MARTES 29 DE AGOSTO DE 2000

 


* Teresa del Conde *

Alberto Castro Leñero.

Nueva exposición

Las galerías del centro cultural Ollin Yoliztli reúnen obras de Alberto realizadas este año y el anterior; alternan con otras que han concurrido en diversas exposiciones, por ejemplo, la que se llevó a cabo con cierto carácter retrospectivo en las salas del piso superior del Palacio de Bellas Artes. Aquí las más antiguas son de 1991. Sólo las estructuradas geométricamente desentonan con el resto de lo presentado, que pretende amalgamar pinturas y esculturas creando en algunos casos correspondencias.

Esto es evidente, por ejemplo, en el bronce titulado Flexión: un torso sin cabeza, dos piernas y trasero quedan unidos por una forma tubular, como si esas partes anatómicas alargadas formaran un circuito continuo.

Otra escultura --las piernas femeninas abiertas en compás de casi 90 grados-- se acompaña de su respectiva representación bidimensional al óleo. Estas piezas parecen rendir homenaje a la Aurora de Augusto Rodin. Es muy posible que Alberto Castro Leñero se haya inmiscuido inicialmente en la tridimensión a partir de Rodin, cuyas piezas, gracias a copiosos tirajes sobre los que mucho se ha discutido, están diseminadas por todo el mundo. Las matrices se encuentran en el Museo Rodin, pero, por ejemplo, el Museo Soumaya de México posee una vasta colección, lo mismo que el Museo Rodin de Filadelfia, las del Simon Norton de Pasadena, etcétera.

Lo que digo no significa que Alberto Castro Leñero "copie" o redite a Rodin, nada que ver ya su quehacer escultórico con el de ese maestro que quizá, en cuanto a punto de partida, se le constituyó en referencia muchos años ha.

El centro Ollin Yoliztli tiene varios espacios de exhibición, el mejor es éste, donde se encuentra instalada la muestra. El trabajo museográfico que se realizó es alentador, tanto que hay obras --ya antes expuestas-- que nunca han lucido mejor. Desde la entrada se visualiza la pieza eje de la muestra, es un bronce de dimensiones considerables, Tallo triple. Las formas tuberculares y arboreáceas patinadas en verde encuentran su repercusión en las pinturas con bandas que se enroscan sobre sí mismas. Podrían integrar un políptico, aunque la identidad de cada una es no sólo formal, sino también técnica. Los óleos sobre tela juegan con los valores volumétricos en la bidimensión (aquello que Wöfflin denominó "plástico pictórico" en oposición al "plástico lineal"). Otras son técnicas mixtas que incluso pueden dar la apariencia de gigantescas obras gráficas. Aunque ya las conocía, produjeron efecto nuevo al verlas dispuestas y con un buen tiro visual.

Dos obras en formato vertical (320 por 60) flaquean el ingreso al espacio donde se encuentra el Tallo triple. La ubicada a la derecha forma parte de aquella espléndida serie sobre El mar que se exhibió hacia 1991 en la Academia de San Carlos. Creo que pocos, en la actualidad, han pintado el mar y sus habitantes o sus buceadores como Alberto. El defecto es que su par en cuanto a formato (ubicado a la izquierda) procede de las mismas estructuras geometrizadas que mencioné al principio.

Con todo y su ímpetu vertical, uno descendente, el otro ascendente, este par se aviene mal en cuanto a iconografía. No importa para nada que un artista figurativo pinte "abstracto" (porque todo es en cierto modo abstracto y también en todo hay formas). Lo válido es que en ambas es detectable el gesto, la impronta, o como quiera llamársele, de este pintor, que está en plena madurez y que se acerca al medio siglo de edad, con una rica trayectoria que por momentos sentí varada. Las obras recientes lo desmienten.

No se hizo catálogo de la muestra, cosa que --a veces-- resulta ser un problema. Pero hay que considerar, como lo ha hecho ya el escritor y crítico de arte hispano Félix de Azúa, que hoy día nos perdemos la posibilidad de contemplar muchas exposiciones debido a que los curadores de galerías, museos, etcétera, tienen la creencia absoluta de que no puede hacerse una exposición sin su correspondiente catálogo.

Eso es cosa que puede suplirse con hojas de sala (como lo hacen en el Museo Carrillo Gil). En hartas ocasiones resulta que el catálogo es más importante que la exposición, cuando que si de lo que trata es obtener placer y conocimiento de lo que ve, nada suple la visión de los originales. Paisaje mapa 2000, una composición dividida en cuatro soportes cuadrangulares, está entre las pinturas que sintentizan las inquietudes e investigaciones a las que ha llegado este artista. Sus combinaciones de óleo con encáustica siempre han arrojado resultados excelentes. Otras (dan ganas de tocarlas para saber que se trata) reúnen varios recursos a la vez, a los que queda sobrepuesta una sustancia que parece ser barniz, pero no el barniz con el que se suelen terminar las pinturas al óleo. Esos son, creo, secretos de atelier. En esta muestra ninguna pintura acusa incrustación de elementos volumétricos, recurso frecuente en él.