JUEVES 24 DE AGOSTO DE 2000

* Misión de sangre *

* Johannes Abbas *

ƑCuál fue la verdadera misión de Cristo en la tierra? Es la pregunta que se plantea Johannes Abbas. A diferencia de muchos libros que paralelamente aparecen con motivo del cambio de milenio, lo mismo sobre las revelaciones de Fátima que sobre secretos evangelios, Misión de sangre es un trabajo basado en los archivos del Vaticano. Poco más de 10 años, cuenta el autor en la presentación, llevó su escritura basada en cientos de documentos de bibliotecas de toda Europa. Lenguaje sencillo e información decantada que el lector puede juzgar en este libro, del cual ofrecemos adelanto con autorización de la editorial Plaza y Janés.

No hay expiación si no es por medio de la sangre.

Torah: Yoa 5Ű; Menhaot 936; Zeb. 6Ű.

 

Según la Ley casi todas las cosas son purificadas con sangre, y sin efusión de sangre no hay perdón.

Hebreos, IX:22

 

La Iglesia siempre ha sostenido que el sacrificio de Jesucristo fue un acto de redención del pecado original. Pero, desde el principio, algunos padres de la Iglesia no aceptaron esa idea. Así, Orígenes piensa que los recién nacidos no tienen por qué ser responsables del pecado de sus padres.

También los gnósticos señalaron inconsistencias, en la historia del Paraíso, sobre un dios caprichoso, malicioso e incapaz de predecir los acontecimientos:

ƑQué clase de Dios es éste? Primero envidiaba a Adán por comer del árbol del conocimiento (...) Después pregunta: "ƑAdán, dónde estás?" Dios no tenía premonición pues no sabía esto desde el principio. Y después él dijo: "Saquémoslo de este sitio, no sea que coma del árbol y viva para siempre". Demostró así ser envidioso y malicioso. ƑQué clase de Dios es éste? Grande es la ceguera de los que leen y no lo supieron. (Testimonio de la verdad, 47, 15-48-4, cit. en Pagels, 1988).

Para los gnósticos, el héroe de la aventura es la serpiente:

Pues la serpiente era más sabia que los demás animales del Paraíso (...) Pero el Creador maldijo a la serpiente y la llamó diablo y dijo: "Mirad, Adán se ha hecho como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal". (Testimonio de la verdad, 45, 30-47, 10, cit., en Pagels, 1988.)

Así, pues, los gnósticos pensaban, sobre el pecado original, como algunos de los padres de la Iglesia. Nosotros tampoco creemos que el sacrificio de Cristo tuvo relación con el pecado original, pues es de una desproporción cósmica pensar que, por la veleidad de Eva, muchas generaciones "fueran al infierno" hasta que Jesús sufriera la crucifixión y que su martirio y muerte fueran el pago exigido por un dios inmisericorde.

Desde mucho antes, muchos otros "enviados del cielo" habían sufrido crucifixión como parte de su proceso de divinización. K. Graves (1948) analiza la larga lista y enumera sus cualidades, entre las cuales están la de hacer milagros, dejar una enseñanza de tipo moral, sufrir una pasión y, después de una muerte infamante, resucitar gloriosamente. En el Apéndice I resumimos algunas de sus aportaciones. Pero en el caso de Jesús, su misión de rescate planetario marca una diferencia decisiva, además de que será el único salvador que dejará una huella milenaria y que introducirá un sacramento único en la historia de las naciones: la Eucaristía. El padre de la Iglesia Clemente de Alejandría (Ƒ150-216?) rechaza la idea del pecado original y relega la historia de Adán y Eva a un caso de responsabilidad moral. No hay razón para creer que la serpiente sea malévola. De hecho, ni siquiera miente. Ella dice lo que sea y lo que ofrece es una apertura de conciencia a través del conocimiento del bien y del mal. Como muy bien dicen Rosemberg y Bloom (1990):

La serpiente está en el Paraíso porque es ahí donde ella pertenece; su presencia, su discurso y discernimiento no asombran a la mujer, así que no pensamos que es mágica o mitológica. Es la creatura de Yahvé, su más sutil, y ųahora podemos decirloų su más irónica creatura.

