MARTES 22 DE AGOSTO DE 2000

* González Pedrero, Castillo Peraza y otros comentan El laberinto de la soledad


Como el dinosaurio, la cultura priísta aún está ahí

Arturo Jiménez * Si bien el pasado 2 de julio perdió el Partido Revolucionario Institucional, la cultura priísta sigue ahí, como el dinosaurio de Augusto Monterroso, aseveró ayer el senador Enrique González Pedrero, y advirtió sobre la posibilidad de que se repitan muchos de los rasgos de esa forma de hacer política.

Carlos Castillo Peraza ponderó que, aunque no estamos en el cielo, ya salimos del infierno y nos encontramos en un "purgatorio político".

Ambos políticos y pensadores participaron ayer, con Federico Reyes Heroles, Rafael Segovia, Luis Medina y Jesús Silva Herzog-Márquez, en la mesa redonda "El laberinto político", realizada ayer en el ITAM como parte del coloquio internacional "Por El laberinto de la soledad, a 50 años de su publicación".

Ese coloquio, que desde el pasado domingo y hasta el día 27 se lleva a cabo en diversos espacios, revisa la riqueza de reflexiones que aún despierta el clásico ensayo de Octavio Paz, el cual, junto con su continuidad, Postdata (1969), parecen ser los libros más leídos del Nobel mexicano.

A medio siglo de distancia, dijo González Pedrero, la visión de El laberinto de la soledad puede parecer "anacrónica y ajena", pero "aquel país y aquel mexicano se fundieron y confundieron con una realidad que, con los milagros de la modernización, parece haber enterrado constantes de siglos que un poeta visionario supo revelarnos magistralmente".

Agregó: "Aquella condición cerrada del mexicano que describe El laberinto... ha sido desbordada. Pero, querámoslo o no, y aunque busquemos abrirnos y ser partícipes, estamos todavía, como la mayoría de la humanidad, en desventaja frente a una minoría de naciones ricas y poderosas". Desde esa óptica, "los mexicanos somos vistos con frecuencia como el otro, un otro diferente y no siempre bienvenido".

Consideró el ensayo de Paz "fascinante y terrible", en el que "el poeta intuye y lanza flechazos deslumbrantes y así hay que leerlo, no con los espejuelos pretensiosos de las ciencias sociales, por lo demás tan inciertas".

Pese a ello, precisó que se trata de un texto "de crítica social, política y psicológica y un ensayo de interpretación histórica, entendiendo a la historia como un conocimiento que se sitúa entre la ciencia y la visión poética de lo mexicano".

En Posdata, "Paz insistió en la urgencia de un desarrollo menos inhumano, costoso e insensato. Esa aspiración ya estaba latente en aquel punto de partida, y sigue vigente. Releamos a Octavio Paz para aprender a decidir, cada vez mejor, qué queremos y hacia dónde vamos".

Castillo Peraza expuso que la derrota del PRI el 2 de julio destruyó la máscara de los gobiernos posrevolucionarios, dislocados entre el hacer y el decir, y sólo quedaron el laberinto y la soledad.

Retirado de la política desde el año pasado, indicó que el tricolor se quedó encerrado en un callejón sin salida al no poder dar la razón ni al PRD ni al PAN, y que quizá lo que ahora necesitamos es ver cara a cara a la realidad e inventar palabras nuevas para salir adelante y generar un futuro común.

Reyes Heroles, tras asegurar que Paz elude los escollos del esencialismo, del delineamiento de la "naturaleza humana" y de los planteamientos de lo "universal", habló de la importancia de la "conciencia" en el ensayo del poeta.

Paz, dijo, en un sentido estricto, no hace historia ni sociología, sino que ensaya, y en la libertad de ese ámbito explora la riqueza de la diversidad de un país como México. Y todo ese desfile de personajes y situaciones en El laberinto... "es un discurso último sobre nuestro derecho a la vitalidad".

Abrirnos al mundo, agregó, pareciera ser la consigna lanzada por el poeta hace 50 años. Y al hablar sobre la enorme pasión que aún despierta este libro, Reyes Heroles consideró que el gran logro de Paz fue "haber puesto el lenguaje al servicio de la libertad".