JUEVES 24 DE AGOSTO DE 2000
* Sergio Zermeño *
La gestación
En rigor, la polémica actual en torno al aborto tiene mucho que ver con la gestación, qué duda cabe, pero no tanto con la del inicio de la vida y la del feto, sino con la gestación de un actor colectivo llamado derecha. Enfocado el conflicto con el prontuario de los movimientos sociales, las jugadas han sido limpias y no tienen desperdicio; con el triunfo de Vicente Fox, dos corrientes políticas nacionales quedaron tremendamente desconcertadas: la derecha doctrinaria y católica, radicada en la región de El Bajío fundamentalmente, que en algún momento fue la espina dorsal del panismo y se cree traicionada por este Fox enrarecido y pragmático ("gané yo, no el PAN"); y, en el otro extremo, una parte de la izquierda que intuye que su reconstrucción depende de que el nuevo presidente refuerce su dimensión fundamentalista tanto en lo neoliberal ("foxismo: la etapa superior del salinismo") como en lo ideológico, no desprendiéndose de su ropaje doctrinario y católico y arrinconado en el conservadurismo.
Los actores sociales no existen en sí, se construyen en cada situación: los primeros intentos del panismo para redoblar la penalización del aborto datan de 1990, en Chihuahua, y de 1998, en Guanajuato, cuando Fox era aún gobernador y se intentó modificar el Código Penal. Hubo polémica, no cabe duda, pero la derecha confesional no pasó de ser lo que había sido desde que se atemperaron los ánimos al término de la Guerra Cristera, y su fugaz despertar anticastrista durante los sesenta. Sin embargo, por lo ya apuntado, hoy cualquier chispa enciende la pradera. A la irresponsabilidad y bravuconería del Legislativo guanajuatense se suman los dibujos alusivos a la Virgen que pudieron haberse exhibido en cualquier parte y no pasaría nada, pero que fueron a plantarse nada menos que en Guadalajara hoy, y ya vimos lo que pasó (por fortuna la exposición no estaba programada para otras ciudades de ese Bajío al que se le notan las ganas de revancha).
Vino entonces la iniciativa de la jefa de Gobierno capitalino, concitando un gran apoyo y admiración. Incluso la primera reacción de muchos de nosotros fue que se quedó corta, que debió haber propuesto la despenalización total de cualquier asunto que concierna al aborto.
Sin embargo, visto con la perspectiva de estos días, no cabe duda que tal iniciativa y su posterior aprobación escalaron el conflicto y fortalecieron las posiciones ideológicamente irreductibles de la derecha. Pro Vida escenificó en la escalinata de la Asamblea Legislativa del DF un enfrentamiento que pudo haber sido más serio y amenazó con una campaña para no pagar impuestos al gobierno de la ciudad. Junto con esto, la próxima legislatura del estado de Nuevo León, mayoritariamente panista, amenaza con imponer, ahora sí, una iniciativa que fue parada en 1999, dando protección al derecho a la vida desde el momento de la concepción, al tiempo que el obispo auxiliar de México se apresuró a declarar que "los valores están por encima de las leyes".
Llegamos así a un punto en que se enrarece el escenario, pues una parte del PRD y de la izquierda se inscribe en esta dinámica ideologizante y dogmática de la política, amalgamando religión, panismo y foxismo (con argumentos atendibles, qué duda cabe); mientras otras corrientes, al mismo tiempo, animan una posición más pragmática y se esfuerzan por colocar en el nuevo escenario los temas que han constituido el proyecto de nación del perredismo: la distribución del ingreso y el salario, los energéticos, la educación, la cuestión indígena, la reforma política.
Debemos hacer un alto y reflexionar si lo que más nos conviene es contribuir a la gestación y a la amplificación de esta derecha o, más bien, no ideologizar tanto a la política y volver a las cuestiones sustantivas, máxime porque el propio Fox y su equipo están yendo en esta dirección. No es que el aborto no sea sustantivo, pero en espera de un mejor momento para que pueda plantearse la libertad plena sobre la concepción y la infraestructura sanitaria que debe acompañarla, lo cierto es que la legislación a favor o en contra no modificará, por ahora, la impresionante cifra de 850 mil abortos que se practican anualmente en el país (sin que ninguna de esas mujeres o de esas clínicas haya sido procesada), ni el que dos de cada tres mexicanos consideren que el aborto debe ser permitido en algunas circunstancias. Hay una moral que entiende que pasan varios días y hasta semanas para que se implante el óvulo en el útero y que pasa mucho tiempo más para que ese sistema nervioso esté realmente conformado. Por algo, como nos lo recuerda Villoro, San Agustín y Santo Tomás afirmaban que antes de 8 o 10 semanas no se podía asegurar que el engendro tuviera alma. También nosotros debemos posponer por semanas y hasta por meses esta polémica, evitando la implantación de este engendro llamado derecha.