerra de contrainsurgencia.

A últimas fechas, distintos funcionarios civiles y militares estadunidenses han potenciado el santo y seña para justificar la intervención: el combate a la narcoguerrilla. El destino de los fondos también hace evidente el carácter de la guerra. Los recursos serán utilizados para entrenar y equipar tres batallones de élite del ejército colombiano, dotarlos con 30 helicópteros tipo Black Hawk y 33 tipo Huey, y proveer asistencia en actividades de inteligencia.

En realidad, el Pentágono está adoptando un enfoque estratégico al estilo "salvadoreño" en los 80. Según esa concepción, se evitaba así la intervención militar directa de Estados Unidos, y se favorecía una asistencia escalada en forma de equipos, entrenamiento y tecnología de inteligencia. Pero la llegada este mes de 88 asesores militares estadunidenses a la base del ejército colombiano en Larandia, Caquetá, son la señal de una cada vez más creciente injerencia de fuerzas especiales del Pentágono en ese país.

Seguridad hemisférica

El Plan Colombia forma parte de un proyecto militar global del Departamento de Defensa de Estados Unidos. El proyecto se inscribe en una serie de redefiniciones estratégicas en materia de seguridad que adelanta Washington en el plano hemisférico luego de la caída del muro de Berlín. Con la excusa de la "guerra a la coca", Washington está redefiniendo el papel de los ejércitos latinoamericanos en un esquema de subordinación bajo el ala del Pentágono.

La nueva estrategia fue afinada en noviembre pasado durante la XXIII Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA), celebrada en La Paz, Bolivia, a la que asistieron representantes de las fuerzas armadas de 17 países miembros y seis observadores que están bajo la influencia del Pentágono. Allí se acordaron las tácticas y estrategias que sustituyen la "amenaza externa" y la "subversión comunista", propias de la guerra fría, por las renovadas consignas de combatir el terrorismo, el narcotráfico, la migración ilegal y la defensa del medio ambiente.

Colombia es el escenario piloto de aplicación de la estrategia que contempla una segunda fase con la participación de las fuerzas armadas de toda la región andina. Con ese objetivo, la propaganda de Washington ha venido sobredimensionando una eventual expansión del conflicto colombiano más allá de sus fronteras, como parte de un proyecto que busca preparar a los países vecinos para una posterior intervención política y militar en Colombia. Ese enfoque "multilateral" o "multinacional" se apoya en el discurso antidrogas para ganar aceptación y busca evitar que la intervención de Estados Unidos en Colombia quede aislada en el plano político.

De allí que las acciones de control militar contempladas en el Plan Colombia formen parte de una estructura regional de seguridad controlada por el Comando Sur del ejército de Estados Unidos, con participación de otras agencias estadunidenses y afianzadas en las denominadas Localidades Operativas Delanteras (Forward Operating Locations, FOL, por sus siglas en inglés) para el control aéreo.

Los sitios que conforman las FOL establecen un control del espacio aéreo de toda la región andina, con eje en la base de Manta (Ecuador) y, sobre el Caribe, a través de las bases emplazadas en las islas holandesas de Aruba y Curazao. A su vez, se encuentra en proceso de negociación otra base ubicada en Liberia, Costa Rica. El cubrimiento de las FOL se vería acrecentado por las bases militares estadunidenses instaladas en Roosevelt Roads (Puerto Rico), Bahía de Guantánamo (Cuba) y Soto Cano (Honduras).

El plan incluye la instalación de un tercer radar en Venezuela, en la localidad de San Fernando de Atabapo, 700 kilómetros al sur de Caracas, en la frontera con Colombia. El radar se suma a los que ya están activos en la península de Paraguaná, al norte, y en la isla Margarita. Otro punto clave de la estrategia es la base militar que Estados Unidos montó en Iquitos, en la Amazonia peruana, cerca del río Nanay, hacia donde fue desplazado equipo que el Pentágono tenía instalado en la Base Howard, en Panamá.

El proyecto, que en su primera fase incluye un cerco militar a Colombia, fue acelerado luego de que fracasaron las negociaciones del Pentágono con Panamá, que busca- ban reconvertir las antiguas bases militares emplazadas en la Zona del Canal en un disfrazado Centro Multinacional Antidrogas.

A fines del año pasado, al cumplimiento de los Acuerdos Carter-Torrijos de 1977, la sede del Comando Sur del ejército de Estados Unidos fue trasladada a Miami, Florida. La clausura de la base Howard, el primero de mayo de 1999, había disminuido marcadamente las operaciones de recolección de información de inteligencia del Pentágono.

Desde allí operaban los aviones de reconocimiento Awacs y otras desarrolladas naves espías como los Havilland RC-7, que a diario sobrevuelan la región y suministran información de inteligencia a militares estadunidenses. Las bases de Manta, Aruba, Curazao y Liberia vendrían a sustituir la función de la base Howard.

Un informe confidencial sobre la cesión por 10 años de la base de Manta a Estados Unidos, indica que Ecuador fue seleccionado por "su localización estratégica y por la seguridad que ofrece". En este momento, las principales funciones de la base situada en el puerto de Manta, sobre el Pacífico ecuatoriano, serían de apoyo logístico, de inteligencia y vigilancia de territorio.

Pero en caso de que el Pentágono desencadenara una guerra tipo Kosovo contra Colombia, la base, que ya cuenta con unos 200 marines, adquiriría una importancia militar estratégica y se involucraría de manera directa en el conflicto. Según fuentes extraoficiales, Washington tiene programado invertir unos 80 millones de dólares en la adecuación de la pista de la base de Manta.

