MIERCOLES 23 DE AGOSTO DE 2000

Ť Ponencia en Roma


Cardenal Rivera: se institucionaliza la cultura de la muerte

José Antonio Román Ť Como en ninguna otra época de la historia, hoy la cultura de la muerte ha adquirido una forma social e institucionalizada para justificar los "más horribles crímenes" contra la humanidad, como han sido y son los casos de los genocidios, las limpiezas étnicas y el aborto, afirmó el cardenal Norberto Rivera Carrera.

En una ponencia presentada en Roma, en el marco de la 15 Jornada Mundial de la Juventud, y distribuida ayer aquí por la arquidiócesis de México, el jerarca eclesiástico pidió a la juventud "combatir" con toda energía las injusticias, las violencias y las mentiras en que se objetiviza el pecado del mundo.

Con frases del papa Juan Pablo II, el prelado mexicano dijo que en esta época la cultura de la muerte ha pretendido justificar los más horribles crímenes contra la humanidad, tales como el genocidio, las "soluciones finales", las limpiezas étnicas, el masivo quitar la vida a los seres humanos aun antes de su nacimiento, o también antes de que lleguen a la meta natural de la muerte.

En su intervención, el cardenal Rivera dijo que a esta trágica realidad también se deben agregar las dramáticas situaciones de marginalidad, de hambre y de miseria de las multitudes que viven excluidas de los beneficios y progresos de la globalización. "Es como si Cristo continuara crucificado".

Llamó a los jóvenes a ser testigos y servidores apasionados por la dignidad y el destino de nuestro prójimo, sobre todo de los más necesitados, de los más pobres, de los que más sufren, en el cuerpo y en espíritu. Agregó: "Debemos convertirnos todos en constructores de formas de vida más humanas".

Rivera Carrera recordó varios de los encuentros mundiales de la juventud, iniciados en Roma en 1984, y que en varias ocasiones ha tocado al continente americano ser el anfitrión.

Incluso, el cardenal consideró que un "sorprendente" movimiento de juventud recorre en peregrinación ideal los tiempos actuales marcados por un profundo y radical cambio de época y por muy exigentes desafíos planteados a la misión de la Iglesia. Es por esto, agregó, que el Papa y los obispos consideramos a la juventud como la esperanza de vida de la Iglesia y del mundo en esta hora magnífica y dramática de la historia, marcada en muchos lugares y acciones por la cultura de la muerte.