Los judíos, en general, no asociaban la historia de Adán y Eva al pecado original. La sexualidad dentro del matrimonio nunca ha sido considerada pecaminosa, sino que, gracias a la poligamia ųenseñada por el ejemplo de los patriarcas Abraham, David y Salomónų debió ser abundante. El Génesis nos relata que el convenio de Yahvé prometía a su pueblo una prole abundante como las arenas del mar y las estrellas del cielo. Pero, a pesar de estos antecedentes, Pablo insiste en la castidad en todas sus formas. Entiendo que Pablo veía el pecado como una fuerza externa al hombre que, con ocasión de la falta original de Adán y Eva, penetró en él y ha sido la causa de su muerte.

Clemente de Alejandría (Stromata, III, 102) consideraba la sexualidad como parte de la creación. Adán y Eva fueron creados para reproducirse y, como los animales del Paraíso, también lo hicieron.

Una de las argumentaciones más notables, en relación con el pecado original y al sacrificio de Jesucristo, fue la del famoso monje Pedro Abelardo (1079-1142). Sus ideas fueron silenciadas ųpero no discutidasų por la Iglesia. Entre muchas cosas, dice Pedro Abelardo:

Cómo es posible que Dios se reconcilie con nosotros por la muerte de su Hijo, ya que Ƒno debería estar más dolido por la muerte de su hijo que por la violación del precepto de no comer una simple manzana? Si el pecado de Adán solamente podía ser expiado por el sacrificio de Cristo, Ƒqué sacrificio sería necesario para expiar el horrendo crimen de matar a Cristo? Ƒsería la muerte de un inocente tan placentera a Dios que finalmente se reconciliaría con nosotros por ella? ƑQuién no puede ver que es injusto y cruel que cualquiera requiera la sangre de un inocente? Menos estaría Dios complacido con tal acto, como para reconciliarse, por ello, con el mundo.

Cuando Pedro Abelardo fue juzgado (Concilio de Soissons, 1121), los argumentos en su contra se centraron en sus opiniones sobre la Trinidad, pero sus razonamientos negando el pecado original y su relación con el sacrificio de Cristo fueron prácticamente ignorados. La teoría de Pedro Abelardo cogió fuerza dentro de la Iglesia y en 1139, William ųabate de San Thicorny- nuevamente lo denuncia ante Bernardo de Claraval. Pedro Abelardo reta a Bernardo a una discusión pública, la cual nunca se llevó a cabo. Pedro Abelardo es condenado a silencio perpetuo y recluido en el monasterio de Cluny, donde muerte en 1142.

Así pues, según la Iglesia, la acción salvífica de Jesús se centra en la eliminación del pecado original. La tradición hermetista enseña otra cosa completamente diferente. La historia comienza con Moisés.

Recordemos que Moisés, criado como príncipe egipcio, huye a la península de Sinaí. Le ocurren, entonces, una serie de acontecimientos evidentemente simbólicos. Ahí, en Medián, encuentra a las siete doncellas que buscan agua en el pozo. Siete pastores les impiden sacar el agua. Moisés llega en auxilio de las siete doncellas. Recordemos que el pozo es símbolo de sabiduría; es la fuente del agua que quita la sed para siempre. Las siete doncellas y los siete pastores simbolizan todos los numerosos sietes de la tradición esotérica. Entre ellos, los siete días de la semana, los siete pecados capitales, las siete virtudes teologales, las energías opuestas y complementarias de los siete chacras, los siete cuerpos que conforman al hombre, los siete principios en que se basa el universo, etcétera.

Esta historia vincula a Jethro como suegro de Moisés. Moisés se casa con Séfora (sfr en la escritura original hebrea), lo cual equivale a decir que se casó con la energía de la Qabbalah, o sea, con Sefirá (sfr). El juego fonético es evidente.

El nuevo Dios es desconocido para Moisés. Cuando el profeta le pregunta a quién debe anunciar ante el Faraón, Yahvé le dice que diga: "Yo soy el que soy. Yo soy me ha enviado a vosotros. (...) El que es me ha enviado a vosotros". (Éxodo, III:14).