LUNES 28 DE AGOSTO DE 2000
* Revelaciones de Scilingo lo pusieron al descubierto
El GT 3.32, donde estaba Cavallo,
administraba el terror dictatorial
* "Daba en adopción" a hijos de subversivos nacidos en cautiverio
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 27 de agosto * En 1997 el ex marino Adolfo Scilingo, quien había revelado dos años antes los llamados vuelos de la muerte, mediante los cuales los detenidos desaparecidos de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) eran arrojados vivos al mar y adormecidos con drogas, denunció al contralmirante retirado Emilio Massera y a la plana mayor de esa institución por el robo de niños nacidos en cautiverio.
La entrega de esos niños la realizaba el Grupo de Tareas (GT 3.32), donde estaba Ricardo Miguel Cavallo durante la pasada dictadura militar. Scilingo mencionó también a oficiales en actividad y a retirados por la misma causa, e imputó entonces al presidente Carlos Menem y a otros funcionarios, así como a los jefes navales del "periodo democrático" por encubrir ese delito. En la denuncia ante la Cámara Federal, Scilingo dijo que la Armada había dispuesto que las "embarazadas debían tener familia antes de ser trasladadas (término que significaba desaparecidas) y que para evitar que sus hijos se "contaminaran de ideas extremistas" debían ser dados en adopción a familias que los educarían en otros conceptos, entre ellos las de los propios marinos o allegados.
Pero en este caso, todo aquel que estuviera dispuesto a adoptar un bebé o darlo a algún conocido debía ponerse de inmediato en contacto con el GT 3.32, y allí debían resolver sobre la "adopción" el entonces director de la Esma, el contralmirante Rubén Chamorro, y también Jorge Tigre Acosta, bajo cuyo mando actuaba Cavallo. El capitán de navío Jorge Vildoza era entonces jefe del GT 3.32.
En esa denuncia, Scilingo identificó como embarazadas que pasaron por la Esma a Cecilia Viñas, Liliana Fontana y María Marta Vázquez. A esta última la habría visto a mediados de diciembre de 1976, según dijo a este periódico en larga entrevista ese mismo año. Precisamente allí reveló que el propio Vildoza había adoptado al hijo de Viñas. "Todos los que trabajaban en los Grupos de Tarea son responsables no sólo de las desapariciones, sino de la entrega de estos niños", sostuvo Scilingo.
Entre las revelaciones de aquellos días relató cómo las embarazadas daban a luz en el sótano de la Esma y eran asistidas por médicos navales, cuyos nombres dio, y algunos de ellos fueron ubicados luego por familiares aún en funciones. La seguridad de que Cavallo estaba allí y era parte de los operativos, el accionar y el control de los desaparecidos, llevará también ahora a tratar de indagar sobre esta causa, donde las Abuelas buscan incansablemente a más de 400 ninos, y con documentación probatoria en mas de 200 casos. Pero también esa denuncia de Scilingo podría servir para investigar los lazos que él denunció con respecto a los aliados de los grupos de la Esma, entre los que mencionó al ex subsecretario de la SIDE, Juan Carlos Anchezar y Aurelio Za Za Martínez, otra serie de funcionarios del menemismo como Hugo Franco, quien dirigió nada menos que Migraciones, Carlos Corach, ex ministro del Interior, y Juan Bautista Jofre, ex jefe de la SIDE, entre otros.
Sostuvo que también Acosta trabajaba y era amparado por altos funcionarios ligados a la ex presidencia. Hablando con La Jornada, en una larga entrevista dijo entonces que había que investigar una serie de empresas creadas por los hombres de Massera y amparadas por personajes importantes de la política en tiempos democráticos.
"Yo creo que no se tomó nunca conciencia del problema. Me dicen a mí por qué no hablé antes. Yo estuve planteando lo que sucedió en la Esma, desde las primeras veces que me mandaron a los vuelos de la muerte, y lo hice a nivel jerárquico. Creí que debía ser la conducción naval la que debía actuar. Lo que ocurrió en la Esma es muy grave. No fue un grupito fuera de la ley. No fue un problema de excesos, de un grupito que estaba operando, ni de que a algunos se les ocurrió agarrar a cinco subversivos y tirarlos al agua.
