LUNES 21 DE AGOSTO DE 2000
* El ahora monumento histórico nacional fue testigo mudo de la Revolución
Centenario, el edificio Boker muestra que lo antiguo no riñe con la modernidad
* Siempre ha albergado una ferretería y fue intervenido por pertenecer a ''los bienes del enemigo''
* Igual sistema de construcción se utilizó en La Mutua y el Palacio de Bellas Artes: Pedro Boker
Merry Mac Masters * Cuando hace un siglo se inauguró, el edificio Boker era el más moderno del país por su construcción con base en columnas y trabes metálicas. Por eso, al acto asistió ųel 3 de julio de 1900ų el presidente Porfirio Díaz acompañado por miembros de su gabinete como el secretario de Hacienda, José Ives Limantour.
Ubicado en la esquina de las calles 16 de Septiembre e Isabel la Católica, el inmueble diseñado por los arquitectos neoyorquinos De Lemos y Cordes, fue testigo mudo de la Revolución mexicana. El negocio, que siempre ha albergado la ferretería Casa Boker, fue intervenido durante la Segunda Guerra Mundial a raíz del conflicto bélico entre México y Alemania. Luego, la construcción de 10 mil metros cuadrados padeció las inundaciones del Centro en 1952, así como un incendio en 1975. Sin embargo, a un siglo de distancia luce espléndida y forma parte de la silueta de la ciudad.
Evocación de la ''escuela de Chicago''
El primer Boker llegó a México en 1865. Al respecto Pedro Boker Trauwitz, actual director de la empresa ųcon su hermano Klausų cuenta la historia: ''Mi bisabuelo Roberto (1843-1912) salió de Alemania en 1862 para dirigirse a Nueva York, donde perseguía algunos negocios durante la Guerra Civil estadunidense. A su término vino a México a cobrar unas facturas que su padre había dejado pendientes. Aquí vislumbró nuevas empresas así que el 1 de noviembre estableció su negocio. Entre otros productos, se importaban máquinas de coser Singer, de escribir Underwood y coches de vapor Studebaker".
Gracias a la buen marcha de sus ventas (la publicación mensual El Anunciador Boker tenía un tiro de 40 mil ejemplares y se vendía igual cantidad de mercancía), en 1898 don Roberto se vio obligado a ampliar su local en las antes calles de Coliseo Viejo y Espíritu Santo. Los arquitectos De Lemos y Cordes, quienes también diseñaron el edificio de La Mutua, hoy Banco de México, lo idearon sin conocer el país.
El estilo ''modernista" de Casa Boker, con su torreón redondo, evoca la entonces de moda ''escuela de Chicago". La estructura parte de una cuadrícula de viguetas metálicas de donde arrancan las columnas que soportan el edificio. Boker Trauwitz apunta que este mismo sistema fue empleado en La Mutua y el Palacio de Bellas Artes. El ingeniero de obra fue Gonzalo Garita.
Al realizar la excavación de cerca de dos metros de profundidad, para colocar los cimientos, se encontraron dos piezas arqueológicas. El Aguila decapitada fue donada y se exhibe en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, mientras El Cihuateteo, o diosa de las mujeres encintas, se encuentra en el Museo Nacional de Arte.
Las ventanas del inmueble se hicieron con vidrios dobles por pensar que el clima era similar al de Nueva York. Ahora sirven para aislarlo del ruido. La calefacción devino gasto superfluo y se desarmó poco después de terminada la obra.
Y como la mercancía no se vendía en los dos niveles superiores, por la flojera de los clientes para subir, en 1908 la gran escalinata del patio interior fue vendida, con algunas modificaciones, al Palacio de Gobierno del estado de Veracruz, en Jalapa, donde aún permanece.
Con el propósito de registrar el proceso constructivo, Roberto Boker contrató a su paisano Guillermo Kahlo (1872-1941), quien arribó a México en 1891. La secuencia de impresiones, realizada de diciembre de 1898 al 20 de julio de 1900, con un orden progresivo numerado del 453 al 1499, fue la primera comisión fotográfica que recibió el padre de Frida.
Si en tiempos de la Revolución ''no hubo problemas mayores", Boker Trauwitz lo atribuye a que 16 de Septiembre siempre ha sido una calle ''un poco olvidada". En esa época desaparecieron de la fachada de cantera ''dos placas posiblemente de bronce", que tal vez acabaron en municiones. Al estallar la Segunda Guerra Mundial la ferretería Casa Boker fue intervenida por el Estado mexicano por ser ''bienes del enemigo".
''Lo antiguo'' y lo moderno, compatibles
Pedro Boker explica: ''Durante seis años mi padre no tuvo trabajo. No pudo entrar a su negocio que siguió funcionando pero con un interventor". En 1984 la importadora se recuperó, pero ''con altas deudas, sin mercancía en el almacén, porque sólo se había dedicado a vender sin comprar".
El incendio de 1975, causado por un corto circuito, coincidió con los cambios que ocurrían en el Centro cuyos comercios se desplazaban hacia la periferia. ''Se auguró que íbamos a quebrar porque las personas ya no iban al centro a comprar papel de baño y cristalería", dice el entrevistado. Y aunque ese no fue el caso, cuando el negocio reabrió sus puertas una parte de la planta baja fue rentada a una conocida cadena de restaurantes y tiendas. Actualmente, están alquiladas las oficinas de la parte alta del inmueble. Además, Casa Boker concentró su negocio a dos líneas: herramientas de mano y cuchillería.
Catalogado en 1980 como monumento histórico nacional, el edificio Boker es una muestra de que ''lo antiguo" es compatible con la modernidad.