JUEVES 24 DE AGOSTO DE 2000
* Deudos de las víctimas del Kursk se querellan contra el gobierno ruso
Admite Putin tener sentimiento de culpa por la muerte de los marinos
* Prometió a cada familia entregar una compensación de 10 años de salario por tripulante fallecido
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 23 de agosto * Preocupado por revertir el deterioro de su imagen, el presidente ruso, Vladimir Putin, admitió este miércoles tener "un sentimiento de responsabilidad y culpa" por la muerte de los 118 tripulantes del submarino nuclear Kursk.
Por supuesto, aquí nadie responsabiliza a Putin de haber hundido el sumergible. No es eso lo que decepcionó y provocó la ira de muchos rusos, sino la insensibilidad y arrogancia que mostró el presidente al no haber suspendido sus vacaciones en el exclusivo balneario de Sochi, cuando ya conocía la magnitud de la catástrofe.
Este aspecto fue duramente cuestionado ayer en la reunión que mantuvo el presidente con los familiares de las víctimas del Kursk, que se negaron a participar en la ceremonia fúnebre que tenía planeado realizar el Kremlin.
Putin llegó al poblado de Vediayevo, junto a la base naval de Severomorsk, con el mismo sigilo con el que abandonó el lugar en la madrugada.
Lo único que no cambió fue el despliegue de seguridad --más de 250 guardaespaldas enviados de Moscú-- y una férrea censura, que a cuenta gotas dio un resumen muy distinto de lo que en realidad sucedió.
El encuentro duró más de seis horas y la televisión del Estado, que hizo una grabación completa, transmitió en los noticiarios de hoy sólo dos minutos que incluyeron únicamente la respuesta de Putin a una de las preguntas menos espinosas.
Se explicó que el gobernante ruso quiso mantener la reunión a puerta cerrada para no importunar a los deudos y que la presencia de Putin fue bien recibida.
El boletín oficial informó que el mandatario prometió dar a cada una de las familias una compensación equivalente a 10 años de salario por marino fallecido.
El manejo de la reunión, calificado ya de "soviético" por los medios excluidos de la cobertura de las actividades presidenciales desde hace dos días, privilegio reservado sólo a un canal de televisión del Estado, fracasó en sus propósitos manipuladores.
Dos periodistas alemanes se colaron a la reunión, a pesar de que tenían prohibido entrar al poblado de Videayevo sin un permiso especial.
La versión de estos reporteros contrasta con la oficial: Putin llegó con tres horas de retraso a la entrevista con los familiares y dedicó dos minutos a presentar sus condolencias; después, durante dos horas y media, no pronunció palabra ante lo que fue un desahogo colectivo, por momentos muy subido de tono.
Putin respondió luego a las preguntas de los presentes en la sala. Más de 20 quedaron sin respuesta y la más grave de ellas fue por qué no pidió de inmediato la ayuda foránea, en lugar de esperar hasta que la ofrecieran cuatro días después.
Muchos en Rusia, y no sólo familiares de las víctimas del Kursk, están convencidos de que hubo posibilidad de salvar a los marinos que sobrevivieron las explosiones dentro del submarino.
Si todos hubieran muerto en las primeras horas, Ƒpara qué se mantuvo durante una semana la operación de rescate y, con ella, la esperanza de que alguien podría sobrevivir?, fue otra interrogante que no fue respondida por Putin.
Se supo también que, en un gesto más bien simbólico pero revelador de la indignación, los familiares de las víctimas decidieron interponer una demanda "por daños morales" contra "el presidente, el gobierno y el Ministerio de Defensa" rusos, al argumentar que "no adoptaron medidas suficientes para salvar a posibles sobrevivientes" del Kursk.
Los demandantes contarán con la asesoría legal de El Derecho de la Madre, una organización no gubernamental que defiende los derechos de los familiares de soldados muertos en tiempos de paz.
Su presidenta, Veronika Marchenko, afirmó este miércoles que "los políticos y militares deben responder por sus errores que causaron la muerte de los 118 tripulantes, por ocultar la verdad sobre la catástrofe y rechazar inicialmente la ayuda extranjera para el rescate".
En este contexto, Putin utilizó hoy una entrevista con RTR, la televisión del Estado, para tocar las fibras más sensibles de la población de su país.
Empezó por reconocer su "responsabilidad y culpa" en la tragedia, algo que la mayoría de los rusos querían escuchar de su boca, y trasladó el escenario del luto nacional al terreno de la lucha política al atacar "a los que, durante largo tiempo, contribuyeron al desmoronamiento del ejército, la armada y el Estado".
Dijo, por ejemplo, que "hay quienes de mala fe tratan de sacar provecho de la tragedia e intentan hinchar sus branquias políticas para ganar determinado capital o proteger sus intereses de grupo".
Fue una clara alusión al magnate Boris Berezovsky, quien el lunes pasado puso en evidencia al gobierno al anunciar la colecta de un millón de dólares entre sus amigos, los grandes empresarios, para ayudar a los deudos de los marinos.
Putin remató: "Mejor sería que vendieran sus palacetes en las costas mediterráneas de Francia y España, pero entonces ten- drían que explicar por qué todas esas propiedades están registradas con prestanombres y nosotros podríamos preguntarles de dónde sacaron el dinero".
Rechazó destituir al ministro de Defensa, Igor Sergueiev, y a dos altos jefes navales, los almirantes Vladimir Kuroyedov y Viacheslav Popov, comandante en jefe de la armada y responsable de la Flota del Norte, respectivamente.
El presidente Putin reveló que los tres presentaron su dimisión, pero no las ace ptó, de momento, hasta que se esclarezca la causa que hundió al Kursk.
"Si alguien es culpable, debe ser castigado, pero no antes de obtener un cuadro objetivo de lo que pasó. Aceptar las renuncias sería la solución más sencilla, pero la más errónea", advirtió.
El mandatario prometió rescatar los 118 cuerpos de los marinos muertos, pese a que expertos extranjeros sostienen que esto podría llevar meses o probarse como una operación imposible.
Por lo pronto, en una muestra más de la increíble estupidez de los jerarcas rusos, el gobernador de Murmansk, Yuri Yevdokimov, prometió entregar a cada familia una botella con agua del Mar de Barents recogida en el lugar del hundimiento, "que servirá como recuerdo para los deudos".