02DOMINGO 27 DE AGOSTO DE 2000

* Impregnan la película temas como la nostalgia y la patria, dice el director


Dos premios en Rusia para En un claroscuro de la luna, de Olhovich

* Anuncia versión para la tv; los galardones: el Especial del Jurado y a la Mejor Fotografía

Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 25 de agosto * La película En un claroscuro de la luna, del realizador Sergio Olhovich, obtuvo los premios Especial del Jurado y a la Mejor Fotografía --a cargo de Anatol Mukasei-- en la octava versión del prestigiado Festival Ventana a Europa, de Vyborg, recién concluido en esa ciudad rusa fronteriza con Finlandia.

Son el segundo y tercer reconocimientos que recibe este filme --el primero fue el Premio del Público en la 25 Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara (marzo de 2000)--, aun antes de su estreno oficial en México, previsto para el 14 de septiembre, en 70 salas del país.

No deja de tener un gran significado que la cinta haya sido premiada, por ahora, en un festival exclusivamente de cine mexicano y en otro de sólo cine ruso, lo cual pone de relieve su peculiar "doble nacionalidad" al ser una coproducción entre Televicine, por México, y Tv-Tsentr, por Rusia.

Fiel a sus raíces, de padre ruso y madre mexicana, Olhovich se nutre de ambas culturas, que han dejado profunda huella en su sólida trayectoria cinematográfica.

 

Salto cualitativo

 

Con la perspectiva del Kremlin como fondo, en uno de los sitios más emblemáticos de esta capital, Sergio Olhovich conversó el viernes pasado con La Jornada.

"Me dio mucho gusto la aceptación que tuvo aquí la película, el éxito de público. Te puedo decir que ni pedí ni busqué los premios. Apenas una semana antes del festival de Vyborg recibí una invitación de su director, Sava Kulish, y al llegar acá, para mi sorpresa, me enteré de que había sido incluida en la sección de concurso", explica el director de filmes como Muñeca reina (1971) o El infierno de todos tan temido (1979).

Después de Esperanza (1988), ésta es su segunda coproducción mexicano-rusa y tuvo que vencer infinidad de obstáculos en materia de presupuesto para poder ser terminada, pues la filmación resintió los efectos de la debacle financiera en Rusia, en agosto de 1998.

Emocionado, cuenta Olhovich la agradable sorpresa que fue la obtención de los premios en Vyborg, superando a más de veinte películas presentadas a concurso.

--Dentro de tu filmografía, Ƒqué es En un claroscuro de la luna?

El director de Coronación (1976) y Llovizna (1977) da un lento sorbo a su taza de café y responde:

--Cada película, sin duda, tiene su propia personalidad y vida. Sin embargo, ésta es muy especial para mí; creo que doy un salto cualitativo en mi quehacer cinematográfico porque me voy más a la cuestión no tan narrativa, sino más nostálgica; además, la trama está sujeta a un constante ir y venir entre México y Rusia. Es una historia de mucho dolor, pero también de esperanza.

--ƑEs igual la percepción del público mexicano que la del ruso?

--Hay desde luego afinidades importantes y lo cierto es que en ambos países ha tenido un gran éxito de público. Aquí y allá, el final de la película hace llorar a no pocos espectadores.

Olhovich encuentra palabras de elogio para cada uno de los actores. Arcelia Ramírez, Blanca Guerra, Delia Casanova y Tiaré Scanda, mexicanas; Jorge Sanz, español, y Piotr Veliaminov, Zinaida Kiriyenko, Andrei Yegorov y Aleksei Mironov, rusos.

"En un claroscuro de la luna no es sólo una historia de amor que comienza en Tabasco y concluye en un pequeño pueblo de Karelia, Rusia. Todo el entramado está impregnado de una idea muy rusa: el hombre debe morir en el mismo lugar que lo vio nacer, algo que tiene mucho que ver con la vejez, y a lo largo de la película subyacen temas como la nostalgia, el reencuentro, la patria", se anticipa Olhovich a una pregunta que ya no es necesario hacer.

Como si la estuviera filmando de nuevo, recrea las principales escenas del melodrama en que un ruso se ve obligado a emigrar a México y, al perder a su esposa, comienza a enfrentar el sufrimiento de una de sus hijas, quien, luego de que su marido es asesinado en plena luna de miel, entra en el estado que los médicos llaman muerte inminente.

Viva, pero casi sin hablar ni moverse, la vida de la joven mujer no tiene otra expectativa que la muerte. El padre, cada vez más acosado por la nostalgia, decide llevarla consigo a su pueblo de origen, en la provincia rusa, donde descubre qué poco ha cambiado desde que emigró y se rencuentra con su primer amor.

Los hijos de ambos acaban enamorándose y él, médico de profesión, logra sacar de la enfermedad a la muchacha.

"A partir del material de la película y otro ya filmado que no entró, voy a hacer una versión de tres capítulos para televisión y la intención es estrenarla antes de fin de año, aquí en Rusia", revela. Habla con entusiasmo de otros dos proyectos inmediatos.

Se trata de 1938, película de claro mensaje político, centrada en la expropiación petrolera, y Yunona y Avos, una coproducción con Rusia, Estados Unidos y España, que recrea una historia de amor verídica en el periodo poco conocido en que México y Rusia tuvieron frontera común, durante 50 años, en la Bahía de San Francisco.