MARTES 29 DE AGOSTO DE 2000
* Jorge Edwards presenta hoy El sueño de la historia, su nueva novela
El humor, fundamental en toda mi obra
* El libro prefigura la salida de la dictadura pinochetista, dice el premio Cervantes 1999
César Güemes * Lector de Rulfo, López Velarde, Vasconcelos, Paz y Martín Luis Guzmán. Diplomático bajo el gobierno de Salvador Allende. Presidente en su momento del Comité de Defensa de la Libertad de Expresión en su país. Premio Comillas por su libro Adiós, poeta... en el que narra su amplia amistad con Pablo Neruda. Jorge Edwards, premio Cervantes 1999, está en México a fin de presentar su nueva novela El sueño de la historia, editada por Tusquets.
--Parece que su trabajo literario, tal vez porque se ha relacionado con su desempeño como embajador, está imbricado con la historia de su país. Los convidados de piedra, por ejemplo, es apenas previa a Pinochet, como si lo vislumbrara.
--Bueno, Los convidados... es para mí la novela de la preparación del golpe de Estado en Chile. Es la historia de un grupo de personas que se distribuyen en todas las opciones políticas, que eran amigos en la universidad y después pasaron al Partido Comunista, a la anarquía o al fascismo. Justamente termina la cronología de esa novela en octubre del 73, mientras que El sueño de la historia es la novela que prefigura la salida de la dictadura. Aquí aparecen desde las manifestaciones de cacerolas en contra de Pinochet hasta las cárceles y el plebiscito cuando triunfó el "No" a Pinochet.
--ƑCuál diría que es la parte real? ƑLa del llamado Narrador, la del arquitecto que diseña La Moneda, la de Manuelita Fernández de Rebolledo?
--La del Narrador es la existencia de un personaje inventado que se encuentra con esa historia del siglo XVIII, que a su vez es la preparación de la salida de la Colonia a la independencia, pero también la lucha por la libertad que libra una mujer joven en ese tiempo.
Cuento cosas reales mezcladas con ficción
--La narración va y viene del pasado al presente, y sin embargo existen, si no coincidencias, por lo menos nexos que van más allá de lo propiamente imaginario.
--Son dos historias paralelas, en efecto, pero que tienen toda clase de comunicaciones entre ellas. De repente un suceso del pasado viene a iluminar o explicar uno del presente, y viceversa. El Narrador cuenta lo que le sucede a él y lo que le pasa a los personajes en la lejanía del tiempo.
--Y todo ello culmina con una reconciliación.
--Pero privada, amorosa, no colectiva. Eso apunta a algo, no sé a qué pero quiero creer que tiene algún sentido.
--Tiene, en todo caso, la ventaja de conocer la historia que cuenta y la que ocurrió documentalmente.
--Siempre cuento estas cosas reales mezcladas con la ficción a partir de un punto de vista que trata de ser personal, sin hacer generalizaciones, sin ofrecer fórmulas ni soluciones a las cosas. Intento mantener el humor incluso, que para mí es fundamental en toda mi obra.
--Pero es usted serio en sus temas y en sus formas.
--Y quizá hasta en mi persona, pero pienso en el humor como un ingrediente necesario. Cuento por ejemplo en Persona non grata lo que ocurría en la Cuba de los años setenta, y eso tenía su lado absurdo, contradictorio y desde luego humorístico. O por ejemplo, Ƒcómo podría atreverme a usar el humor para describir una visita a una cárcel chilena bajo Pinochet? Pues porque las cosas se daban así: se me acercaba un gendarme con todas las llaves que implicaban la libertad y lo hacía para pedir un cigarro o un autógrafo.
--La historia de Joaquín Toesca, por su lado, es real, verificable.
--Sí, es el que inició los trabajos de construcción del Palacio de la Moneda. Y su relación con la joven Manuelita es histórica. Hay tres procesos en los archivos chilenos, de los cuales conocí dos y en donde se da cuenta del asunto. El obispo de Santiago hizo encerrar a Manuelita en tres oportunidades distintas, se entiende que a placer de Toesca. Uno de los procesos es el que se efectuó en contra del obispo por parte de la madre de la mujer, litigio que por cierto gana. Ahí intervienen todos, Toesca incluido. Eso lo leí entero. Y después hay un proceso posterior que hace, por enamoramiento, un vecino muy joven de Manuelita. Lo lleva a cabo contra el padre para que les permita casarse. Así que en el fondo los dos procesos que tuve en mis manos son, además de lo anecdótico, por la libertad.
--Debió ser una mujer ciertamente hermosa.
--Lo fue. Aunque no hay iconografía de ella, todas las crónicas de la época coinciden en ese dato. Y lo que muestro o quise mostrar en la obra es que esa lucha por la libertad lo único que hace es renovarse y cambiar de forma a lo largo de la historia chilena.
En 1979, la primera idea sobre el volumen
--Debieron ser varios años de preparación para reunir los documentos, ordenarlos y dejar que la parte inventiva corriera.
--No me puse plazo para escribir esta novela. Paralelamente hice otros trabajos que me permitían seguir con esta obra con toda tranquilidad. La primera idea de El sueño de la historia la tuve en 1979, cuando leí un capítulo sobre el arte colonial en Chile y me encontré con una frase en torno a Manuelita que la describe trepando por las paredes del Convento de las Agustinas, como una gata, para ir a juntarse con sus "amasios". Ese término usaba la nota. Ahora sabemos que el amante era sólo uno pero la narración la iba convirtiendo en un personaje muy interesante. Desde que leí eso empecé a trabajar; y durante un viaje a Europa, fui especialmente a Roma a buscar lo que restaba de Toesca. Y lo encontré.
--En la novela hay un recurso singular: el narrador se convierte en personaje llamado precisamente Narrador, que si lo vemos con calma es usted pero desdoblado en dos ocasiones.
--Eso se me dio en la escritura. Tenía la historia antigua y la persona que había investigado en todos esos documentos, que desde luego era yo mismo. Pero quise que fuera un personaje que habitara donde yo nunca viví, con una mujer que nunca he conocido. Y me pareció curioso darle vida a un ser fascinado por la historia, que quiere contarla y que nunca consigue saberlo todo de ella. Ese sujeto literario me daba la libertad de suponer que algunas cosas habían ocurrido de una manera que no es posible demostrar. Eso significa que detrás de ese Narrador hay otro narrador, con minúscula, quien por cierto se convertirá en personaje después.
--Forma parte de los varios ciclos de la obra.
--Eso quise. Está el ciclo del Palacio de la Moneda, desde los cimientos cuando se descubre un cierto cadáver, hasta el bombardeo. Un ciclo negro. Además del que se da entre Toesca y el Narrador. El del Viejo Mundo de donde viene el arquitecto y la Colonia. O el de la cárcel y la libertad.
--Necesariamente es una novela de madurez. Hace 30 años no se habría interesado por esta estructura y tal vez ni siquiera por el caso.
--Me implica la madurez, claro, incluso una madurez avanzada. Hay cosas que se me dan en este trabajo que no se podrían haber dado antes. A toda novela se le llega su tiempo y hay que ser paciente.
(El sueño de la historia se presenta hoy a las 20 horas en la sala Ponce del Palacio de Bellas Artes.)