LUNES 21 DE AGOSTO DE 2000

 


* Alejandro Nadal *

Crecimiento y distorsiones económicas

Ha sido un éxito la política económica del gobierno? Los voceros oficiales así lo piensan. Según ellos, la prueba está en el crecimiento de la economía mexicana el primer trimestre del año, con una tasa de 7.8 por ciento, la más elevada para un periodo igual desde 1981.

Pero un análisis cauteloso de la participación sectorial a este crecimiento, así como de la evolución de las variables macroeconómicas y las cuentas externas obliga a una evaluación más cautelosa sobre el estado de la economía mexicana.

En primer lugar, este crecimiento mantiene una intensa distorsión en la contribución sectorial al dinamismo de la economía. Las manufacturas crecieron en conjunto (8.3 por ciento), pero fueron las ramas vinculadas al sector exportador las que se comportaron con mayor brío. La concentración del esfuerzo exportador en unas 500 empresas significa que los frutos del crecimiento están muy mal distribuidos.

Además crecieron algunas ramas del sector servicios: comercio, restaurantes (14 por ciento), transportes y comunicaciones (12 por ciento). Probablemente el vigoroso desempeño del comercio electrónico, de la telefonía celular y de Internet es responsable de una parte significativa de este crecimiento. En contraste, el sector agropecuario sólo creció en 4 por ciento y en general las ramas ligadas al mercado doméstico crecieron marginalmente. Debido a estas disparidades sectoriales, el crecimiento del PIB en nada mejora la suerte de los 70 millones de pobres en el país, y muchos menos la de los 30 millones en pobreza extrema.

En segundo lugar, el sistema bancario sigue desplomado. Mientras la economía crecía a 7.6 por ciento el segundo trimestre del año, la cartera del sistema bancario cayó en más de 25 por ciento durante el mismo periodo. El crédito disponible para los usuarios de la banca se redujo en aproximadamente 27 mil millones de pesos. El monto del crédito fresco otorgado por la banca nacional al sector no financiero se encuentra 60 por ciento por debajo del nivel de 1994. Eso demuestra que el costoso rescate bancario no funcionó, y que el crecimiento de la economía se concentra en empresas trasnacionales y grupos corporativos que satisfacen sus necesidades de fondeo en el extranjero.

En tercer lugar, el crecimiento de la economía se acompaña de un deterioro importante en las cuentas externas. El déficit en la balanza comercial se mantiene modesto (8 mil millones de dólares, mmdd) por las exportaciones petroleras y maquiladoras, sin las cuales alcanzaría 30 mmdd, cifra comparable para este cálculo en 1994.

El déficit en la cuenta corriente alcanzará los 17-18 mil mmdd y la inversión extranjera directa apenas llegará a los 10 mmdd. Será necesario captar inversiones de corto plazo para financiar ese déficit y eso requiere mantener una elevada tasa de interés real (descontando inflación) como premio para esos inversionistas. Hoy la tasa real en México es cuatro veces superior a la de Estados Unidos (12.2 por ciento contra 3 por ciento).

Precisamente cuando se necesita un tipo de cambio que encarezca importaciones y abarate exportaciones, el ingreso de capitales contribuye a la sobrevaluación cambiaria agravando el deterioro del saldo de la balanza comercial.

Los capitales de corto plazo se colocan en títulos denominados en pesos y exigen que el tipo de cambio se mantenga estable. Una devaluación es la peor traición para esos capitales y la venganza consiste en no regresar a los países que los decepcionan con un ajuste cambiario. Pero la estabilidad cambiaria conduce a la sobrevaluación de la paridad. El blindaje financiero consolida esta sobrevaluación.

Desde luego, la sobrevaluación cambiaria ha sido la pieza clave para reducir la inflación. Pero esta estrategia es artificial, pues el índice inflacionario no refleja la eliminación de problemas estructurales de la economía mexicana o incluso de sus agregados monetarios. Los logros en este terreno están asociados a la inflación importada y además contradicen el objetivo de mantener un equilibrio en la balanza comercial.

Un signo adicional de pérdida de control es que la política monetaria no ha funcionado adecuadamente. La política monetaria intensificó su postura restrictiva, retirando circulante hasta por 280 millones de pesos diariamente a través de los cortos que aplica el banco central. Aún así la demanda interna creció 9.5 por ciento durante el primer semestre del año, y la demanda de bienes de consumo de origen importado creció más de 43 por ciento.

El alto crecimiento en el primer trimestre de este año se acompaña de graves distorsiones en la economía. No es una coincidencia. Las señales son claras: hay que introducir cambios de esencia en el modelo económico y dejar de soñar en la continuidad.