LUNES 21 DE AGOSTO DE 2000
* Arturo Rivera expone por primera vez en Bellas Artes
Existe el riesgo de volver a la pintura de mensaje ideológico
* Un buen cuadro jamás puede ser realizado con soberbia, asevera el pintor
Mónica Mateos * El pintor Arturo Rivera (DF, 1945) no cree en los cambios tajantes. Rechaza afirmaciones como "es hora de cambiar šya!", pues su apuesta siempre ha sido por el andar constante: "caminar es hallar. Uno no puede decidir el momento en el cual aparecerá un brete que nos modificará. Es decir, ante el cambio por el cambio se corre el riesgo de detenerse, pues en vez de hallar se estaría buscando, y en este sentido buscar es quedarse en el camino, inventando lo que se quiere ver y no se halla".
El Museo de Arte Moderno de la ciudad de México presentó en 1995 una amplia retrospectiva de su obra en la muestra titulada Bodas del cielo y del infierno, la cual develó la singularidad de la mirada de Rivera, siempre atisbando a la eterna compañera del hombre, la que --dicen los místicos-- se encuentra asechante a nuestra diestra: la muerte.
Ahora, el Palacio de Bellas Artes, por primera vez, exhibirá la obra del artista en El rostro de los vivos, exposición conformada por 37 cuadros, en su mayoría retratos, "los pocos que he hecho con gusto", entre los cuales se encuentran nueve de producción reciente que muestran la nueva ruta que "con suma paciencia" está tomando su pincel luego de un encuentro con el silicio, material "muy usado por los pintores de Oaxaca".
Entusiasmado por este recorrido pictórico que viene saboreando desde hace pocos meses, el creador habla en entrevista con La Jornada acerca de la necesidad de que existan malos pintores. "Son la base de toda una estructura de rangos", dice mientras dibuja un triángulo para explicar su argumento.
"Los que están aquí --señala el vértice superior de la figura geométrica-- son los que tienen el don de la vista, que es algo con lo que uno ya nace. La circunstancia es la que permite que ese como virus o bacteria se cultive y desarrolle, o que se quede en estado latente."
--ƑCuál fue el caldo de cultivo del virus que te convirtió en pintor?
--Mi padre. Buscando una escuela laica y mixta para sus hijos, eligió meternos en el Colegio Alemán, aunque no tuviéramos ni madres de sangre alemana. En esa escuela, desde los cuatro años, nos daban corchos y gubias para que hiciéramos lo que quisiéramos. šImagínate a esa edad ya con gubias!
"Otro factor fue que mi padre, un hombre que siempre se preocupó mucho por la cultura, tenía libros de arte. Me acuerdo de una enciclopedia que se llama La Pinacoteca de los Genios, fue mi educación visual. Entonces, por una parte tuve un colegio que exigía lo que me gustaba y que además era lo único en que yo era bueno: la pintura y la gimnasia; y por otro lado tenía los libros en casa."
Ruta "bellas artes"
--ƑEn qué momento decides dedicar tu vida profesional a la pintura?
--Lo supe desde chico. Y mi decisión la tomé sobre avenida Insurgentes, exactamente en la esquina donde ahora está el edificio del World Trade Center. Ahí pasaban unos camiones a los que les decíamos los "bellas artes"; uno iba a Ciudad Universitaria, hasta la Facultad de Arquitectura, y si te atravesabas la calle, pasaba el de regreso que te dejaba en la Alameda Central, y de ahí se iba uno caminando muy fácilmente hasta la Academia de San Carlos.
"En esa esquina decidí mi vida, no lo dudé ni un segundo. Durante ocho meses viví dizque de arquitecto frente a mi familia, hasta que supieron que me había metido a estudiar pintura. Hasta ahí llegué con ellos porque me fui de mi casa y empecé a vivir como hasta ahora, de pintor."
--ƑEn qué senderos andan actualmente tus inquietudes creativas?
--La textura tiene muchas posibilidades de entenderse. Hay cuadros que tocas y casi no contienen materia pero hay textura visual, es la que usé mucho. En los años ochenta, cuando llegué a México luego de una estancia en Alemania y empecé a pintar aquí, mi inquietud era meter lo geométrico dentro de lo orgánico. Ahora quiero, en formas tan definidas como las que hago, poner materia. Me preocupa el aspecto físico de la pintura.
Quienes poseen ese "don para ver" y no se dedican a la pintura son, en opinión del artista, unos buenos "veedores". En este sentido, la función de los museos públicos es loable, agrega, "pero no todos pueden ver el arte. Mucha gente entra y sale de los museos como si se hubieran metido a un túnel".
--ƑCómo percibes la relación actual del arte con los grandes públicos?
--Como están los tiempos, me puedo aventurar a decir que estamos ante el riesgo de volver a la pintura de mensaje ideológico. Ahorita, por fortuna, no existe esa imposición, pero ponte a ver lo que está sucediendo en el mundo y por supuesto que puede volver. También creo que grandes pintores van a realizar arte para las masas (que además lo necesitan) y tal vez el verdadero artista se va a volver más elitista, pues las producciones que no sean a nivel industrial, naturalmente se van a volver más caras de realizar.
--ƑPor qué no puede ser masivo el arte?
--Por una sencilla razón: en una sociedad siempre hay más pendejos que inteligentes, como ya te expliqué en el dibujo del triángulo. Y mira, quienes compran pintura lo hacen por estatus, porque les gusta o por invertir. Lo ideal para un pintor es simplemente que su obra sea vista.
--En la Academia de San Carlos te tocó convivir con los pintores de la llamada Escuela Mexicana. ƑQué recuerdas de aquella época?
--Me tocó la cola de esa generación. Después vinieron los que se autodenominaron "de ruptura" a la que llamo "la generación 180 grados".
"La ruptura fue Rufino Tamayo, quien ante la dictadura asumida por Diego Rivera se tuvo que autoexiliar, los otros dieron una vuelta de 180 grados, viendo hacia Nueva York y sencillamente copiaron lo que allá hacían. Yo formé parte de ellos. Incluso, en la calle de Mazatlán, hice lo que ahora se llama un performance: quemé un caballete como símbolo de que había muerto la pintura... y no sabes cómo me arrepiento de esa mamada.
"Pero mira, un joven pintor de hoy piensa igual que uno de mi época, no tiene información de nada. Está en la misma actitud de que hay que romper con todo, además de que hay una manipulación del mercado. Museos como el Carrillo Gil tienen una línea bajo las órdenes estrictamente del dinero.
"ƑPintores? Lucien Freud, Balthus, Antonio López García. ƑY quién los conoce? Conocen a Botero, el popular entre la tropa, Ƒno?
"Un buen cuadro jamás puede ser realizado por un pintor soberbio, porque pintar es el momento más humilde, más paciente. Y la paciencia para mí es todo lo que quiero vivir."
(Arturo Rivera. El rostro de los vivos se inaugura el miércoles 23 de agosto a las 20 horas en el museo del Palacio de Bellas Artes, Av. Juárez esq. Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico).