MARTES 22 DE AGOSTO DE 2000
* Ubicado a 30 kilómetros de Barcelona, tiene las tres eses: sun, sand and sex
Sitges, sitio del Mediterráneo, sin igual en el mundo para el ligue gay
* En el verano llegan unos 70 mil visitantes que encuentran restaurantes, cafés y bares de todo tipo
Mariana Norandi, especial para La Jornada, Sitges, Barcelona * Sitges es un pueblo mediterráneo cada vez más conocido en el mundo. El motivo de su efervescente popularidad no radica en su importante Festival Internacional de Cine Fantástico ni en su célebre pasado relacionado estrechamente con movimientos artísticos ni en la belleza de sus paisajes. La causa de que ese sitio aparezca cada vez más en las páginas web turísticas y en las agencias de viajes de los cinco continentes es la elevada concentración de veraneantes gays y en la tolerancia de los sitgetanos.
Este municipio, que se localiza a 30 kilómetros al sudoeste de Barcelona, en invierno cuenta con una población de 17 mil habitantes, cifra que se incrementa a 70 mil en el verano debido a su elevado turismo, en su mayoría homosexual. Se tiene conocimiento de que los veraneantes llegan a esta zona desde los años veinte, pero en los sesenta fue cuando se disparó el boom trurístico. En cuanto al turismo homosexual se tiene registro que desde entonces lo había, pero se va para arriba a finales de los setenta, con la transición democrática española.
Sitges cuenta con una amplia gama de espacios para el entretenimiento de esa colectividad. Además de las bellas playas, algunas de ellas nudistas, existen discotecas, bares, restaurantes, hoteles y saunas, así como tiendas de ropa especialmente pensada y diseñada para gays. El turismo "rosa" que llega a este lugar tiene un nivel soscioeconómico alto. Lluís Gómez, empleado del hotel Liberty, afirma: "Normalmente los gays que nos visitan son personas con un nivel adquisitivo bastante alto. Suelen ser personas que no tienen hijos, muchos viven en pareja, lo que implica la suma de dos fuentes de ingresos, y el dinero lo gastan en divertirse, cenar en lujosos restaurantes y comprar ropa espectacular que tal vez no la usan en sus países de origen".
Cada vez son más los espacios para la comunidad lésbica
Básicamente la población gay es masculina. "En los últimos años ha empezado a llegar turismo femenino por lo que se han ido abriendo espacios para la comunidad lésbica", dice Pedro, copropietario de la primera y única tienda especializada en trajes de baño masculinos de España.
Muchos homosexuales han decidido fijar su lugar de residencia en esta ciudad costera, pero son pocos, pues la mayoría sólo pasan los meses de verano. Aquí llegan gays de todo el mundo. Hasta hace un tiempo predominaban de países europeos, especialmente alemanes, ingleses, holandeses, franceses e italianos. En la actualidad, y con el recurso de reservaciones hoteleras vía Internet, también acuden de Hong Kong, Corea, Rusia, Brasil, así como de los más recónditos lugares del mundo y, por supuesto, de México, aunque generalmente suelen ser mexicanos que viven en Estados Unidos.
El turismo gay que llega a Sitges tiene, con alguna excepción, una homogénea orientación estética: hombres jóvenes de 20 a 40 años, piel bronceada, cuerpos que evidencian muchas horas de gimnasio y ropa ajustada con etiquetas de importantes diseñadores. Suele alojarse en hoteles especialmente pensados para este tipo de turismo como el Romantic o el Liberty, aunque ningún hotel es exclusivamente gay porque, como señala Lluís Gómez, "en verano el cliente es ciento por ciento homosexual pero en invierno también viene otro tipo de gente, e iríamos en contra de la ley. Así como la ley protege la no discriminación gay, también la no discriminación heterosexual".
Una vez que el turista ya ha conseguido hotel comienzan sus vacaciones. Lo primero que hace por la mañana es ir a la playa a broncearse. Para muchos aquí empieza el coqueteo mediante la exhibición de cuerpos esculturales y trajes de baño muy atrevidos. Hay quienes van a playas mixtas, pero otros prefieren las nudistas donde acuden otros homosexuales, como la Playa del Muerto. Este lugar se encuentra algo retirado del centro de la ciudad y está rodeado de bosque mediterráneo. Entre arbustos y árboles muchos buscan sexo momentáneo y veraniego. En la arena funciona el juego de miradas y la seducción más sutil. Uno de los bañistas comenta: "He estado en los otros dos vértices del llamado triángulo gay mediterráneo, Capri y Mikonos, pero definitivamente Sitges no tiene punto de comparación, aquí se liga mucho más".
