VIERNES 25 DE AGOSTO DE 2000
Ť La melomanía de Nietzsche, casi desconocida
Unas 70 partituras, herencia del músico, filósofo y orate
Ť Sonará hoy en la UNAM el concierto Así cantó Zarathustra
Miryam Audiffred Ť Federico Nietzsche escribió unas 70 partituras.
En México --dice la especialista Paulina Rivero Weber-- pocos conocen la gran pasión del filósofo alemán y aun menos han tenido la fortuna de escuchar alguna de sus obras. De ahí que hoy, justo en el centenario del fallecimiento del autor de Más allá del bien y del mal (1886), la UNAM revela ese rostro desconocido.
Coordinado por Rivero, el concierto Así cantó Zarathustra --con el que concluye el coloquio Cien años sin Nietzsche que organizó la Facultad de Filosofía y Letras-- reúne 11 piezas, entre las que figuran Lamento heroico y Ríe ya --obras de infancia y adolescencia--, así como La joven pescadora y Oración a la vida, realizadas en los años de vida universitaria y durante la madurez, respectivamente.
Nunca difundió su creación musical. "Sólo sus familiares y amigos muy cercanos tuvieron acceso a sus partituras. Además, Wagner y otros grandes músicos, al conocer su trabajo lo despreciaron de tal manera que consiguieron hacerle creer que éste no valía la pena".
El menosprecio no ha quedado atrás. La especialista informa que fue muy difícil conseguir músicos que se aventuraran a penetrar en uno de los lados sombríos del alemán. "Por fortuna la mezzosoprano Grace Echauri y los pianistas Arturo Uruchurtu y Gustavo Rivero Weber quisieron aceptar el reto. Y quedaron encantados".
Si bien son pocos los libros que abordan el lado musical de Nietzsche, los existentes dejan muy claro que su relación con el piano estuvo llena de pasión y decepciones. Además, siempre estuvo presente un nombre: Richard Wagner.
Mariano Barranechea escribe en el libro Federico Nietzsche y Ricardo Wagner que el filósofo "amó la música con la pasión de un verdadero amante, fue un gran virtuoso del piano, compuso sinfonías, sonatas, poemas líricos. Los problemas estéticos de la música le preocupaban tanto como las cuestiones filosóficas".
Según Dietrich Fischer-Dieskau, cantante de ópera y director, el amor del filósofo alemán por la música se manifestó a temprana edad. A los nueve años comenzó a componer, "si puede llamársele así a poner en papel una sucesión de tonos armoniosos y a entonar textos bíblicos con un fantástico acompañamiento de pianoforte".
Se sabe que Nietzsche vivió su adolescencia impresionado por la labor de Wagner, a quien descubrió en 1861, después de haber fundado con sus compañeros de secundaria una sociedad literario-musical --Germania-- que comprometía a sus miembros a presentar cada mes una composición y un texto.
El encuentro personal con el compositor se dio siete años más tarde y tuvo lugar en Leipzig. Nietzsche escribió a un amigo que el músico --31 años mayor que él-- ejecutó al piano los pasajes más importantes de la ópera Los maestros cantores y que después conversaron largamente.
"Imagina cuál sería mi felicidad al oírle decir cuánto debía a Schopenhauer, pues era el único filósofo que había comprendido la esencia de la música", le dijo a Erwin Rohde; agregó que aquella velada lo había dejado "feliz y aturdido". Pero la relación con Wagner duró sólo unos años.
Si bien fue hasta 1882 cuando la relación entre ambos genios se quebró sin remedio, las primeras diferencias se dieron en 1876 con la inauguración, en Bayreuth, del teatro de ópera que el mecenas de Wagner, Luis II de Baviera, construyó para presentar sus obras.
Al filósofo, el mundanal ruido le provocó un disgusto tan profundo que lo calificó de "operista vanidoso". No sólo eso, en su obra Nietzsche contra Wagner (1888) expresó que al verlo cada vez más condescendiente con todo lo que él despreciaba, incluso con el antisemitismo, obtuvo la confirmación de que, en realidad, era un ser "titubeante y decadente". Fue así como concluyó una larga historia entre dos genios, pero a Nietzsche le sobró aliento para continuar con un quehacer que sólo interrumpió la locura.
(El concierto Así cantó Zarathustra se realiza hoy, a las 17 horas, en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario)
"LA LOCURA, ULTIMO ACTO LIBERADOR": WERNER ROSS, BIOGRAFO
Hace más de una década el historiador Werner Ross dio el primer paso para acabar con las malas interpretaciones en torno a la vida de un alemán que impactó a la filosofía universal. Friedrich Nietzsche. El águila angustiada. Una biografía fue el resultado de muchos años de trabajo que, en el contexto de las conmemoraciones del centenario de la muerte del pensador, es relanzado por Editorial Paidós.
Traducido al español en 1994, el texto presenta a lo largo de sus 865 páginas al hombre angustiado conocido por todos. Pero también descubre al más influyente representante de la descomunal crisis que, a fines del siglo pasado, afectó a la cultura burguesa occidental.
"Nietzsche --escribe el autor en el prólogo-- ha tenido la desgracia de pasar a la posteridad como filósofo, cuando él habría deseado hacerlo como apóstol u oficial de artillería, poeta lírico o compositor, revolucionario o reformador; en último caso, como bufón o dios".
Profesor de literatura comparada en la Universidad de Munich y crítico literario del Frankfurter Allgemeine Zeitung, Ross asegura que el pensador sigue viviendo como lo que no quería ser. "La locura fue su último acto liberador". Además, Nietzsche siempre tuvo la certeza de que "el producto del filósofo es su vida".
El historiador eludió todos los intentos de añadir al relato de su existencia una nueva dimensión, ya sea para ampliar el aspecto sociológico o para ahondar en los problemas sicoanalíticos. (Miryam Audiffred)