DOMINGO 27 DE AGOSTO DE 2000

Los gobernadores y las prisas del PRI

 

* Rolando Cordera Campos *

Los gobernadores se aconsejaron y se fueron. En Veracruz y al ritmo de La bamba, los priístas que gobiernan 17 estados se juntaron el sábado 19 para ver si juntos pueden empezar a mirar hacia adelante. Buen mensaje, sin duda, para muchos de los militantes priístas que quedan por ahí y para quienes ven en la derrota del PRI sólo signos ominosos.

A estos últimos no les falta razón si se considera lo ocurrido en Chimalhuacán hace una semana, pero el esfuerzo de los gobernadores por armar su foro puede apuntar en otra, menos turbulenta, dirección. Los gobernadores a coro nos anunciaron que se constituyen formalmente en un Foro Nacional de Gobernadores Priístas, con personalidad "legal y jurídica"(sic) para "defender los intereses de sus estados ante el nuevo gobierno de Vicente Fox", así como para intervenir en las decisiones sobre el rumbo que debe tomar su partido.

"Con esta organización formal, los mandatarios buscar asumir el liderazgo moral de su partido, que dejará vacante después del 1o. de diciembre el presidente Zedillo" (La crónica de hoy, 20/08/00,p.9)

Según este reporte, los del cónclave de Boca del Río se proponen una revisión de los documentos básicos del PRI y la elección de una nueva directiva de modo democrático, quizás mediante delegados (5 o 6 mil dice la nota), quienes elegirían a sus dirigentes con voto secreto y directo. Todo esto habría de ocurrir después del primero de diciembre "para que los nuevos consejeros tomen las decisiones en libertad y sin ningún tipo de presión" (Ibid.) Cosas estas de la sana distancia, seguramente.

Qué harán los antiguos virreyes en tránsito hacia el ejercicio libre y soberano de su mandato, para juntar tanta agua y aceite (y más elementos naturales) hoy desparramados, es cosa que habrá que ver en el tiempo. Hacer asambleas representativas que deliberen y elijan y después de hacerlo se mantengan unidas y dispuestas a la disciplina, no forma parte del arsenal priísta tradicional. Su más reciente y frustrado intento tuvo lugar en su 17 asamblea, aunque su antecedente más dramático haya que buscarlo en la que realizó Luis Donaldo Colosio en busca de un nuevo PRI, que nunca llegó.

Puede, sin embargo, concederse el beneficio de la duda a este renovado empeño, sobre todo a la luz de unas perspectivas de cambio con orden que requieren para volverse realidad de un PRI reconvertido en verdadero partido político. Lo que no puede pasarse por alto es la otra parte del mensaje jarocho, que va más allá del tricolor y alude de modo directo al país y, en especial, al edificio federalista que el Estado necesita erigir para aspirar a un buen gobierno.

Al terminar su encierro, los gobernadores aclararon "que no buscan confrontación de ningún tipo (con Fox), pero sí defender los intereses de sus entidades, comenzando por exigir un federalismo real en el que se respete la autonomía de sus entidades y se asignen en el presupuesto del próximo año mayores recursos a las participaciones estatales".

Federalismo real, renovado o auténtico, lo cierto es que esta es ya la hora federal de México. Sin asumirlo como tema central de la agenda estatal, la democracia alcanzada puede pronto verse envuelta en mil y un desgarres, y la simulación federalista convertirse en una geopolítica y una geoeconomía de la desintegración, no sólo territorial sino social y política.

Fintas en esa dirección se hacen todos los días en el norte de México, donde hablar de mexamérica, por ejemplo, es aceptar la "fuerza de las cosas", como alguna vez me comentó el entonces gobernador Ruffo, en una entrevista para la tv. Lo adelantado por los foristas de Veracruz, por desgracia, no va en la dirección contraria a esas tendencias.

Darle a un bloque parcial de estados la tarea de darle "realismo" a la ilusión federal es, de entrada, imponerle al proyecto descentralizador del Estado y del poder una carga no democrática. La oferta de los gobernadores priístas parece más bien una mala traducción de su costumbre corporativa, ahora en clave federalista. Llevar la figura de grupos de presión, tan cara a los reflejos priístas, a la pista federalista todavía no definida con claridad ni precisión, ni en el terreno fiscal ni en el de las competencias y concurrencias de los diferentes órdenes de gobierno, es ponerle un cascabel envenenado a un gato que todavía no pone a prueba sus capacidades efectivas de gobierno y cohesión social y nacional. Más que federalismo, se trataría de un feudalismo en harapos.

En su busca desenfrenada de eje, cauce y padre, los priístas nos pueden llevar a todos a un baile, donde se imponga el tecno, pero sin ritmo ni memoria. Sin el menor respeto para el son, el danzón o los huapangos. Pero así parecen estar las prisas del PRI en esta su hora casi cero. *