MARTES 22 DE AGOSTO DE 2000
* Llevamos décadas de teatro ''experimental'' y nada conseguimos, sostiene
Difícil, juzgar con objetividad en un país del ninguneo: Hugo Argüelles
* Se acude al escenario para ''ver a los actores, luego por el autor y al último por el director''
* En México muchas veces el chantaje es la factura de la amistad
César Güemes * No siempre fue tan directo, tan claro, tan explícito. O a lo mejor sí, pero no en una conversación pensada para un periódico. Hugo Argüelles, quien en días pasados recibió un homenaje en la Universidad de Salamanca, España, es contundente contra todo dios y consigo mismo.
El primer disparo, certero y sin previo aviso va hacia la dirección teatral que se ejerce en México: ''La gente nunca va al teatro porque dirija tal o cual persona, eso está comprobado. Los directores no llevan público al teatro. Jalan actores a esperar que les den trabajo, pero público no".
ųEs grave que no se vea teatro en México por el estilo del director. ƑA qué cree que se deba?
ųA su enorme sentido de vedetismo, los directores pretenden ser las estrellas en un acto que opera al revés: la estrella es el público. En el teatro se trabaja para quien acude a ver la obra, así que el que demanda, luce o desluce es el espectador. Es un fenómeno de comunicación alterna: en la medida en que está bien hecho lo que ocurre en escena, funcionará bien lo que pasa en la sala. ƑA quién le prodigas todos los elementos con los que cuentas? Pues al público. Conclusión: la estrella es el público, no los directores. Primero, las personas acuden a un teatro por ver a los actores, luego por el autor y finalmente por los directores. Esa es la cruel y dura realidad.
Un Edipo feliz
ųLos nombres de los directores sí consiguen hacerse escuchar en los medios.
ųTambién las latas que se les amarran a los coches de los recién casados suenan. Pero los recién casados van a coger, no a que las latas suenen. No confundamos los medios con el ruido.
ųQuizá no sólo sea ruido. Ahí está Luis de Tavira, con un estilo claramente definido de dirección.
ųRespeto el trabajo de Luis, me gusta. Pero no le daría ninguna obra mía para que la dirigiera.
ųPor fin...
ųEs que no respeta el texto, siempre considera que se puede mejorar. Ahí está lo que pasó con el Felipe Angeles, de Elena Garro, que es una obra magistral. No había ninguna necesidad de andarle haciendo agregados ni arreglos. Entonces, partamos de que hay un respeto autoral o no lo hay. Y Luis ''arregla" todo: Tirso, Garro, Brecht.
ųA usted, Ƒquién lo arregla?
ųA mí no me arregla nadie. Que yo sepa, tendría que hacerlo mi madre. Cuando no estoy satisfecho, y eso lo sabe el medio, corro al director, no me ando con problemas ni relaciones públicas. Soy muy abierto. Incluso está documentado que he despedido directores de los que no me gusta su trabajo. Originalmente han sido amigos que me chantajean con la amistad y piden que les demuestre mi afecto dándoles una obra. Eso es un chantaje profundo y muchas veces en México esa es la factura de la amistad. Acepto la propuesta de un director, pero advierto que si no me gusta el montaje, les retiro la obra y con ello la amistad y todo.
ųEl teatro en el país pasa por una recaída, pero vive o sobrevive. Eso es innegable.
ųLos que han caído han caído. Claro que ha habido facilismo y en parte a eso de deben las recaídas, claro que se ha hecho uso de un tipo de teatro que se llamó ''de búsqueda". Cuarenta años después siguen ''buscando" y no han encontrado nada. Eso ya es sospechoso. Luego se llamó ''experimental". Estudié medicina y sé que un experimento es algo que se prueba con datos. Si no, Ƒpara qué se hace? Así que al final se dice cuál es la prueba y el diagnóstico. Total que llevamos décadas de teatro ''experimental" y no hay pruebas de nada ni diagnóstico alguno. ƑDe qué se trata?, Ƒde algo abstracto? Eso lo único que provocó es que se desprestigiara la dramaturgia que buscaba maneras distintas o al menos relativamente novedosas de trabajar.
''Y definamos: el facilismo consiste en montar obras sencillas, hechas por malos actores que de esa manera suplen sus diversas carencias. Consecuentemente se hacen obras facilonas, de autores mediocres. Como resultado, el público se retira. Luego, si mis temporadas duran tanto como ocurre, es por algo, porque el texto gusta. Así que por ejemplo hay obras mías que han durado cuatro años o de plano se pierde el número de representaciones después de 10 mil, como me pasó con Los cuervos están de luto. Yo puedo contar esto. Que digan que soy un pedante, un vanidoso, un ególatra o un megalomaniaco: me vale absolutamente madre. Lo que pasa es que me responde la gente. ƑTengo yo la fórmula del éxito? Creo que el éxito no tiene fórmula ni secretos, se basa en el talento o se carece de él. Cuando se hace un teatro blandengue, mal construido, con diálogos idiotas y temas manidos, pues el público se cansa."
ųƑDiría, así sea al margen, que su personalidad es un tanto expansiva, protagónica?
ųEn primer lugar soy así por temperamento. Fui un niño exigente, que hacía pataletas, dominante con mi madre, un Edipo feliz. Y eso significa que me afirmo. Pues sí, me afirmé desde el primer berrido y no he acabado. Eso es temperamento, para empezar.
ųƑEn qué gaveta o para qué especie de aves deja la humildad?
ųDepende. El personaje de María Candelaria jalando un cochinito me parece lamentable y eso se considera en México el prototipo de la humildad femenina. Hasta ahí hemos llegado.
ųParece que flotara por aquí el espíritu de Ricardo Garibay. ƑLo trató?
ųClaro. Era todo un señor, un gran tipo, un magnífico escritor, posiblemente el mejor guionista que ha tenido el cine mexicano. Y lo digo de veras con mucho orgullo: fuimos grandes amigos.
ųPor ese temperamento de Garibay fue que su obra aunque publicada sigue en cierto sentido inédita.
ųEso nos llevaría a otro asunto que no es del que hablamos: aquí el tema soy yo.
Usigli, pionero del gran teatro nacional
ųEl caso es que le funciona ser como es.
ųDebo tener algún carisma, alguna hormona o algo porque me ha ido muy bien. He estado muy en contacto con el público. Y ahora que lo vemos así, creo que hay un elemento concreto: nunca he partido para mi trabajo de que los mexicanos seamos perdedores, culeros, cobardes o melancólicos, no. He tenido alumnos suficientemente ejemplares, vitales y rotundos que me demuestran todo el tiempo que el país tiene gente maravillosa. Lo que pasa, fíjate, a lo mejor es así de simple: hago conexión con las personas maravillosas. Con las que no, pues sorry, no es mi problema.
ųDe otra parte, además de sus alumnos, ha de venir el convencimiento en lo que se hace. Quizá de alguno de sus maestros.
ųMira, el gran teatro mexicano empieza con Usigli. Y afortunadamente fuimos muy cercanos. No puedo decir que fui su alumno, porque siempre platicábamos en las cantinas y nos poníamos unas borracheras atroces. Le aprendí mucho de manera ex catedra. Era su discípulo. Me tuvo siempre de forma muy generosa un enorme cariño. A los otros dos maestros a quienes les sigo debiendo son Emilio Carballido y Luisa Josefina Hernández. Y a quien más quise con alcohol y sin él fue a Sergio Magaña. En fin, se supone que después de ellos aparezco yo. Es decir, en un país como el nuestro, en donde nos ninguneamos unos a otros, es muy difícil que alguien tenga objetividad para juzgar.
ųOtra vez aparece el tema de lo nacional.
ųPues es que a muchos mexicanos no les gustan sus paisanos, siguen teniendo a la Malinche metida entre el culo y las meninges. Niegan el triunfo de los nacionales. Aunque hay de mexicanos a mexicanos y a mí me han tocado los de mayor calidad.
ųParece que le agrada el reconocimiento pero al fin y al cabo los personajes de sus obras son en cierto sentido oscuros.
ųClaro, me gusta mucho el lado oscuro del ser humano, por eso soy homosexual; si me gustara la luz, andaría en manifestaciones más o menos demagógicas. Yo odié el tecnicolor desde niño.