"No hubo improvisación. Incluso, aunque parezca terrible escucharlo, fueron perfeccionando el sistema a medida que se producían fallas. A tal punto que quiero narrarle que el primer vuelo se hizo en un DC3 de la Armada y tiraron un grupo de detenidos al río de La Plata. Ahí iba un teniente de fragata que ni sabía a lo que iba ni para qué iba en el vuelo. El llego a capitán de fragata y se retiró, estaba totalmente rayado (enfermo síquicamente). A él simplemente lo llevaron en el avión y en determinado momento le dijeron "abra la puerta y tírelos". A ese teniente le habían dicho que era un traslado. Por eso surge el tema del traslado, así le llamaron a la primera operación. Le dijeron que los llevaban dormidos por razones de seguridad. Y así cuando estaban en vuelo le ordenaron tirarlos", relató.
Scilingo recordó que precisamente esos primeros detenidos arrojados al mar "fueron los que aparecieron en las costas uruguayas y los periódicos entonces y las autoridades de los dos países se habían puesto de acuerdo para decir que eran cadáveres de coreanos o asiáticos, ya que se había producido un motín a bordo en un barco coreano. Pero de repente apareció el cadáver de una mujer e inventaron que era una prostituta, y que hubo una orgía y precisamente por eso se había producido la riña a bordo. Pero hubo algo más. Todos habían sido arrojados vestidos y allí no sólo podía quedar alguna marca de ropa, sino que había monedas argentinas en los bolsillos.
"A partir de esto se decidió que primero era necesario estudiar hacia dónde iba la corriente, y el lugar más afuera del mar, además de que los detenidos no debían ir vestidos. Eso para explicarle como fue todo de estudiado, siniestro y sofisticado. Por eso yo digo que la historia de la Esma es terrible, y yo fui parte de eso", señaló.
Adolfo Scilingo recordó que la primera vez que fue a la Esma, "estaba convencido de que iba a la guerra. El primer día llega un suboficial subordinado mío, y cuando lo acompaño a ver las instalaciones, lo primero que veo es una embarazada: Vázquez Acuña. La chica se quedó mirándome y yo no sabía qué hacer porque lo que menos esperaba era encontrar a una embarazada. Pensé encontrarme con guerrilleros vestidos de verde, con caras de guerrilleros, como yo los imaginaba.
"Empezamos a caminar por aquellos laberintos de la Esma y había un olor nauseabundo. Veía esos aglomerados de un metro por dos de largo, las paredes del entretecho y ahí estaban tirados, encapuchados y engrillados los detenidos. Eran como grilletes de la época medieval. Grilletes de hierro negro hechos en la Esma, y dije "esto es de la época medieval" y caminamos donde se dobla en una L.
"Debajo del Salón Dorado para fiestas estaba el sótano. Debajo del comedor de oficiales había dos pisos de camarotes, habitaciones para nosotros y en el entretecho tres habitaciones que eran para personal de servicio. Allí estaban las embarazadas. Seguimos hasta el fondo y entonces hallo un cura y de eso discutí con Verbitsky, porque me decía que no había un cura detenido. Pero sí era el padre Pablo, y los capellanes subían todos los días y estaban con los aspirantes a alumnos y los detenidos. Ellos debían saber muy bien lo que estaba pasando".
--ƑHabían visto entonces también a las monjas francesas que desaparecieron en la Esma?
--Seguro que supieron del tema de las monjas y que deben haber hablado con ellas.
El tema de los religiosos lo enervó particularmente, ya que recordó las conversaciones con amigos donde comenzó a enterarse de cuáles eran los nuevos proyectos militares. "No quieren fusilamientos, no quieren muertos. Se trata de evitar los inconvenientes y críticas que tuvieron por ejemplo en España con Franco, o en Chile con Pinochet. Aquí se trataba de combatir la subversión sin firmar la sentencia de los muertos. Yo no lo podía creer. Pero un día en una reunión a las que nos llevaron a los oficiales las cosas quedaron mas claras para mí. Fue en un cine en la base naval de Puerto Belgrano, para explicarnos el Plan de Actividades del Comando de Operaciones Navales (Planacon) y el de Conmoción Interna de la Armada (Placintara). Allí se entrelazaron las operaciones combinadas, las navales y especiales y se habló ya de salir a las calles con ropa de civil.
