LUNES 28 DE AGOSTO DE 2000

La decepción de Fox

 

* Samuel Schmidt *

Es difícil dar seguimiento a Vicente Fox porque hace declaraciones a una velocidad y en cantidades sorprendentes. Esto ha desconcertado a los estadunidenses, que esperaban encontrarse con un jefe de Estado más bien conspicuo y reservado, pero Fox sigue en la euforia de la campaña y muchas veces no termina de elaborar bien las propuestas, o bien, no mide las consecuencias de los mensajes.

Fox lleva a Estados Unidos y Cánada una serie de ideas inconvenientes para los vecinos. Los estadunidenses han expresado su nerviosismo, lo que en lenguaje diplomático implica malestar. No sé si la oferta de la disponibilidad de las industrias petroquímica y eléctrica fue para apaciguar el surgimiento de una cierta desconfianza, pero lo cierto es que ya todo mundo sabe que el presidente mexicano se espina las manos con esos temas.

Así que ni con esos temas espinosos podrá regresar cargado de promesas y apoyos. El hecho que la entrevista con Clinton y Gore sea privada puede sugerir que le presenten una factura por adelantado muy elevada.

Fox ha lanzado una serie de iniciativas bien vistas por los mexicanos, pero que han sido recibidas con mucho recelo por los estadunidenses, y es muy posible que justo por eso este viaje sea una gran decepción para él y su pretensión de establecer un escenario a largo plazo en la relación binacional, porque Estados Unidos parece estar muy cómodo con una relación como ésta, y si se trata de medidas unilaterales, éstas parece habérselas reservado desde hace tiempo. El margen de maniobra mexicano es muy limitado o casi nulo.

Dar un mensaje de preferencia hacia el sur no ablandó al norte, y jugar con la idea de crear un bloque estadunidense para presionar al país vecino podría no resultar tan sencillo. Por lo pronto el canadiense Chrétien ya le dijo que no le interesa moverle mucho al TLC y menos que se pretenda crear fondos de compensación como en Europa, porque eso le costaría a su gobierno y no tiene por qué darle dinero a México. Al único que no conviene la asimetría es a México.

Pedir ayuda a Estados Unidos, como ha sugerido Fox, implica pagar un precio económico y político, lo que incluye doblar las manos en temas tan sensibles como el narcotráfico y la migración y de paso seguir tolerando las violaciones unilaterales al TLC. Parece que Fox no alcanzó a aprender de la gestión catastrófica --para México-- de Ernesto Zedillo en su relación binacional y del elevado peso pagado a cambio del apoyo.

Zedillo no entendió el principio de que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. Esperemos que Fox lo entienda, aunque es muy fácil que se confunda entre el trato del boato protocolar de la alfombra roja y la alegría de los vecinos porque derrotó al PRI. Uno es una señal de respeto y cortesía y el otro de simpatía, porque los estadunidenses desde hace tiempo comparten la idea de que México debía cambiar, pero esto no necesariamente modificará la agenda de Estados Unidos hacia México.

George Bush ya anunció que quiere que se remueva la franquicia de 50 dólares para las compras fronterizas. Al Gore ya dijo que no le interesa hablar de amnistía a inmigrantes, sino de regularización; Ralph Nader sugiere eliminar el TLC, y de Pat Buchanan, ni hablar. O sea que con ninguno podrá acomodar Fox sus propuestas de apertura de fronteras a la migración o integración continental. Si necesita una señal de la inflexibilidad, bastaría con notar que nadie hace lo posible por modificar la legislación migratoria que es marcadamente antimexicana. Y Jesse Helms, que tiene todo menos aprecio por México, durará en su posición de fuerza por lo menos hasta el 2002.

Fox fue a convocar a los asilados para que regresen, sin darse cuenta que, aunque entre un nuevo gobierno, seguirá en su lugar el viejo sistema represivo que lanzó a miles de mexicanos al asilo político. Y todavía hay grupos agazapados que verían con gusto provocaciones contra el nuevo gobierno y para ellos qué mejor víctima que un perseguido político con cuentas pendientes.

Me parece bien que Fox mantenga un discurso positivo, enérgico y hasta agresivo, pero debe ser muy cuidadoso en no enviar mensajes cruzados que ni se compensan ni se complementan. Una cosa es prometer continuar la política de privatizaciones y otra proteger a los mexicanos en el exterior.

Todos los mensajes tienen más de un receptor y posiblemente muchos de los mexicanos perseguidos vean muy mal los intentos de privatizar la industria eléctrica, pero además, Ƒqué se gana con telegrafiar intenciones y ofrecer antes de sentarse a la mesa con el contrincante?

Fox no debería menospreciar a los estadunidenses y hacer mejor la tarea antes de buscar negociar. ƑO será que empezó a negociar el país antes de ganar la elección y ahora fue a ajustar cuentas? *

 

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