DOMINGO 27 DE AGOSTO DE 2000
* El guanajuatense, heredero de Maquío
Fox, opción de las elites frente a los presidenciables del PRI
* En la gestión de Zedillo se amplía la relación capital-política
Carlos Fazio /II * Durante el sexenio de Ernesto Zedillo la concentración del dinero en unas pocas manos siguió multiplicándose. Pero emergieron también, con mayor nitidez, las complicidades de los hombres del gran capital con el poder político.
Comenzaron a descubrirse una serie de financiamientos ilegales para las campañas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a través de fideicomisos e instituciones bancarias como Banco Unión (Carlos Cabal Peniche), Banca Cremi (Raúl Bailleres, Cabal Peniche, Raymundo Gómez), Banca Confía (Jorge Lankenau) y Banpaís (Angel Isidoro Rodríguez, El Divino). Al menos 30 millones de dólares de la lavandería electoral del PRI en 1994 fueron después a parar a la "panza" del Fobaproa, la estafa del siglo.
Algunos grandes empresarios como Gerardo de Prevoisin, el ex zar de la aviación (Aeroméxico), quedaron atrapados en la intrincada maraña de intereses, y hasta la sombra del narcotráfico planeó sobre la campaña zedillista, cuando se divulgó que a mediados de 1994 el cártel colombiano de Cali envió a México 40 millones de dólares "para inversiones o para garantizar una posición favorable en el nuevo gobierno".
En ese escenario habría que ubicar la construcción y el lanzamiento de la figura de Vicente Fox, desde mediados del salinismo, como una alternativa de fracciones de la elite en el poder a presidenciables surgidos de las filas del partido de Estado. El director general del grupo Fox (un conjunto de compañías familiares dedicadas a la ganadería, agricultura y manufactura de botas) y ex presidente de la trasnacional Coca-Cola Inc. en México y Centroamérica, conjugaría su posición económica con la política, y asumiría la representación directa de los hombres del dinero.
El fenómeno no era totalmente nuevo. La vieja forma de representación neocorporativa había ido cediendo paso a la representación directa de los empresarios en funciones de gobierno. Durante los sexenios del ajuste estructural, los primeros atisbos de la llegada del empresariado al poder se dieron cuando Carlos Hank González, cabeza del poderoso grupo Hermes, asumió la jefatura del Departamento del Distrito Federal; Miguel Alemán (Televisa, TMM, Almex, Seguros América y muy ligado al Grupo Atlacomulco) fue nombrado embajador especial para Asuntos Internacionales, y Claudio X. González, ex presidente del CCE y principal accionista del grupo Kimberly Clark en México, se convirtió en el asesor de Salinas en materia de inversiones extranjeras.
Los antecedentes del foxismo
Hijo de madre española, Fox externó sus aspiraciones a contender por la Presidencia de la República desde 1993, cuando pugnó por la modificación del artículo 82 constitucional, que exigía como requisito ser "mexicano por nacimiento e hijo de padres mexicanos por nacimiento". La reforma prosperó en el Congreso, con un transitorio que pospuso su vigencia hasta el año 2000. Fox volvió a la carga en 1994 y apenas ganó la gubernatura de Guanajuato, en 1995, enfiló rumbo a Los Pinos.
Su temprana "autonominación" el 7 de julio de 1997 ųal otro día de la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas en el Distrito Federalų fue reveladora de que la fracción de los empresarios liberales conservadores, que había irrumpido más orgánicamente a la política una década atrás bajo el liderazgo carismático de Manuel J. Clouthier, volvía a la pelea por el poder. El barón de Clouthier, como le llamaba Manuel Buendía por su apellido afrancesado, fue un rico agricultor de Sinaloa que se lanzó a la política bajo el padrinazgo de los hermanos Rogelio Sada Zambrano (cabeza del holding Fomento de Industria y Comercio que monopoliza el mercado del vidrio, ex dirigente de Concamin, promotor del Consejo Coordinador Empresarial) y Andrés Marcelo Sada Zambrano (Cydsa y uno de los ideólogos del grupo Monterrey).
Fue a su amparo que creció como empresario y político bronco, y que se convirtió primero en presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y luego dirigió el Consejo Coordinador Empresarial. Los Sada Zambrano forman parte de la llamada Fracción del Norte, el grupo financiero del estado de Nuevo León más conocido como "grupo Monterrey" (Visa, Vitro, Cydsa, Alfa), constituido en torno al clan de los Garza-Sada. Esa fracción de oligarcas regiomontanos, cuyo capital se remonta al porfiriato y que tiene influencia en Puebla, Jalisco y otros estados de la República, se caracterizó por haber guardado una posición de mayor independencia frente al Estado y por no formar parte del bloque gobernante, aunque también se haya beneficiado por sus vínculos con el poder político.