Igual función de apoyo logístico cumplirán las FOL instaladas en los aeropuertos internacionales de Hato (Curazao) y Reina Beatrix (Aruba), según el convenio suscrito en abril del año pasado entre el reino de Holanda y Washington. En ambas bases habrá una presencia constante de 300 militares estadunidensess de manera rotativa, así como cinco aviones F-16 o F-15 y tres aeronaves de reconocimiento y un máximo de ocho aviones adicionales, entre ellos un Awacs y su cargador de combustible y aviones de patrullaje marítimo.

Según informes de inteligencia, el Pentágono ha descartado una intervención por tierra a las provincias de Caquetá, Putumayo y la Amazonia colombiana, porque les costarían muchas pérdidas de vidas a las fuerzas aliadas invasoras. Por lo que analistas militares consideran que se está preparando el terreno para una guerra "aérea".

Según las fuentes, la salida contemplada por los estrategas de Washington, para la cual trabaja el propio gobierno de Colombia, sería una guerra por aire desde las bases estadunidenses ubicadas en países vecinos y desde el mar, donde los aviones y los misiles tendrían un importante papel, como en Kosovo. Como parte de la estrategia ya se estaría fomentando un éxodo masivo de pobladores desde las zonas afectadas hacia Ecuador, con el fin de aislar a las FARC y permitir que sus tropas sean detectadas y aniquiladas con una tecnología de guerra similar a la utilizada en Yugoslavia.

Según admitió el general Charles Wilheim, jefe del Comando Sur con sede en Miami, esa tecnología fue aplicada en julio del año pasado durante la ofensiva de las FARC sobre Bogotá. El militar estadunidense, que opera como virtual comandante en jefe del ejército colombiano, dijo que durante la ofensiva guerrillera las fuerzas de Estados Unidos y Colombia habían estado en "constante comunicación". Una manera indirecta de aceptar que el avance de las FARC fue parado por la fuerza aérea colombiana, dirigida por oficiales de inteligencia estadunidenses.

La caída del moderno avión de espionaje Havilland RC-7, en Putumayo, el 23 de julio de 1999, cuando se encontraba interceptando las comunicaciones de las FARC, reveló el involucramiento directo del Pentá- gono en el conflicto interno colombiano. El accidente costó la vida a cinco militares de Estados Unidos y dos colombianos. El personal estadunidense era miembro de la brigada de inteligencia militar 204, cuya base es Fort Bliss, en El Paso, Texas.

El hecho permite desentrañar el carácter de la intervención y las actividades del "espionaje masivo". Mediante equipos electrónicos e infrarrojos de tecnología de punta, los Havilland RC-7, que también fueron utilizados en Kosovo, detectan las imágenes de los guerrilleros en la selva y facilita su aniquilamiento. El avión espía requiere del acompañamiento de una nave EP-3 de reconocimiento, que permite localizar el área de emisión de las señales de radiocomunicaciones de las FARC. Cuando desapareció el RC-7 en Putumayo, un EP-3 se encontraba en la base aérea ecuatoriana de Coca, cerca del lugar del accidente.

En todos los casos, las bases militares de Estados Unidos han sido negociadas con los países huéspedes en el marco de la llamada "guerra contra las drogas". Pero el verdadero papel contrainsurgente que desempeñarán se ha ido develando poco a poco. La pinza contrainsurgente se cierra, en el territorio colombiano, con la base aérea de Tres Esquinas, en Caquetá, reacondicionada por Estados Unidos como una fortaleza inexpugnable.

La mayor parte de los mil 300 millones de dólares de la ayuda estadunidense estará destinada a esa base. La guarnición de mil 500 hectáreas, sobre la margen izquierda del río Orteguaza, en el que confluye el río Caquetá, está resguardada por espesa selva, ríos y pantanos, y soporta siete meses de lluvias ininterrumpidas cada año. Su interior dará asiento a la más grande fuerza de élite del país: 8 mil hombres de la fuerza de tarea conjunta y el recientemente creado "batallón antinarcóticos", apoyado por otras fuerzas y la policía nacional.

La base cuenta con una pista de aterrizaje de 2 mil 60 metros de longitud, alrededor de la cual se han construido hangares, sedes administrativas, alojamientos, casinos y centros de reentrenamientos de oficiales y soldados. Posee además equipos de inteligencia y tecnología de punta en comunicaciones, para recibir imágenes satelitales e interceptar señales de radioteléfono en los departamentos de Caquetá, Putumayo y Amazonas. Los equipos son manejados de manera conjunta por militares colombianos y asesores estadunidenses. También controla las estaciones de radar de Tres Esquinas, Marandúa, Araracuara y Mecana. Según un reportaje del diario El Tiempo, en la base permanecen un promedio de 15 aeronaves, entre helicópteros Bell 212 y Hughes 500 y aviones Caraván y Gavilán, que realizan vuelos de seguridad día y noche.

Según el zar antidrogas de la Casa Blanca, general Barry McCaffrey, "la extensa discusión sobre la distinción entre las FARC, el ELN, los paramilitares y el problema de las drogas es tonta". Sin embargo, el coctel tiene todos los ingredientes para convertir a Colombia en un nuevo Vietnam.

Por eso, la luz verde de Clinton, que echará a andar la maquinaria bélica en su nueva fase, puede llevar no sólo a una regionalización del conflicto, sino también a un empantanamiento bélico en la zona andina de consecuencias insospechadas. Sin descartar que el aislamiento inexpugnable de Tres Esquinas pueda ser el Dien Bien Phu colombiano.

El aislamiento de esa base militar francesa, enclavada en lo más profundo de la selva indochina, fue su perdición. Los norvietnamitas la tomaron en 1953, y fue el comienzo del fin para los invasores extranjeros.