LUNES 28 DE AGOSTO DE 2000

* Creen anticuado respetar la vida del no nacido, dice


Lamenta Rivera ''huida'' de fieles ante falta de un Evangelio progresista

José Antonio Román * Con ''frecuencia'', algunos católicos abandonan su fe y se separan de su Iglesia porque no creen en la indisolubilidad del matrimonio y creen que respetar la vida del no nacido es anticuado y antiprogresista, señaló el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera. Es más, dijo, ''hasta nos molesta'' que en este tiempo de deserciones la Iglesia continúe anunciando el mismo Evangelio, cuando también hay muchos que piensan que la "huida" de tantos católicos podría evitarse proclamando un Evangelio más atractivo, moderno y progresista, además de propuestas ''consensuadas y democráticas''. Pero esas enseñanzas, advirtió, no serían las de Jesucristo.

Rivera Carrera abordó así, en su acostumbrada misa dominical en la Catedral Metropolitana, el tema del aborto. También en una carta publicada en su semanario Desde la Fe, el cardenal apuntó que muchas veces el hombre, ensoberbecido, tiene el afán de convertirse en ''diocesillo'' capaz de las más perversas acciones, como es el matar a seres inocentes e indefensos a quienes Dios ha dado vida en el vientre materno.

A las mujeres que han recibido el don de la maternidad por causas no deseadas, como es el acto "doloroso y ultrajante" de una violación, el arzobispo les recordó que la Iglesia ''es su mejor aliada'' porque las defiende de la mentalidad hedonista y materialista que quiere empujarlas a hacer algo que no desean: cometer un acto homicida contra el hijo de sus entrañas. ''Si la Iglesia valora en grado excelso el don de la maternidad y la generosidad materna, mucho más los valora cuando son el fruto de un gesto, de un heroísmo y la expresión más libre de amor a la vida humana y a Dios'', dijo.

En ambos mensajes, tanto de la homilía como en el semanario, el prelado apuntó que el camino trazado por Jesús puede parecer duro, difícil de comprender, aceptar y vivir, por lo cual surge la tentación de claudicar en su seguimiento y por optar por caminos fáciles que el mundo nos abre hacia los placeres, el materialismo y hacia la obsesión de poseer cosas a costa, muchas veces, del sufrimiento de otros.

Señaló que en la actualidad vemos con qué facilidad se aceptan los antivalores que difunde la cultura que nos rodea, una cultura engañosa que nos ofrece paraísos terrenales y que, a fin de cuentas, no son más que espejismos vanos, atracciones para el egoísmo humano donde el hombre se encuentra vacío al haber perdido el sentido de Dios en su vida.