"También fue allí donde se habló de los interrogatorios(torturas) que debían ser muy fuertes para obtener la información con la mayor premura, y finalmente se mencionaron los traslados. El vicealmirante Luis María Mendia nos dijo que durante un viaje los detenidos podían ir en avión y no llegar nunca a destino, lo que causó impacto en todos. Y entonces sostuvo que esto se había consultado con las autoridades eclesiásticas y se habría aprobado el método por considerarlo una muerte cristiana y humanitaria. Así se dijo. De esta manera se evitaba todo tipo de crítica internacional".
Pero Scilingo sostiene que el tema que había creado impacto recibió otro espaldarazo. "Vino nada menos que de monseñor Adolfo Tortolo, el vicario castrense, y otros altos sacerdotes, y planteó con claridad que había que separar las malas hierbas del trigo. Yo creí que esto lo decía como una cita bíblica, pero en realidad esa cita hablaba del final del mundo, cuando iban a venir los ángeles a separar lo bueno de lo malo. Es decir, estaban bendiciendo el crimen". Recordando su primer vuelo de la muerte, Scilingo aún cree ver el rostro de un detenido que tenía barba y era muy fuerte, con una mirada penetrante. Se veía que había sido muy torturado, pero se mantenía firme.
Con aquellos recuerdos, convertido en un bebedor, Scilingo, aconsejado por su esposa, trató de hablar con altos jefes navales y terminó golpeando las puertas de la presidencia cuando estaba Carlos Menem. "No sabia bien lo lazos que unían a Menem y su gente con Massera y los suyos. Así es que nunca me iban a atender. El mismo Menem, y lo sé porque vi su carta, pidió a los jefes navales que me atendieran como a un loco. Incluso me mandaron a exámenes siquiatricos, en los que salí bien. La historia que yo contaba parecía la de un loco de tan terrible que era".
Así, un día se decidió y llegó hasta el periodista Horacio Verbitsky, y de allí surgió el libro que en 1995 impactó al país sobre los vuelos de la muerte.
Después de sus primeras declaraciones comenzó a ser perseguido y las escuchas telefónicas y amenazas atemorizaron a toda su familia. "Denunciamos todo, pero entonces hasta la Cámara Federal justificaba las escuchas. Después comencé a atar hilos y supe que cuando iban a confinar a Menem --quien fue detenido por los militares de la Junta en los primeros tiempos-- le dieron a elegir una ciudad para estar confinado, y él eligió Mar del Plata porque allí estaba Massera, quien preparaba el lanzamiento de su partido político. No solamente estaba Massera, sino un abogado de las pesqueras que éste controlaba, y resultó ser nada menos que Carlos Corach (ex ministro del Interior de Menem ).
"También Carlos Rosellot, quien fue intendente de Morón por el Partido Justicialista, y se imprimía el diario Conviccion, que dirigía Hugo Lezama, amigo de Massera, y el que después fue senador, Alberto Pierri, que tenía muy buenas relaciones con él y era de esa partida, entre tantos otros; el embajador ante el Vaticano, Esteban Caselli. Cuando a Massera lo detienen después y se arruina todo su proyecto político le arrima a Menem todo lo que tenía. Y si uno después sigue esta historia, encuentra que Menem nombra a la persona que se supone lo tenía detenido en un barco en Buenos Aires, el capitán retirado Aurelio Za Za Martínez, un represor y torturador, como director de Migraciones, que después tendría que renunciar por el escándalo del pasaporte que le dieron en un día al traficante de armas Monser Al Kazar.
"ƑY a quién pone en Migraciones sino a otro hombre de Massera, como fue Hugo Franco? Así empieza la otra historia, y por eso me mandan a la cárcel por un cheque de 200 pesos y ahí me mandan a enviados del ministerio de Interior y me dicen que puedo decir lo que quiera, pero que no mencione a Menem. La historia de las alianzas políticas y de la cantidad de hombres del masserismo metidos en el gobierno de Menem y en funciones de seguridad o en la propia Marina, como si nada hubiera pasado, va a dar de que hablar algún día. Y también de los negocios, empresas y complicidades que crearon entre unos y otros. Esto es terrible".
Y así fue. Scilingo sostenía que todos los integrantes de los Grupos de Tareas fueron responsables de cada paso y de cada crimen cometido en la Esma, y con ellos se fueron constituyendo mundos de negocios, y sobre el dinero de los desaparecidos se armaron empresas.
"No hubo ángeles que separaron la hierba mala de la buena. Fuimos todos los que hicimos el horror".