MAR DE HISTORIAS
Mano a mano
* Cristina Pacheco *
ųƑQué color va a querer: oscurito o claro? ųpregunta Adela, mientras ordena sobre su mesa de manicure limas, tijeras y alicates. Acostumbrada a que sus clientas se demoren en la selección del barniz, Adela evita mirar a la mujer que tiene delante: no quiere presionarla.
Apenas la conoce. Es la segunda ocasión que se presenta en el salón de belleza. Viste siempre el mismo juego de pants gris claro. Sobre ese detalle Adela finca una posibilidad que adquiere fuerza por el aspecto desaliñado de su nueva clienta: "No tiene para quién verse bien. Lástima, porque si se arreglara un poquito luciría mucho: es guapa".
Antes de que Adela puede inventarle otra historia, la mujer la sorprende con su respuesta:
ųLa verdad, no sé. Algo me sucede, desde en la mañana he estado indecisa, con miedo ųpor el acento, la frase, más que un comentario parece un desahogoų. ƑA usted no le ha pasado algo así?
ųClaro ųAdela mira hacia la ventanaų. Me entristecen los días nublados. Hoy, por ejemplo.
ųƑY como los soporta? ųla mujer comprende que está siendo indiscretaų. Discúlpeme. Diría usted: "Ojalá Hilda no vuelva por aquí, porque es muy preguntona".
ųNo sabía que se llamara Hilda.
ųSí. En cambio, yo supe el nombre de usted desde la primera vez que vine y pregunté quién era la mejor manicurista. Una señora me dijo: Adela, y la señaló ųadvierte la forma en que Adela se sonrojaų. Vamos a hacer una cosa: póngame un color bonito que me adorne las manos. Son tan feas...
ųNo son feas ųcomenta Adela, observándolas con ojos expertos.
ųMi esposo siempre me dice que las tengo muy toscas ųcon el gesto de una niña que quiere demostrar su inocencia, la desconocida asienta ambas manos sobre la mesaų. Arregladitas no se verán tan mal.
ųPor supuesto. Ya verá, le voy a poner un barniz nacarado, de los que se están usando.
ųPero que no sea muy llamativo, porque Julio es capaz de hacer que me lo quite ųHilda advierte que la expresión de la manicurista se vuelve severa; lo atribuye a su comentario y se apresura a enmendarloų: Mi esposo es una magnífica persona, aunque muy delicado y bastante celoso. Si quedamos de vernos tiene que ser a la hora exacta que él dice. Y si llego tarde, šolvídese! Se le figura que me fui a no sé dónde. Ay, pero Ƒa qué vino todo esto?
ųA que usted me comentó que no podía decidirse por un barniz.
ųNo crea que soy siempre tan indecisa. Me pongo así cuando Julio se disgusta conmigo. Siempre pienso que es por mi culpa. Y usted Ƒme decía que la afecta el tiempo nublado?
ųMucho ųAdela toma los alicates y empieza a cortar la cutícula, decidida a darle otro rumbo a la conversaciónų: Si la lastimo, me dice.
II
Durante unos minutos ambas permanecen en silencio: Adela trabaja sobre las manos de su clienta, Hilda mira a las mujeres que conversan como viejas amigas. La escena le despierta el deseo de seguir charlando:
ųY usted, Adela, Ƒes casada?
ųNo.
ųƑLe interesa el matrimonio?
ųDios no me llamó por ese camino.
ųA lo mejor sí, pero no se ha dado cuenta por estar tan metida en su trabajo. Se ve que le encanta ųla expresión de Hilda se endureceų: El mío me fascinaba, pero cuando me casé Julio me prohibió seguir en la agencia de viajes. No debí darle gusto.
Adela se limita a sonreír, Hilda no abandona el tema:
ųSi en este momento se enamorara usted de un hombre y él le dijera: "Nos casamos pero dejas el salón", Ƒqué haría?
ųDudo que a estas alturas de la vida me vea en esa situación...
ųNada está escrito. Además, usted es muy joven. ƑQué tendrá: cuarenta y uno, cuarenta y dos...?
ųCuarenta y dos. ƑCómo lo supo?
ųMe lo figuré ųHilda echa la cabeza hacia atrásų. Es de la misma edad que mi esposo, pero él se ve mucho mayor, quizá porque es muy serio. No le gustan las fiestas ni las bromas.
ųƑSiempre ha sido así? ųAdela mantiene los ojos clavados en las manos de Hilda.
ųDesde chico. Me lo dijo cuando nos casamos. Así que, al menos de eso, no me puedo quejar. Sabía a lo que iba, pero, como todas, pensé: "Ahorita lo dejo ser como quiera. Tengo todo el tiempo del mundo para hacerlo a mi modo". Me equivoqué: con los años se ha vuelto más exigente, más celoso.
ųY usted, Ƒtambién es celosa?
ųSólo cuando se pone a hablarme de sus novias de juventud. Me choca. Contra ellas no puedo luchar. Además, él sólo alcanzó a conocerlas cuando eran jovencitas, sin problemas. Las compara conmigo y siempre salgo perdiendo.
ųSu marido es muy celoso pero tuvo muchas novias.
ųQuién sabe cuántas. A una sí la quiso mucho. No sé cómo se llamaba. El se refiere a ella como "Hada". Cuando me lo confesó le pregunté: "Bueno, si tan enamorado estabas de Hada Ƒpor qué no se casaron?"
ųƑPor qué? ųpregunta Adela con demasiado énfasis.
ųElla no quiso aceptar la condición que él le puso para casarse: abandonar sus estudios de medicina.
Adela mira los frasquitos de barniz puestos en el contenedor. Elige uno y lo mira a contraluz, mientras habla en tono muy bajo:
ųA lo mejor de todos modos ella dejó de estudiar y no le sirvió de nada haber roto con su novio.
ųPodría ser. El no volvió a verla, sólo de vez en cuando habla de ella. Me dan celos y curiosidad. ƑQué habrá sido de esa muchacha?
ųUsted Ƒqué se imagina?
ųQue es pediatra y gana mucho dinero.
ųƑDe dónde saca eso?
Adela sonríe con los ojos brillantes.
ųJulio dice que Hada tenía las manos muy maternales, muy bonitas ųse mira las uñasų. Por eso me disgusto cuando me sale con que las mías son feas.
ųNo le haga caso ųAdela aplica una última capa de barnizų: Listo. En la caja le dan su nota.
III
En cuanto su nueva clienta abandona el salón de belleza, Adela se dirige a la ventana. Sonríe cuando ve a Hilda atravesar la calle y detenerse en la esquina. Consulta su reloj y se le cae la bolsa. Se apresura a levantarla pero antes mira en todas direcciones, como si intuyera que alguien está observándola. Adela retrocede.
Desde su nueva posición ve a Hilda levantar el brazo para detener un taxi. Ninguno le hace caso. Al fin corre a la caseta del teléfono y marca un número. Tras una breve conversación se echa a andar de prisa y al fin desaparece.
Adela sigue inmóvil junto a la ventana. Piensa en que Hilda, una desconocida, vino a darle respuesta a la pregunta que la torturó durante muchos años: Ƒcómo hubiera sido su existencia al lado de Julio? Despacio, levanta las manos y las mueve en busca de una mejor luz. Sonríe al comprobar que aún son hermosas y Julio todavía las recuerda.