LUNES 21 DE AGOSTO DE 2000

* Estalla una patrulla en Sallent de Gallego y le atribuyen la acción a ETA


Mueren dos agentes de la Guardia Civil española en un atentado

* Son ya 11 muertos desde que el grupo armado vasco rompió la tregua; repudio de la población

Armando G. Tejeda, enviado, Hernani, 20 de agosto * Dos agentes de la Guardia Civil española, un hombre y una mujer, murieron hoy al estallar una bomba lapa colocada en una patrulla en Sallent de Gallego, pequeña población en los Pirineos, en una acción atribuida por las autoridades a la organización armada vasca ETA. Hace tres años explotó un coche-bomba en el mismo cuartel, causando sólo daños materiales.

Con las muertes de los agentes Irene Fernández Pereda, de 32 años, y José Angel de Jesús Encinas, de 22, suman ya 11 las víctimas mortales desde que ETA suspendió, en diciembre pasado, una tregua unilateral que duró 14 meses.

Mientras los cuerpos de los agentes eran rescatados del amasijo de hierro en que quedó convertida la patrulla, miles de militantes de la izquierda radical en las localidades vascas de Markina, Durango y Hernani, participaron en homenajes a los cuatro etarras que murieron en Bilbao el pasado día 7, cuando estalló antes de tiempo el coche-bomba que tenían planeado detonar.

Los primeros informes policiales apuntan a que un comando etarra procedente de Francia cruzó la frontera esta madrugada, se dirigió al cuartel de Sallent de Gallego y colocó la bomba lapa bajo la patrulla. Horas más tarde, alrededor de las seis de la mañana, el vehículo estalló en momentos en que los dos agentes estaban en su interior y se disponían a realizar su patrullaje de rutina.

Los 500 vecinos del pueblo y altos representantes de las formaciones políticas y del gobierno se congregaron en las puertas del ayuntamiento de la provincia de Huesca, donde manifestaron su repulsa por esta nueva acción etarra y se decretó un luto de tres días en todo el valle.

El vocero del gobierno vasco, Josu Jon Imaz, aseguró en una declaración institucional que esta acción es "execrable y repugnante, pues ETA desoye nuevamente la voz de la sociedad vasca que, en un inmenso clamor le exige que abandone este camino de sangre".

A su vez, el ministro del Interior español, Jaime Mayor Oreja, se trasladó al cuartel de Sallent de Gallego acompañado del secretario de Estado de Seguridad, Pedro Morenés, y el director general de la Guardia Civil, Santiago López Valdivieso, para reunir datos sobre el ataque y encabezar las investigaciones policiales.

En las últimas cuatro décadas se considera que ETA ha asesinado a 821 personas, de las cuales 203 han sido agentes de la Guardia Civil, una fuerza policial que durante la dictadura de Francsico Franco se convirtió en uno de los objetivos prioritarios del grupo armado.

Tras la ruptura de la tregua, asciende ya a 11 el número de muertos en ataques de ETA: dos militares, dos concejales del gobernante Partido Popular, dos dirigentes del Partido Socialista en el País Vasco, un empresario vasco, quien presumiblemente se negó a pagar el llamado "impuesto revolucionario", un periodista y miembro fundador del Foro de Ermua (grupo que condena los métodos de ETA), un policía autonómico y los dos agentes de la Guardia Civil. Todos ellos considerados por ETA y su entorno político como "enemigos de Euskal Herria".

A poca distancia del lugar del atentado de hoy, miles de simpatizantes de ETA y la coalición Euskal Herritarrok (EH, marca electoral de Herri Batasuna, considerado brazo político de ETA) se concentraron en Markina, Durango y Hernani para rendir un último homenaje a los cuatro etarras que murieron el pasado 7 de agosto: Francisco Patxi de Rementería, antiguo dirigente del grupo y los jóvenes recién llegados a ETA: Urko Gerrikagoitia, Zigor Arambarri y Ekain Ruiz. Los homenajes fueron celebrados a las puertas de los ayuntamientos de dichas localidades. En Markina, amigos y familiares de De Rementería presentaron en el homenaje las cenizas del etarra fallecido, cuyos restos fueron incinerados este domingo.

El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco suspendió el pasado día 18 la decisión del ayuntamiento de Markina de ceder el consistorio de su edificio para que EH instalara una capilla ardiente.

En la ciudad de Hernani, a unos 20 kilómetros de San Sebastián, las calles se llenaron de banderas vascas o ikurriñas con listones negros. Las paredes de los comercios se llenaron de pintas a favor de ETA y con carteles contra la dispersión de los presos vascos en penales de toda España.

Por la tarde unas 500 personas se reunieron en la Plaza de Berri llevando decenas de banderas vascas, mientras que por altavoces colocados en varios edificios por órdenes del alcalde de la localidad, perteneciente a EH, sonó ininterrumpidamente el Gernika de Pablo Solozabal, un himno casi sagrado para los seguidores de la organización armada. Entonces la marcha llegó a las puertas del ayuntamiento de Hernani, donde unos 30 agentes de la policía autonómica vasca impidieron a los manifestantes ingresar al edificio.

Los restos de Ekain Ruiz, ya incinerados, fueron depositados de cara al contingente, que le brindó un aurresku (baile de despedida) y algunos berzolaris (trovadores populares) le ofrecieron su último canto de honor.