La exposición al sol puede durar muchas horas, pero hay quienes prefieren disfrutar del mar hasta el momento de la comida. En Sitges la gastronomía es típicamente mediterránea: carnes frías, pimientos, quesos, patés, aceitunas, pescados y mariscos. Existen restaurantes orientados al turismo gay como el Flamboyant o el Ma maison donde no sólo los clientes son homosexuales sino los meseros, los cocineros y prácticamente todo el personal que trabaja en ellos. Después de comer, las cafeterías se ofrecen como lugares agradables y frescos para descansar y esperar que las elevadas temperaturas desciendan. Tampoco este servicio es ajeno a las características veraniegas del lugar, así que también hay "de ambiente" como el Elsa Coffe Shop o el B. Side.
La calle Primero de Mayo, popularmente llamada "la calle del pecado", es una vía peatonal donde todo foráneo pasea durante las tardes estivales. Cada bar, cafetería o restaurante saca mesas y sillas para que sus clientes disfruten de café, helado, cerveza o cuba mientras ven pasear a los visitantes. Por esa avenida pasa de todo: familias, niños, ancianos, chavas y, por supuesto, gays. Es común para los paseantes o para la población ver un joven escultural en shorts muy ceñidos, botas negras, cinturón de cadena y el pecho descubierto. Tampoco causa sorpresa mirar a una pareja del mismo sexo tomada de la mano o besándose. Sitges sigue siendo el municipio más tolerante de Europa y ejemplo de cómo convivir en la diversidad para las sociedades conservadoras.
Eladio Cabrera, un joven barcelonés que los veranos frecuenta este lugar, opina: "Aquí reina la convivencia, nadie molesta a nadie, se aceptan las diferencias. Puedes libremente manifestar muestras de cariño con tu pareja ya que la gente está muy acostumbrada".
Comienza la vida de noche
Cuando la tarde se trasforma en noche, a cenar y a bailar. Es aquí cuando la vida gay en Sitges adquiere todo su esplendor. Bares y discos se llenan de muchachos en busca de ligue veraniego: un cruce de miradas, pedir un cigarrillo, cualquier pretexto es válido para el intercambio de palabras con alguien atractivo. Los bares gays están básicamente situados en la calle Sant Bonaventura y los hay de varios estilos. Están los tipo bar como El Candil, lugar idóneo para conocer a alguien en la primeras copas de la noche. Si lo que se busca es algo más hedonista entonces se puede ir a El Mediterráneo, en donde se encuentran jóvenes que parecen extraídos de anuncios televisivos, con ropa llamativa y extravagante, predomina el culto al cuerpo. Pero la oferta de Sitges es amplia y variada: para quienes exhibir su cuerpo ya no es tan fácil o la música moderna molesta su sensibilidad está El Comodín. En este lugar la media de edad es de 50 años y se escucha más salsa o pasodobles que ritmos frenéticos de D.J.. Para los más duros, que gustan del cuero y las cadenas, está El Horno. En este bar tipo "leather" (bares para gays que optan por una estética más agresiva con connotaciones sadomasoquistas) está prohibida la entrada a mujeres y, por lo que cuentan, "el horno" está bastante caliente.
Pero como en cualquier zona costera, en Stiges no faltan las discos. El Tráiler o el Organic son espacios donde se puede ir a mover el esqueleto en el "ambiente". Estos lugares son los únicos que cobran cover y acuden hombres de cualquier estilo y edad.
En la playa otra oportunidad
Pasadas las 3 de la madrugada muchos bares comienzan a cerrar sus puertas, y sólo van quedando abiertas las discos o algún antro muy animado. A esas horas ya se ven muchas parejas, aunque siempre hay muchachos a los que la noche no les sonrió. En los casos en los que ya se ha rondado varios locales y no se ha ligado nada, la última oportunidad está en la playa. Desde las 4 o 5 de a mañana, por el Paseo de la Ribera, comienzan a verse gays que se dirigen hasta la playa del Estanyol. En el ambiente esto se conoce como cruising area o forma de ligar al aire libre. Ahí, bajo la única luz de la Luna (si es que luce esa noche) o de alguna farola lejana, está "la última oportunidad de la noche". Otra vez el juego de miradas, de acercamientos o persecuciones seductoras. Poco a poco, contra la pared que limita la playa de la ciudad, se empiezan a observar en la oscuridad parejas o grupos practicando el sexo. No a todos les resulta esa última opción y cansados de esperar muchos deciden retirarse a dormir, porque por la mañana se vuelve a la playa pero... para tomar el sol.
Definitivamente en Sitges se busca, y se encuentra, lo que en el ambiente gay se conoce como las tres eses: sun, sand and sex (sol, arena y sexo). Nadie acaba sus vacaciones sin haber disfrutado al máximo de cada una de ellas.