MIERCOLES 30 DE AGOSTO DE 2000
Ť Luis Linares Zapata Ť
Ocaso de un régimen
La incómoda conexión entre el nacionalismo presidencial al estilo priísta que generó toda una cultura política y la tecnoburocracia neoliberal en el poder ha llegado al borde de su convivencia. Más para allá de esa frontera se encuentra el abismo, la factible catástrofe para algunos de sus personajes y para muchas de sus maneras de entender y actuar en política.
Varios acontecimientos, muchos de ellos en la forma de escándalos recientes, lo apuntan. El más escudriñado de tales sucesos ha sido la derrota en la contienda presidencial del PRI y los balances que el votante impuso en el Legislativo. Tales hechos pueden, por ellos solos, finiquitar el régimen que se mantuvo en el poder por 71 años. Las figuras claves del sistema en tránsito: el todopoderoso líder nato y la del partido dominante o de Estado, reciben un devastador golpe.
Pero lo que contiene la energía suficiente como para causar la mayor de las implosiones del moribundo entramado y para separar esa conexión inconsistente y, al parecer efímera, entre el autoritarismo centralizado de los modos y rituales priístas y la tecnocracia neoliberal, la contienen otros factores adicionales que han aparecido en la actualidad nacional: la renuncia y fuga de Espinosa, el Renave, las trifulcas entre cacicazgos con sus muertes a cuestas en Chimalhuacán y la resolución de la Suprema Corte en el caso de Banco Unión. Juntos forman un coctel, potencialmente destructivo, que el Ejecutivo federal, Zedillo en lo personal, la tecnocracia, varias vertientes y fórmulas privatizadoras y el PRI, no podrán digerir.
El descrédito de la administración de Zedillo es simplemente brutal. Protegió y avaló a una persona, funcionario de primer nivel acusado de desviar fondos del DF, que ahora es prófugo de la justicia y nada ha dicho a la población. Escamoteó información a los legisladores que, en palabras y tesis de la SCJN, avalan y propician la que tan alto tribunal llama como cultura del engaño. No recibió las sanciones correspondientes porque los magistrados le concedieron el beneficio de la duda. Pero lo que de ahí se derive en subsecuentes procesos indagatorios, puede llegar a distintos y previsibles niveles de consecuencias. Una de éstas, la más evidente, parece que será la obligación del PRI de regresar, con recargos, las donaciones de Cabal Peniche y que ahora gravitan en la hacienda federal. Otra agravante podría encontrarse en la disparidad entre los ingresos y egresos reportados del partido con respecto de los topes establecidos por la ley. De hallarse tales evidencias en los fideicomisos de Unión, el registro del PRI estaría en juego. Pero no terminan ahí las tribulaciones que las pendientes averiguaciones camarales pueden desencadenar. Le seguirán las repercusiones en las disputadas elecciones de Tabasco, para Madrazo, para los tesoreros priístas (de nueva cuenta Espinosa) y la eventual conformación de fraude, punible por otros canales. Lo más relevante de todo este sainete serán las relaciones, aún confusas, con la legalidad y legitimidad de la campaña de Zedillo y los millones de votos que tanto proclamó.
Si Chimalhuacán descubre, de manera por demás trágica, el corrompido basamento del PRI y sus oscuras ligas con las formas de gobierno local, el Renave descobija a las elites del poder público y a sus credos fundamentales. En lo que toca a la trifulca en el Edomex, la llamada gestoría social aparece como encubridora de la informalidad y mina la administración y operatividad de los ayuntamientos, formas básicas de gobierno. Esa gestoría de grupos, cuando se apodera de las funciones establecidas al amparo de padrinazgos inconfesables, da cabida a malformaciones criminales como una derivada inevitable. Entonces, las opciones para el reparto escalonado de posiciones (botines) se reducen, se transforman en asuntos álgidos y volátiles donde la violencia toca a la puerta. En lo que toca al continentalmente famoso, y en la práctica enterrado Renave, la inoperancia de ciertas capas superiores de funcionarios ha llegado a grados intolerables. Los argumentos usados por el secretario Blanco caen como pesados fardos de incredulidad entre la ciudadanía y, su jefe, no aparece ni en lontananza. Se pone la dirección del registro de automóviles en manos ya no únicamente de un tenebroso torturador, sino en las de una posible organización delictuosa del crimen organizado de alcance internacional. Y aún así se pretende mitigar el escándalo con súbitas, tardías y hasta tontas intervenciones sobre la concesionaria. ƑQué sucede en la Presidencia? ƑNo se da cuenta Zedillo del riesgo que él corre ahora que ya no tiene manera alguna de detener las averiguaciones y juicios colectivos? ƑLa esclerosis o soberbia del grupo en el poder ha llegado al extremo de arriesgar, por ligereza, cuestionable lealtad o franca colusión de intereses, información sensible de 20 millones de mexicanos? De comprobarse las ligas entre los ex militares argentinos torturadores y las mafias de falsificadores, ladrones o secuestradores con las empresas tenedoras de una porción significativa de acciones del Renave, bien podría llegarse a configurar faltas como la de traición a la patria. Entonces la historia sería por completo diferente para el país.