JUEVES 24 DE AGOSTO DE 2000

 


* Orlando Delgado *

La huelga de Volkswagen y el sobrecalentamiento

Desde hace algunas semanas el Banco de México ha venido solicitando un ajuste en el gasto público, para frenar lo que consideran un aumento excesivo del consumo del orden de 10 por ciento, evidenciado por un hecho que les preocupa: aumentos en los salarios contractuales de 13 por ciento en promedio, que muestran que los asalariados no están convencidos de la viabilidad del proceso de reducción de la inflación.

Hace unos cuantos días los trabajadores estallaron la huelga en Volkswagen demandando un incremento salarial, que se ha ido decantando hasta llegar a 20 por ciento; el argumento del sindicato es irrefutable: la empresa tiene un nivel de ventas y de productividad logrado gracias a la participación de los trabajadores; sin embargo, esto no se ha traducido en mejoras en sus remuneraciones, pero sí en incrementos importantes en la rentabilidad de la empresa.

Para el Banco de México y para algunas cámaras empresariales la economía está sobrecalentándose, lo que quiere decir que la demanda está creciendo por encima de la producción, es decir, de la oferta. En una economía cerrada, como la que teníamos hace 20 años, este desequilibrio provocaría incrementos en los precios; en una economía abierta, en cambio, la presión conduciría a crecimientos excesivos de las importaciones. Un hecho como el sobrecalentamiento no es, en absoluto, evidente; por el contrario, tendría que demostrarse de manera contundente para que pudiera usarse como argumento decisivo de una reducción del gasto público.

El examen de los resultados económicos no sustenta una situación de desequilibrio: 1) el producto está creciendo a 7.8 por ciento; 2) la inversión fija bruta, lo que indica el incremento en maquinaria, equipo y en las instalaciones de las empresas, lo hizo a 11 por ciento en enero-mayo; 3) aunque el consumo aumenta al 10 por ciento, la masa salarial sólo ha crecido 6.6 por ciento en esos mismos meses; 4) las finanzas públicas en el primer semestre muestran un importante superávit, superior en 46 por ciento al observado en el mismo periodo del año pasado; 5) el déficit en la cuenta corriente ha sido mucho menor que el esperado, debido al precio del petróleo que fue de 23.1 dólares en promedio y se había presupuestado en 16 dólares; 6) la inflación avanza a un ritmo que probablemente permitirá unaumento en diciembre de 8.8 por ciento; 7) el costo del financiamiento de la deuda ha disminuido 6.9 por ciento en términos reales.

La huelga de los trabajadores de Volkswagen es el resultado de un evidente desequilibrio en la distribución de los ingresos generados entre la empresa y su personal, que es marcadamente una de las características distintivas de la distribución factorial del ingreso en el país desde que arrancó el programa de transformaciones neoliberales.

La aplicación de este programa se propuso, como ha sido claro, abaratar el costo de la fuerza de trabajo mexicana como pilar de la expansión de la plataforma exportadora del país; de esta manera, en los últimos años se ha deteriorado el ingreso real de los asalariados, se ha reducido el costo unitario de la mano de obra que mide precisamente la relación entre el pago salarial y los movimientos de la productividad del trabajo y ha caído el costo salarial en proporción al de nuestros socios comerciales.

Así las cosas, el componente esencial de las exportaciones mexicanas, el que explica en gran medida su impresionante crecimiento, ha venido siendo una fuerza de trabajo que se ha ido abaratando cada año, pero que es más productiva.

Aunque la propuesta del Banco de México ha despertado una importante polémica, tanto en el gobierno como entre los analistas, generando adhesiones patronales, nadie cree que el ajuste ocurrirá en estos meses. Lo que el Banco de México está buscando es que las metas propuestas para el año próximo por el nuevo gobierno se planteen objetivos agresivos en materia de inflación, probablemente del 5 por ciento, lo que acercaría la meta ''histórica'' de 3 por ciento para el 2002, obligando a proponerse que las finanzas públicas cerraran en equilibrio.

Estas metas son, ciertamente, incompatibles con incrementos salariales por encima de la meta inflacionaria. Se propondría ratificar el mecanismo de revisión salarial con base en la inflación esperada, negando la pérdida del poder adquisitivo con la inflación observada, más el deterioro acumulado: como dicen los tecnócratas, las revisiones tendrán que hacerse con base en la inflación hacia adelante y no hacia atrás. Frente a estas propuestas, la huelga de Volkswagen se funda en otra percepción del futuro, la que ganó el 2 de julio: las mejoras en las remuneraciones, indispensables para recuperar no solamente el poder adquisitivo, sino el papel fundamental de los trabajadores en la vida nacional, se lograrán con la movilización, y no sentándose a esperar que el nuevo gobierno lo decrete; estas movilizaciones no se detendrán con decisiones administrativas como la declaración de inexistencia de la huelga, sino con la aceptación de que en este país los tiempos están cambiando.