VIERNES 25 DE AGOSTO DE 2000
Ť Refleja preocupaciones internas en sus cuadros
La nueva pintura de Gritón, bajo la égida del sicoanálisis
Ť Dice que su generación se siente desplazada por las mujeres
Merry Mac Masters Ť Aunque pocas veces ha llegado al "no me sale", una experiencia reciente hizo notar al pintor Antonio Gritón que tenía que cambiar.
"Muy bien" estaba antes de ir a Santa María Alotepec, Oaxaca, donde pintó la sede del gobierno comunitario. Pero en la Sierra Mixe conoció otro tipo de herencia cultural, la prehispánica, en su estado puro como organización social, y se dio cuenta de que hacía una pintura "más de afuera hacia adentro" y que su "yo interno" estaba "taponado" desde hace 15 años.
Las sesiones del mural fueron extenuantes, pues había que pintar a equis señora o al santo del pueblo, y "que se parecieran".
Al final del día "a veces estaba hasta el gorro de hacer pintura figurativa. Por las noches empecé a retomar mi discurso inicial de pintar lo que se me ocuriese y lo que sería, digamos, la pintura automática un poco".
De regreso a la ciudad de México siguió por "esa brechita de sacar mis preocupaciones internas y reflejarlas en los cuadros". Leyó a Adolfo Sánchez Vázquez y a Heidegger. Su vida personal estaba "hecha un desmadre".
Llevaba "varias vidas paralelas" que, en cierto momento, "se alejaron una de otra". Por ello decidió acudir al sicoanálisis. Fue entonces cuando comenzó una investigación para saber "qué soy yo", pero mediante los cuadros.
Frente a la "crisis de identidad" por la que atraviesa su generación (35 a 50 años), la cual se siente "desplazada por la mujer", Gritón ejemplifica con su propio medio, en el que, durante los últimos 20 años, "las que más o menos han trascendido son chavas que han trabajado con su propio cuerpo en forma de cuadros o fotografías o cosas de ellas".
En el caso de los hombres, este tipo de discurso se remonta apenas a un lustro, anota el pintor.
Sobre su más reciente producción, el entrevistado diferencia entre la parte académica, es decir, la pintura "bien pintada, que en dado momento no te permite expresarte o aportar algo más allá de eso", y la que hace "llena de fallas en lo académico, pero que dentro de una estructura propositiva relabora la pintura como expresión del artista mismo".
Emplear la escritura en sus cuadros es algo que siempre le ha gustado a Gritón. "Así se completa más la idea". La utilización del lenguaje viene a ser "un elemento pictórico más". A veces estos trazos se vuelven agresivos. Casi siempre, explica, los pongo al final, y en ocasiones mucho antes de terminar la pintura, pero los pienso durante el proceso. También usa "frases bonitas", como "descansa", que da una sensación de placidez.
Si su obra se antoja atiborrada de elementos, lo atribuye al lugar donde trabaja, que por sus pequeñas dimensiones no permite una perspectiva "de lejos".
Precisa: "Es mi realidad. La tengo que aceptar y no andar buscando cosas raras, de que vas a iniciar una serie de cuadros, entonces, vas con algún pariente o cuate para que te preste un galerón".
Ya que paga a su analista --"provisionalmente"-- con dibujos pequeños, realizados sobre mapas después de cada sesión, en "tres años a lo más", Gritón tendrá no nada más "una colección de obras de un pintor bajo tratamiento sicoanalítico, sino también pinturas sobre el mismo análisis".
(La muestra Mapas geográficos del ser, de 20 acrílicos con técnica mixta, de Antonio Gritón, se exhibe hasta este viernes en Mexicanos, Galería de Arte, Dinamarca 44-a, colonia Juárez.)