LUNES 28 DE AGOSTO DE 2000

El tiempo también alcanzó a Chiapas

 

* Elba Esther Gordillo *

Chiapas, la entidad que presenta los mayores índices de vulnerabilidad social en la nación, el domingo 20 de agosto decidió explorar el sendero de la alternancia. Las transformaciones alcanzaron al sureste mexicano.

En el futuro inmediato de Chiapas, los actores políticos, las organizaciones sociales y la ciudadanía deberán asumir con todas sus consecuencias la decisión plasmada en las votaciones del domingo pasado.

El nuevo gobierno deberá estar a la altura del respaldo ciudadano depositado en las urnas, para lo cual tendrá que actuar promoviendo, en todo momento, tanto la conciliación política y social como la atención efectiva de las ancestrales necesidades de la población, particularmente de la más desvalida, la de los diferentes grupos indígenas.

Pablo Salazar Mendiguchía y el gobierno que encabezará enfrentan el reto y la oportunidad de sumar voluntades a favor de la justicia, la equidad y la reconciliación en Chiapas. La tarea es harto difícil y sus resultados no podrán ser mágicos, pero sí deberán ser verídicos y percibidos por la población chiapaneca y por el resto del país. En ello se juega en medida importante la conciliación de democracia con bienestar social, y no solamente para esa entidad del sureste. Que las condiciones que abren unas elecciones legítimas se traduzcan en bienestar generalizado y amplia participación social es lo deseable.

Para ello los diferentes actores políticos y sociales deberán cumplir su parte con responsabilidad y altura de miras. Los partidos que conformaron la Alianza por Chiapas están obligados a abandonar los intereses estrechos que se han visto presentes en otras experiencias locales y contribuir a conformar un gobierno estable, de amplio consenso y con capacidad operativa; la mayoría del Poder Legislativo y de las autoridades municipales encabezadas por el PRI tendrán que desempeñarse como una oposición constructiva; las organizaciones sociales están llamadas a mantener su presencia para colaborar en la definición e impulsar las políticas públicas, sobre todo de aquéllas dirigidas a atender las acuciantes necesidades de los sectores más empobrecidos de la población chiapaneca y para cuidar del resguardo y mejor aprovechamiento de la riqueza ecológica del estado.

Las nuevas autoridades federales encaran también una importante responsabilidad para con entidades como Chiapas: los programas federales contra la pobreza y la marginación, particularmente los dirigidos a las zonas rurales y las comunidades indígenas, deberán llegar con oportunidad. El planteamiento de la política social que haga el gobierno, que encabezará Vicente Fox a partir del primero de diciembre, deberá contener líneas claras de participación del Estado para enfrentar el reto que representa para el sureste y para el país la permanencia de enclaves de atraso y desesperación.

Como sociedad debemos encarar con absoluto realismo que la democracia política no basta por sí sola para superar la pobreza y todas sus secuelas de violencia, todo el desperdicio de vida y recursos sociales. Para ello deberá actuarse con toda intencionalidad, consenso y eficiencia.

Pero aún así, se requiere del concurso de todos los actores. Falta la respuesta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Las futuras autoridades federales y estatal se han pronunciado por el diálogo y el cumplimiento de los compromisos; en el mismo sentido lo han hecho partidos, organizaciones y personalidades. Se están creando las condiciones para arribar a la tan deseada como necesaria paz. El camino es aún largo, pero se percibe la luz en el fondo y la salida puede acercarse con voluntad política.

Empero, hay que mantenerse vigilantes de recaídas por parte de quienes (personas y grupos) no quieran abandonar su situación de privilegio o impunidad. El tiempo también alcanzó a Chiapas. *

 

[email protected]