Es la fracción que ha impulsado la creación de los sindicatos patronales (Coparmex, CCE). La "gran familia" de los Garza-Sada (Isaac Garza y Francisco Sada fundaron la Cervecería Cuauhtémoc en 1890 y sus capitales se ramificaron a través de su descendencia, hijos, primos, sobrinos y se entrelazaron con los de otras familias regias de prosapia), aprendió a actuar en política a través del Partido Acción Nacional y tuvo en Clouthier, ex dirigente del Movimiento Familiar Cristiano y consejero honorario de la Cámara Americana de Comercio, uno de sus mejores operadores.
En 1983, ya como presidente del CCE, Clouthier viajó a Salt Lake City, Utah, acompañado del embajador estadunidense John Gavin, a informar sobre la situación de México a un grupo selecto de observadores de Estados Unidos. Les "vendió" la idea a sus anfitriones de que el PAN era el "el favorito de las derechas anticomunistas" y aseguró que "otros grupos de mexicanos", entre los que incluyó "entidades religiosas", estaban listos para participar en la lucha por el poder. En 1988, cuando fue candidato a la Presidencia de la República por el PAN, Maquío identificó a su facción como "los bárbaros del norte". Surgía así el neopanismo, "ala pragmática" del PAN como expresión inédita de lo que configuraba ya el perfil de la nueva derecha mexicana.
Precursor y maestro de Vicente Fox, cuatro días después de haber sido elegido como candidato Clouthier realizó un mitin en la catedral de Culiacán y confió su suerte electoral a Dios. Durante su campaña solía repetir que "la empresa es el mejor invento del hombre". Con su humor sarcástico, Manuel Buendía dio en llamar al resultado de la alianza entre el grupo Monterrey, dignatarios eclesiásticos y la embajada de Estados Unidos, todos bajo el escudo del PAN, la "república de Clouthier".
La derrota electoral y su prematura muerte en 1989 contribuyeron a un cierto impasse en el protagonismo de la fracción conservadora norteña, que cedió en beligerancia. Aunque también contribuyó otro hecho: la irrupción del movimiento cardenista, como tercera fuerza, catalizó la unidad entre las fracciones del "Norte" y la "tecnocrática" y con el gobierno salinista. Sin embargo, la "corriente electoralista" que expresaba los intereses de los empresarios adentro del PAN no arrió del todo sus banderas. El pragmatismo de Conchello fue construyendo un fuerte grupo de presión, que dio cobijo a sectores de clase media urbana, cuando salió en defensa de los pequeños abarroteros y de los que llamó "changarreros".
Como señala Bartra, detrás de la "ideología del changarrito" ųque define como potencialmente "fascista"ų se escondían los agresivos apetitos de una parte de la gran burguesía de Monterrey, descontenta por el "populismo" oficial. Durante su campaña electoral, Fox no ocultó su adhesión a la "ideología del changarrito". En forma paralela, poco a poco los hombres de empresa fueron dejando atrás sus oficinas de ejecutivos y se lanzaron a la lucha por posiciones políticas en los partidos, involucrándose en contiendas electorales para ocupar gubernaturas, senadurías, diputaciones y presidencias municipales.
En general sus plataformas de lanzamiento fueron los sindicatos empresariales: CCE, Concanaco, Coparmex, Concamin, Canacintra y el Consejo Mexicano de Hombres de Negocio. Los tres primeros gobernadores de oposición en la historia moderna de México provienen de las filas de la iniciativa privada: Ernesto Ruffo, en Baja California; Carlos Medina Plascencia, en Guanajuato; Francisco Barrio, en Chihuahua.
En 1997, con la victoria del neopanista Fernando Canales Clariond en Nuevo León, la elite industrial-financiera del grupo Monterrey vio coronado un viejo sueño. Aquel que había amasado en los treinta el fundador del PAN, Manuel Gómez Morín (entonces asesor del grupo Cuauhtémoc), con los dueños del conglomerado regiomontano, Francisco Sada, Roberto Garza Sada y, sobre todo, con Eugenio Garza Sada, el "patriarca de los industriales".
Seguirían Vicente Fox en Guanajuato e Ignacio Loyola en Querétaro. Pero el fenómeno no sería exclusivo del PAN. Varios empresarios se convertirían en gobernadores de la mano del PRI: Rogelio Montemayor en Coahuila; Miguel Alemán Velasco en Veracruz; Jorge Salomón Azar en Campeche, y Tomás Yarrington en Tamaulipas. A su vez, la Legislatura que termina incluye a doce empresarios en la Cámara de Senadores y 35 en la de Diputados.
Signo de los tiempos, con la privatización de la política los empresarios llegaban para quedarse.
Quedaban dos pendientes: los ministerios y la Presidencia de la República.